Danna Clark es peruana y vive en Estados Unidos. Su nombre real no es ese, pero así le gusta que la llamen y así la conocen sus 147 mil seguidores en Instagram, y eso le basta. Pero, ¿por qué Danna Clark? “Por más de una década trabajé en un negocio muy público donde tenía una audiencia grande y estaba sujeta a muchas críticas. Todo el tiempo era como dar examen y yo tengo un tema con la perfección, me pongo los estándares super altos y eso significa mucha presión de mí para mí. Entonces, este ejercicio de escribir en Instagram, fue una forma de liberarme del mandato de la perfección. Quería ser yo, una yo que no había podido ser antes por estar sujeta a tantos controles, a tantos estándares. Y no es necesario usar mi nombre para ello”, responde.
Así, no le es difícil manejar la exposición que Danna Clark ha conseguido. Aunque, más que exposición, ella prefiere llamarla conexión. “Esto ha sido un proceso de sanación propio, y en ese proceso mucha gente ha empezado a sanar conmigo”, cuenta. Sus seguidores le escriben constantemente dándole las gracias o pidiéndole consejos. "Me han llegado a decir “al leer tus palabras he reconocido mis sentimientos, al reconocer mis sentimientos he desgastado mis dolores, al desgastar mis dolores me he liberado”; y hay muchísima gente se ha animado a escribir. Yo animo a la gente a escribir porque soy de la idea de que todos podemos escribir", dice.
Además de sus publicaciones en Instagram, acaba de presentar en la FIL el libro Versos Secretos, bajo el sello de Alfaguara, con ilustraciones de Carla M. Vera. Su segundo libro, pues el primero, llamado Literapy, lo publicó el año pasado. Ambos productos tienen un fin: las ganancias son destinadas a apoyar proyectos sociales. De ello habla en esta entrevista.
¿Desde cuándo escribes?
He escrito toda mi vida. En el cuaderno, en la servilleta, transcribía algunos poemas de autores que me gustaban como por ejemplo Jorge Eduardo Eielson, a quien amo y que ha sido una inspiración fuertísima en mi vida. También amo a Mario Benedetti. Ambos están grabados en mi pluma. Clarice Lispector para mí es una inspiración muy grande, la admiro, ella tiene una frase que dice “escribo con el cuerpo”, y yo me identifico totalmente con ella. Alejandra Pizarnik me encanta, Elvira sastre me apasiona…y así te puedo nombrar más y nos quedamos hablar de poetas por horas.
¿Tienes una rutina de trabajo? ¿De qué se nutren tus textos?
Lo mío es totalmente espontáneo, totalmente orgánico. Escribo mucho, escribo cuando me provoca. Yo tengo otros trabajos en mi vida, tengo hijos y tengo otras ocupaciones, no es que solo me dedique a escribir. Para mí escribir ha sido un hobby y como tal, no tiene horario. Un hobby es del alma, cuando te provoca. Tengo el privilegio de no tener que vivir de la escritura y eso me ha permitido ser un poco más libre. Como te digo, yo quise huir de los controles, de las rutinas, de todo lo que me aprisionaba de mi vida normal, entonces hubiera sido contradictorio que yo diga “voy a seguir la rutina de los escritores”. Conozco esa rutina y sé que tienes que definir una hora y un lugar y no esperar que te llegue la inspiración, sino que la inspiración te encuentre trabajando, como decía Picasso. Lo que quiero decir es que a mí la inspiración me acompaña casi las 24 horas del día. A mí me cuesta irme a dormir porque la inspiración me hace preguntas y me conversa a altas horas de la noche. Yo me siento y escribo y acumulo, y cuando decido publicar lo hago, pero no es que todos los días esté a la misma hora escribiendo, creo que eso significaría presión y prisión para mis sentimientos.
¿Qué te impulsó a crear tu cuenta de Instagram?
Yo estaba en un viaje y empiezo a escribir porque había unos paisajes preciosos: veía por la ventana, el mar, el cielo, la roca y veía palabras. Y así nace la cuenta. Es también un desafío escribir en Instagram, un medio visual, un medio estético, donde yo pongo solo tres líneas escritas sobre fondo blanco. Es que yo no estaba buscando que la gente le ponga like y que la gente me siga, yo estaba buscando liberarme, eso es todo. Mi poesía es muy confesional, también por eso no podría sentarme a escribir a una hora específica, porque a las emociones tú no les dices “vengan a las cuatro de la tarde y acompáñenme a escribir”. A mí la poesía me encuentra, yo no la encuentro a ella, yo tengo que hacerle caso. Mira, todos tenemos muchas heridas que sanar y la palabra es un recurso. Yo quería ser libre y ser feliz escribiendo pero estaba muy desordenada con mis archivos y decidí que Instagram sería mi cajoncito, un cajoncito universal. Teniendo un seudónimo ese cajoncito lo iba a ver un montón de gente…o nadie. En todo caso, no tenía ningún tipo de presión. Cuando se volvió a volver viral la cuenta empecé a validar un poco mi trabajo, porque aunque la gente te diga que tienes que hacer las cosas porque te gustan, es importante tener una audiencia que te ayude a valorar tu trabajo.
Acostumbrada a la libertad de esta red social, ¿qué significó para ti trabajar con editores?
Con Literapy, el libro, yo autopubliqué porque quería conocer el mundo editorial, pero igual tuve una super editora. Literapy para mí es un libro muy querido porque es muy auténtico. Eso quería mantener en Versos Secretos, yo quería ganar experiencia publicando en una editorial grande, pero no quería perder ni mi autenticidad ni mi libertad. Y ahí mi editora y todo el equipo de Penguin ha respetado hasta mi fibra más íntima, han sacado lo mejor de mí y me han dejado ser y eso es algo que valoro mucho.
Parte de la ganancia de tus libros van a causas sociales…
Sí. En el caso de Literapy he cedido el 100% de mis ganancias y en el caso de Versos secretos yo hago la donación mis regalías. Las causas que apoyo tienen que ver con la escritura y con empoderamiento a través de la palabra. En el caso de Literapy el 100% de los ingresos se destina a la fundación Believe in Kidness o BIK que se dedica a promover una cultura de bondad a través de la literatura para combatir la violencia y actúa en comunidades vulnerables. Hace un par de meses, ya en medio de la pandemia, se hizo la campaña #NoEstásSola tomando como base un poema para dar esperanza y dar una vía de ayuda para las personas que necesiten apoyo en caso de estar sufriendo violencia doméstica. La campaña fue internacional. Escribí un poema en colaboración con Ornella Mansi, se convocó a diez mujeres para que lo reciten, se hizo un audiopoema y un video en el que se colocaba todos los números de teléfono de espacios de apoyo a mujeres violentadas en los países de Latinoamérica. Mi poesía tiene dos líneas: la romántica, existencialista, que nos toca a todos y es atemporal y una línea de activismo poético. Por el privilegio de estar donde estoy puedo marchar pacíficamente, pero impactando. Para mí la poesía puede ser una herramienta para cambiar el mundo y creo que estamos en una época de reconexión con la poesía. En esta pandemia hay mucha gente que ha estado sola y que, a través de las palabras, de un poema, ha podido conectar y se ha podido sentir menos sola.
La presentación de Versos Secretos en la FIL 2020: