“Ha pasado bastante tiempo desde la última vez que estuve en un escenario en Londres. Fue como 14 o 15 años atrás, yo tenía 60, solo un chico con un sueño loco. Desde entonces he tomado mucho Prozac, Paxil y Ritalín. También he estudiado profundamente algunas filosofías y religiones, pero la felicidad siempre irrumpía el proceso. Quiero decirles algo que no es fácil de contradecir: no hay cura para el amor”.
Así presentó Leonard Cohen su canción “Ain’t No Cure for Love” en el coliseo Arena 2 de Londres durante su gira 2008-2009.
Cohen es un cantautor y poeta canadiense reconocido mundialmente. A sus 80 años se presenta en histriónicos y animados conciertos que duran hasta tres horas. Hoy, “Nevermind” es la canción principal del ‘soundtrack’ de la popular serie norteamericana “True Detective”.
La luz que entra por las rajaduras
Después de estar 15 años fuera de los escenarios y cinco dentro de un monasterio budista, Cohen ha regresado a los conciertos, a la producción musical y a sus seguidores.
Poco tiempo después de que Cohen dejara el monasterio en Los Ángeles, una periodista sueca, Stina Dabrowski, le preguntó si dejó el monasterio porque falló como monje. Él respondió que sí, que gracias a Dios falló.
Cuatro años después, en el 2005, durante la filmación del documental sobre su trayectoria musical “Yo soy tu hombre”, Cohen declaró que debió haber continuado presentándose en conciertos para que sus canciones puedan seguir desarrollándose. Lo piensa por unos segundos y continúa: “Con cada copa de vino que tomo, la idea de volver a salir de gira se vuelve cada vez más atractiva”.
Sin embargo, no es hasta el 2008 que retoma su carrera por razones espirituales y prácticas, como dice él. Prácticamente, lo que sucedió fue que quedó en bancarrota después de que su amiga y representante, Kelley Lynch, le robara más de US$5 millones. El caso llegó hasta los tribunales, en los que Lynch fue encontrada culpable y sentenciada a 18 meses de prisión. “No es para mí un placer ver a mi antigua amiga esposada a una silla en un tribunal de justicia por sus considerables dones doblados al servicio de la oscuridad, el engaño y la venganza. Es mi ruego que la señorita Lynch se refugie en la sabiduría de su religión, que un espíritu de comprensión convierta su corazón del odio al arrepentimiento”, expresó Cohen tras la lectura de la sentencia. Sin embargo, no pudo cobrar la indemnización que la justicia ordenó. Ergo, volvió a la palestra.
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