En 1960 ciudades como Birmingham y Londres en Inglaterra comenzaron un plan para acomodar más y más al auto, ampliando avenidas, construyendo súper carreteras. La vida moderna de una ciudad extendida y con mejores proyecciones económicas obligaba a rediseñar las ciudades en función del automóvil que se hacía cada vez más asequible para todos. Hasta que comenzando el siglo XXI sucedió algo distinto. No se produjo el inevitable “autocalipsis” que los más pesimistas visionarios auguraban.
Recientemente, el diario inglés “The Guardian” publicó un informe en el que comenta que, contra todo pronóstico, el crecimiento del parque automotor en varios países del primer mundo llegó a un pico en el 2007 y está descendiendo.
Las razones del porqué aún no están claras, pero se argumenta la crisis económica, cambios en la sociedad (jóvenes reacios a los autos) y hábitos de consumo distintos donde la tecnología juega un rol importante (muchas cosas en el primer mundo llegan por delivery). Anuncian también que en los años setenta esto ya se había predicho. Se ha llegado a un mercado saturado. Otro factor importante son los mejores y más integrados métodos de transporte público que tienen. Por lo tanto, las ciudades están gozando de un replanteamiento urbano en donde se equilibra el espacio público hacia la gente misma: mayores espacios públicos, más ciclovías, más vías peatonales, mejor transporte público segregado en un sistema “multimodal”.
Medellín, largamente el ejemplo de renovación urbana más comentado de la región, ha tenido un cambio admirable en su ciudad. Escaleras mecánicas públicas y teleféricos fueron algunas de las innovaciones que se introdujeron en la ciudad que alguna vez fue un antro de criminalidad. Hoy, un ambicioso proyecto está a punto de comenzar: la renovación de las riberas de su río por 20 kilómetros en un proyecto que tomará 15 años. La autopista vecina al río se tapará y encima se construirá un parque. Saben que no será fácil, es controversial, muchos se oponen al proyecto multimillonario, saben que traerá caos al comienzo, saben que es una gran y peligrosa cirugía a corazón abierto, pero saben, también, que es ahora o nunca.
¿Ven los paralelos? Nuestras propuestas son tapar el zanjón para crear estacionamientos, eliminar propuestas como las del teleférico en los cerros de Lima, acortar espacios públicos con infraestructura privada, eliminar espacios públicos para acomodar más carriles de autos, llenarlos de piedras para protegerlos, desentendernos de la ecología de nuestro río. Estamos haciendo espacio exclusivamente para el automóvil, descuidando los otros espacios. Ahora que las ciudades comienzan a mirar el futuro con planes articulados, basados en experiencias de otras partes del mundo, pareciera que en Lima no tuviésemos planes para nuestra ciudad, pero lo que es peor es que lo poco que hay parece ser fruto de un cálculo político.
Somos una ciudad del primer mundo… en 1960.