MARTHA MEIER MIRÓ QUESADA @meiermq
El pasado 18 de febrero una protesta estudiantil en Venezuela cambió los mapas de la conciencia latinoamericana. Un riachuelo de jóvenes se convirtió en un inmenso río y luego en un mar humano que, con su rugido, le ha recordado al mundo que allí el germen de la libertad sobrevive y que el “chavismo” (fascismo, en idioma bananero), no les ha matado el alma, aunque asesine a sus jóvenes patriotas en las calles.
Venezuela ha despertado, y nos ha despertado. Ese país tan cercano y al mismo tiempo lejano ya no es el mismo ni tampoco el continente. Una corriente de indignación y solidaridad recorre una región avergonzada por sus líderes, incapaces de decirle al títere cubano Nicolás Maduro, ¡basta bestia!
Venezuela existe con sus extensas llanuras, sus notables escritores, poetas y cantores. Un paraíso con saltos de agua limpia como las alas de los ángeles y árboles milenarios que han atestiguado su convulsionada historia de una tierra inmensa y diversa, cuna del gran libertador Simón Bolívar y donde el 18 de febrero (18F) estalló una nueva era.
Venezuela persiste con su historia a cuestas y el recuerdo de sus tantas revoluciones. Sabe que el odio inoculado pasará, que como compatriotas se abrazarán y mirarán hacia un futuro común y en paz. Cuba es la que ordena, pero al huracán del cambio no lo detiene ya nada.
Si como escribió el notable escritor, maestro y político venezolano, Rómulo Gallegos, “las cosas vuelven al lugar de donde salieron”, el fascista Nicolás Maduro volverá a manejar un microbús y el “chavismo” retornará al laboratorio propagandístico de Cuba.
“…En estas tierras nuestras, de impresionante silencio y trágica soledad, se siente que todavía no ha terminado el día sexto del Génesis, y que aún circula por ellas el soplo creador. Y por eso las llamo las tierras de Dios”, escribió también Gallegos.
A esas tierras de Dios, a sus creadores e historia, está dedicada esta edición de El Dominical. Y mientras la libertad se abre paso, no nos queda más que decir ¡Fuerza Venezuela!
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