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El final de Osama Bin Laden - 1

“Bin Laden… ¡Muerto!”, tituló El Comercio el lunes 2 de mayo de 2011, al informar sobre el éxito de la operación militar que terminó con la vida del cabecilla terrorista más peligroso del orbe.
 
El “cerebro” del ataque a las Torres Gemelas y al Pentágono, ocurrido el fatídico 11 de setiembre de 2001, , 3.519 días después de haber hecho temblar al mundo con sus “kamikazes” del siglo XXI.
 
En su edición del 3 de mayo el Decano mostraba un boceto de la residencia en donde había sido abatido el líder de Al Qaeda, en una intervención militar de 40 minutos de duración, en la que participaron cuatro helicópteros y 20 efectivos SEAL (Sea, Air and Land), especialistas en operaciones de mar, aire y tierra de la Armada de Estados Unidos.

 


 
Antes de 1990, los archivos periodísticos no consignaban su nombre. Bin Laden todavía era un fantasma mediático. Sus diversas biografías son líneas de vida bastante oscuras, pero todas coinciden en que su actividad militarista empieza en 1980, después de la invasión soviética de Afganistán.
 
Se le atribuye a la CIA, la Central de Inteligencia de Estados Unidos, la formación de cuadros guerrilleros para hostigar la presencia de los rusos en la región. Pero este barbado saudí no se especializó en colocar explosivos o disparar como francotirador, lo suyo fue la “organización”. Era experto en formar los grupos de ataque, abastecerlos de armamento y solventarlos financieramente.
 
Con la experiencia adquirida, en 1988 constituyó Al Qaeda (La Base), grupo terrorista que en la década de los noventas inició un abierto enfrentamiento contra Occidente, y en especial contra Estados Unidos, ejecutando una serie de ataques en varios países del mundo.

Arabia Saudí, su país natal, le retiró el pasaporte en 1994, debido a las acusaciones que le atribuían el establecimiento, en Sudán, de un campamento para el entrenamiento de terroristas.
 
En el diario El Comercio las primeras notas que lo mencionan son de 1996, cuando el experto estadounidense en seguridad, Arnaud de Borchgrave, le adjudicaba un papel relevante como financista de grupos terroristas, indicando que su fortuna se cifraba en 200 millones de dólares.
 
Para noviembre de 1998, Osama Bin Laden era el hombre más buscado del mundo y su cabeza tenía precio: cinco millones de dólares. Se le consideraba responsable por los atentados contra dos embajadas de Estados Unidos en África (07/08/1998) y por otras actividades antiestadounidenses.
 
En octubre de 1999 Estados Unidos incluye a Al Qaeda en su lista mundial de 28 organizaciones terroristas, donde también aparecían Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru.
 
Hasta que llegó el 11 de setiembre de 2001, fecha del trágico evento que todos conocemos y en el que perdieron la vida más de tres mil personas.

Osama Bin Laden: La otra historia
 
De pronto, en 2015 lo que se había contado sobre la operación militar que acabó con la vida de Osama Bin Laden se puso en duda. Se sugería que había sido ciencia ficción. El autor de la “nueva” versión era un reputado periodista: , ganador del Premio Pulitzer.
 
Reconocido por sus denuncias sobre la Matanza de My Lai, durante el conflicto de Vietnam; y las torturas en la cárcel de Abu Ghraib, el acucioso hombre de prensa revelaba que todo había sido una farsa muy bien montada por el Gobierno de Estados Unidos.
 
En síntesis, la CIA carecía de mérito. Ningún prisionero torturado había delatado dónde se escondía Bin Laden. Tampoco hubo enfrentamiento en la residencia del terrorista internacional. Y su cadáver jamás fue echado al mar.


 
Hersh sostiene que el cabecilla de Al Qaeda estaba detenido en Pakistán. Vivía en una casa-prisión y sufría de alguna enfermedad. Un agente paquistaní había vendido esa información a los Estados Unidos. Confrontado el gobierno paquistaní al respecto, no pudo negarlo. Solo pidió que Bin Laden no saliera con vida.
 
Claro que la historia está basada en testimonios anónimos y con escasas o nulas pruebas documentales, a pesar de la reconocida trayectoria de Hersh.
 
Así que estas afirmaciones podrían caer en esa dimensión en donde se encuentran hipótesis como las que sostienen que las Torres Gemelas fueron derribadas por los propios estadounidenses o que la llegada a la Luna fue un montaje cinematográfico.