La semana pasada hubo protestas en el centro poblado de Manchay en contra de la implementación de la ruta 255 de buses alimentadores del corredor Javier Prado-La Marina.
Las protestas duraron dos días, dejaron 40 heridos y nueve detenidos. Como reacción a ellas, el 1 de febrero, Pro Transporte decidió suspender la ruta de manera indefinida. Por ahora, todo ha regresado a la normalidad. Las “rutas tradicionales” están operando y la vía se muestra desbloqueada.
¿Cuál es la conclusión de todo esto? Pues que la situación es más complicada. Hay muchos involucrados: los dueños de las rutas que iban a ser eliminadas, quienes parece que han tenido un rol importante en organizar dichas protestas; los vecinos, a quienes, aparentemente, no se les consultó sobre el cambio del sistema; y Pro Transporte, responsable de la implementación de la reforma de transporte.
Debido a las protestas, sabemos que en la Municipalidad de Lima no fueron conscientes de la importancia de los viajes cortos, que conectan con los troncales a un precio de S/.0,50. También parece que faltó diálogo con los usuarios durante el proceso de planeamiento e implementación, trabajo que posiblemente pudo haber evitado las protestas.
A pesar de los reclamos y los problemas en la implementación, el municipio no debe perder de vista su objetivo. Para dar una idea de la importancia de reformar el sistema de transporte, según la última encuesta de Lima Cómo Vamos, los buses, combis y coasters tradicionales atienden casi el 59% de los viajes al trabajo o centro de estudios de los entrevistados, comparado con el Metropolitano, que atiende al 4,4% o el tren eléctrico, con 3,2%.
Según un artículo de El Comercio, el viaje promedio de los limeños es de 45 minutos. Se estima que, con el corredor Javier Prado-La Marina funcionando, este tiempo disminuya en 50% (diario “Gestión”, 20 de agosto del 2015). Si consideramos una cantidad de usuarios diarios estimada en 180.000 personas, estamos hablando de un ahorro de millones de horas en sus vidas por semana, como resultado de la implementación de un solo corredor. Además, para Lima, en donde según la OMS tenemos el aire más contaminado en las Américas, el chatarreo de buses antiguos y su reemplazo por nuevos podría prolongar la esperanza de vida promedio para todos.
Por otro lado, la reforma posee un gran potencial para reducir los accidentes de tránsito por el hecho de que los choferes no se ven obligados a correr para competir por pasajeros o manejar hasta 18 horas al día para obtener un salario digno.
Siempre habrá protestas cuando se planteen cambios estructurales en un sistema tan complejo como el de transporte. Esperamos que la Municipalidad de Lima aprenda las lecciones de Manchay para adaptar mejores estrategias de comunicación y soluciones para las rutas cortas. Esto servirá para la continuación de la reforma de una manera más abierta.