Luis Silva Nole

Mirar a los ojos a la muerte, sin tener derecho si quiera a temblar, es cosa común para ellos. Los agentes de la Unidad de Desactivación de Explosivos (), de la PNP, saben que cuando están frente a la amenaza, no pueden fallar. Una equivocación siempre será letal. "El primer error es el último", dice su lema.

"Estamos dispuestos a arriesgar incluso nuestra vida para minimizar los efectos de un explosivo entre los civiles. No es puro verso, es verdad. Nuestro colega ", señala el suboficial brigadier Carlos Ramírez Eyzaguirre, en representación de los 150 policías que la ÚDEX tiene en Lima y de sus otros 50 compañeros que han sido destacados a provincias, todos de luto por la muerte del primer agente en acto de servicio de ese grupo especializado en los 34 años que lleva funcionando la unidad.

Sí, la explosión que el último lunes acabó con la vida del suboficial superior Adolfo Castellano Carrillo, quien era uno de los más experimentados técnicos especialistas en desactivación de artefactos explosivos en el Perú, ha marcado un antes y un después en la unidad. "Se ha ido un hermano, porque en la ÚDEX somos una familia", subraya el comandante PNP Mario Machado Canevaro, jefe del grupo especializado.

Lejos del estruendo de una maldita explosión, en los pasillos de la sede de la ÚDEX, en La Victoria, se respira silencio. El dolor va por dentro. Los corazones valientes no solo conocen de arrojo y coraje, también saben estrujarse por la pérdida de un compañero, también, como todos, tienen miedo. La diferencia está en que ellos ponen el pecho por la sociedad.

Se tragan el miedo porque ante una granada, como la que mató a Castellano, o cualquier otro explosivo dejado en la calle por algún miserable, deben estar más calmados que nunca. Todos podemos gritar o salir corriendo para ponernos a buen recaudo; ellos se quedan y toman el toro por las astas.

"Como cualquier persona, tenemos temor, pero asumimos los riesgos. La mística es darlo todo por la sociedad a la que protegemos", refiere el comandante Machado.

SENTIMIENTOS

"Laboro desde muy joven en la unidad, desde que tenía cabellos negros, ahora peino canas. Las personas debe saber que nosotros, como agentes de la ÚDEX, somos tan seres humanos como todos: sabemos querer, sabemos amar y sabemos llorar. Se fue un hermano. Qué dolor. Somos familia. Más tiempo pasamos en el trabajo que en nuestros hogares. Si tenemos que inmolar nuestra vida, lo vamos a hacer, con mucha honra", dice el suboficial Ramírez con lágrimas en los ojos.

Con igual sentimiento, su colega Marcelo Felipe Paredes, suboficial brigadier, habla con El Comercio: "Soy agente ÚDEX desde hace muchos años. Día a día salvamos vidas. Nosotros tenemos familias que nos esperan en casa, pero cumplimos nuestro trabajo con cariño, a pesar del riesgo. Hemos salido de una guerra contra la subversión y ahora nos enfrentamos al crimen organizado. El primer error es el último, como dice nuestro lema. Somos hijos, esposos y padres, sentimos igual que cualquiera. La diferencia es que alguien tiene que hacer este trabajo, y eso hacemos nosotros. Todos debemos valorar la vida".

Ser agente ÚDEX es voluntario. La PNP convoca a su personal un curso selectivo de capacitación, previa evaluación psicológica. Los que pasan las pruebas pueden ser incorporados a la unidad, muy apreciada en Sudamérica por la experiencia de más de 20 años de lucha contra el terrorismo. Solo el año pasado compartieron ese curso agentes de Argentina, Brasil, Bolivia y Ecuador.

El suboficial superior Alejandro Eustaquio Herrera tiene 25 años de servicio en la ÚDEX y, justamente, capacita al personal. En la época del terrorismo desactivó coches bomba y ahora es uno de los más hombres más experimentados de la unidad, como lo era Castellano. "Al momento de intervenir, uno no sabe en qué momento se puede activar el artefacto explosivo. Adolfo, al inmolarse salvó vidas. Puso su pecho con tal de minimizar daños en otras personas. Debe ser declarado héroe de la Policía Nacional", indica Eustaquio.

DECISIONES CRUCIALES

Agentes de la ÚDEX indicaron a este Diario que cuando se declara una emergencia con explosivos, el que está al mando de la patrulla que llega primero a la escena es quien comanda las operaciones. Él decide qué hacer y cómo, según las circunstancias.

“El agente que está al mando toma decisiones de acuerdo con su experiencia, instinto y conocimiento. Eso fue lo que hizo Castellano, en base a sus 23 años en la unidad y a sus 29 de servicio en la policía”, refirió el comandante Machado.

Según el jefe de la ÚDEX, Castellano evaluó la situación, incluyendo la premura por minimizar los riesgos en civiles, y decidió intervenir él mismo solo con casco y chaleco. Sin embergo, el oficial señaló que, tras la muerte del suboficial superior, se analizará y evaluará el protocolo de intervención de la unidad.

“Siempre un solo agente intenta la desactivación porque hay riesgo de muerte. Nunca se ordena: hazlo tú. Va el que está dispuesto”, detalló. 

CUESTIÓN DE UNIFORMES

El chaleco que usó Castellano pesa 8 kg y consta de láminas de kevlar, un material sintético antifragmentario resistente. El casco es de una aleación de ese material con cerámica. Esa es la indumentaria básica. 

La ÚDEX posee solo dos trajes EOD9, que dan mayor protección y son similares a los usados por estadounidenses en el Medio Oriente. Cada uno de estos trajes encapsulados de fabricación canadiense (cubren todo el cuerpo a excepción de las manos) vale US$50 mil, pesa 24 kg y es de un kevlar llamado aramida, más flexible que el de los chalecos. Tiene un casco de acrílico con protección balística, iluminación frontal y comunicación; y placa de cerámica en el pecho, la pelvis y la espalda.

Agentes de la ÚDEX dijeron que en los últimos dos años se ha duplicado su trabajo a causa del uso de granadas por parte de extorsionadores, especialmente en San Juan de Lurigancho. “Prácticamente todos los días tenemos emergencias”, agregaron.

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