Mucho se ha escrito y mucho se escribirá sobre Francisco Bolognesi Cervantes. El protagonista de la gesta de Arica tuvo que decidir entre rendirse o combatir. Entre la vida y la muerte. El 4 de noviembre de 1816, hace 200 años, nace el Patrón del Ejército del Perú, quien fue inscrito cuatro días después como “español” – el Perú aún no era independiente- y con el apellido “Boloñesi”, según su partida de bautizo.
Su madre fue la arequipeña Juana Cervantes y su padre el genovés Andrés Bolognesi, un reconocido director de orquesta. Éste presentó en Lima la ópera “El matrimonio secreto”, de Domenico Cimarosa, en el antiguo Teatro Principal de Lima, en el lugar que ocupa hoy el Teatro Segura.
De joven Francisco ejerció la actividad comercial, luego inició su carrera militar y llegó a ser edecán del presidente Ramón Castilla. En 1872 se retiró de la vida militar. Pero Chile declara la guerra al Perú el 5 de abril de 1879, y Bolognesi es llamado a defender a la patria.
El devenir adverso del conflicto arrinconó a un grupo de peruanos en Arica, bajo el mando del anciano militar peruano. El ejército enemigo, apostado en los alrededores, quiso evitar el choque con los defensores del morro. Entonces envió a un mensajero.
El parlamentario chileno que propuso la rendición al coronel peruano se fue con la siguiente frase: "Tengo deberes sagrados que cumplir y los cumpliré hasta quemar el último cartucho".
La pintura de Juan Lepiani, artista peruano que retrató varios episodios de la Guerra del Pacífico, ilustra el momento de la respuesta al enviado chileno. Esa es la imagen que guardamos hasta hoy.
Polémica fotografía
El 7 de junio de 1994, al conmemorarse 114 años de la epopeya de Arica, una inédita fotografía, que parece ser el último testimonio gráfico sobre Bolognesi antes de su heroica muerte, se hace pública.
El Comercio señala: “el reloj –que aparece en la imagen- marca las 8:20 de la mañana del 5 de junio de 1880, minutos después de que el emisario chileno, sargento mayor Juan de la Cruz Salvo, se hubiera retirado con la respuesta que a muchos de estos oficiales les costaría la vida”.
En la vista fotográfica se observa a Medardo Cornejo, José Joaquín Inclán, Ricardo O'Donovan, Justo Arias Aragüez, Alfonso Ugarte -al pie del reloj-, Juan Guillermo More y Roque Sáenz Peña; y en primer plano al héroe nacional Francisco Bolognesi.
La foto fue conservada por una familia tacneña. Y ese día el empresario de comunicaciones, Genero Delgado Parker, la entregó al general Nicolás Hermoza Ríos, comandante general del Ejército.
Sin embargo, posteriores análisis pusieron en duda la autenticidad de la imagen. Se podría tratar de un elenco de actores representando alguna obra teatral inspirada en la Batalla de Arica, probablemente a finales del siglo XIX.
En los archivos del Decano, otro registro importante es conservado en su colección histórica. Data de hace cien años, cuando se conmemoró el primer siglo del natalicio del héroe: es una página de la edición diaria que titula “El centenario del nacimiento de Francisco Bolognesi”, con una imagen del apreciado militar.
En sus primeros párrafos se lee: “Ninguna figura en la historia más noble y más pura. Tuvo todas las virtudes del hombre y del soldado; ni la sombra más leve empaña su grandeza moral.
Ni la ambición le turbó la mente, ni la debilidad estremeció su corazón. Su vida fue toda recta e inmaculada. Murió como había vivido, como un soldado glorioso”.
El anciano luchador escogió la vía de la agonía, la entrega y el adiós. Pero su sacrificio fue reconocido incluso por personalidades como el Zar Nicolás II de Rusia, quien aseveró: “Si Puerto Arturo hubiera tenido un Bolognesi, la plaza no se hubiera perdido”, refiriéndose a la derrota de los rusos ante el Japón.
El último baluarte en tierras ariqueñas se honró con el blasón de la eternidad. Tras el crepúsculo de la batalla, nos ha quedado a todos los peruanos la fuerza luminosa e inconmensurable de su honor.
El texto que no existió
Una carta fechada el 22 de mayo de 1880, supuestamente escrita por Bolognesi, ha sido calificada de apócrifa. En la misiva, dirigida a su esposa María Josefa, el héroe de Arica escribe: “¿Qué será de ti, amada esposa, tú que me acompañaste con amor y santidad”. Con una renuncia generosa le pide: “Nunca reclames nada, para que no se crea que mi deber tiene precio”.
Ha sido tan ampliamente difundida como verdadera, que incluso el Banco Central de Reserva acaba de utilizar la frase “Nunca reclames nada, para que no se crea que mi deber tiene precio”, en las monedas emitidas por el bicentenario del natalicio del héroe de Arica.
Más allá de la veracidad o no del documento, sus virtudes y desprendimientos se han perennizado en el tiempo, y han sido recompensados con nombramientos como el otorgado el 30 de noviembre de 1989, que le confirió el título de Gran Mariscal del Perú.
Asimismo, de su magna entrega han quedado testimonios como la carta publicada por El Comercio el 23 de junio de 1909, en donde uno de los sobrevivientes de la Batalla de Arica, el soldado Manuel T. Salazar cuenta cómo murió Bolognesi.
“…estando yo como a diez pasos de mi coronel Bolognesi, éste, revólver en mano, disparó sobre un pelotón de soldados chilenos. Cayeron heridos lado a lado el coronel Bolognesi y el capitán Moore. Yo, sin apercibirme de haber sido herido en el cuello, disparaba contra el grupo. El coronel Bolognesi disparaba con su revólver intentando levantarse y volteando hacia mí exclamó: “¡No hay que rendirse! ¡Miserables! ¡Viva el Perú!...”
La misiva continuaba el relato así: “cuando ya era todo un campo de muertos los soldados de mi compañía nos trenzamos a bayonetazos con los de la primera fila. Yo logré atravesar al chileno que me acometió, que alcanzó a herirme en la cabeza con la bayoneta de su rifle; al caer desangrando por ésta y la anterior herida, ya mi coronel Bolognesi estaba muerto…”