El fútbol peruano tiene picos históricos que recordamos cada cierto tiempo. Ahora que empieza la Copa América 2016, no podemos dejar de lado aquella gloriosa ocasión en la que le ganamos a Uruguay en la final del entonces Campeonato Sudamericano de 1939.
Largas colas se hacían en la plazuela de La Merced, en el Centro de Lima, con aficionados ilusionados por conseguir unas entradas para el encuentro en el Nacional. Esa era la imagen que los limeños pudimos ver el sábado 11 de febrero de 1939, un día antes del partido con Uruguay: la final del Campeonato Sudamericano.
Resulta conmovedor cómo el cronista de El Comercio resume la victoria peruana. En la leyenda de la foto, se decía: “El equipo nacional conquistó un triunfo merecido, superando a sus contendores en calidad de juego, en armonía de las líneas y en pujanza”.
La aureola de esos hombres del ‘30 todavía estaba muy marcada por la hazaña de las Olimpiadas de Berlín de 1936, y la obtención de los Juegos Bolivarianos de 1938. Por eso, el domingo 12 de febrero de ese ‘39 las graderías del antiguo Nacional relucían con el entusiasmo de quienes presentían una victoria.
Desde el 15 de enero de ese año habían jugado cinco equipos (Perú, Chile, el debutante Ecuador, Uruguay y Paraguay), menos los clásicos rivales Argentina y Brasil. Pero la intensidad de los choques de ese verano hizo olvidar la inevitable ausencia de los dos grandes.
Todo estaba listo para que los ‘teams’ peruanos y uruguayos iniciaran el ‘match’ ante cerca de 40 mil espectadores. Desde un comienzo, la agilidad de los peruanos, dice el cronista del Decano, empezaba a hacer sudar frío al portero charrúa Granero.
Hasta que a eso de los 10 min. del primer tiempo, Jorge ‘Campolo’ Alcalde hizo el primero gol nacional. El juego se hizo de ida y vuelta, y los hinchas de entonces celebraban las piruetas y los ataques peruanos, pero sin menospreciar la habilidad celeste.
Los hermanos Alcalde -‘Campolo’ y ‘Prisco’ Alcalde- hacían de las suyas, junto con Carlos Tovar, pero igual se temía el empate. No obstante, la seguridad de Juan Honores en el arco era una garantía. Si hacía nueve años, en 1930, los charrúas habían sido los maestros, ahora los peruanos manejaban los mismos criterios tácticos y la misma disciplina en el campo de juego. Estaban parejos.
Y cuando más se sentía la presencia celeste, otra vez ‘Campolo’ Alcalde, pero esta vez a los 35 minutos ponía el 2-0. El estadio estalló de alegría.
Y así hubiese concluido la primera parte, si no hubiese sido por una mala salida del arquero peruano, que permitió que el uruguayo Porta anotara el descuento. Estaban 2-1. El segundo tiempo fue tenso, las dos escuadras intentaban vulnerar una vez más la valla rival, pero sin éxito.
A los intentos peruanos de ‘Pichín’ Bielich, ‘Titina’ Castillo y Arturo Paredes, se sumaron los fortísimos remates de ‘Lolo’ Fernández, que causaban temor en el guardameta oriental. No era para menos. Lolo quedaría como el mejor jugador de ese 1939, y como el indiscutible goleador del campeonato con 7 tantos.
Apenas el juez chileno Alfredo Vargas sonó su silbato la muchedumbre invadió el campo y levantó en hombros a los jugadores peruanos. En actitud hidalga, los uruguayos dieron la vuelta al estadio para saludar la justa victoria. Se logró ganar el Campeonato Sudamericano de Fútbol, y levantar la llamada Copa América (nombre con el cual luego se conocería la competencia sudamericana).
El Perú tuvo el honor de ser el primer campeón sudamericano del Pacífico, pues hasta esa fecha solo los del Atlántico habían dejado su firma como los mejores de esta parte del mundo. Perú jugó 4 partidos, los ganó todos, anotó 13 goles y solo recibió 4.
La anécdota final: tuvimos entonces como entrenador de la selección mayor al inglés Jack Greenwell, un tipazo que había demostrado sus capacidades de estratega en el fútbol español.