Ana Briceño

Guadalupe Bautista Ucchpa abre la puerta de su casa, en el asentamiento humano Daniel Alcides Carrión, cerca del puerto del Callao, y observa una especie de laguna –de 30 centímetros de altura– que se ha formado hace cuatro meses a raíz de las filtraciones de agua del subsuelo. Antes, el agua discurría por canales hacia el mar, pero estos han sido taponeados por la propia población e, incluso, entidades públicas.

“Ninguna autoridad se hace cargo de sacar el agua, que también ha entrado a las casas. No hay vías de evacuación. Estamos entre el mar y esta laguna”, dice, mortificada. Otros vecinos, que viven frente al agua empozada –que atrae a zancudos y que ha ocasionado que un poste de alumbrado eléctrico se caiga debido a la humedad–, también protestan.

No solo son 60 familias las afectadas por las filtraciones sino también cinco empresas, entre pesqueras y almaceneras, ubicadas en los asentamientos humanos Daniel Alcides Carrión y Francisco Bolognesi, paralelos a la avenida Néstor Gambetta.

Los vecinos aseguran que los canales por donde discurría el agua, que desembocaba en el mar chalaco, “existieron toda la vida y nunca trajeron problemas”. Sin embargo, afirman, que las complicaciones surgieron hace dos años cuando empezó la construcción del túnel Gambetta.

El consorcio que construyó el túnel [conformado por las empresas Andrade Gutierrez, Queiroz Galvao e Iccgsa] señala que como parte de la obra se usaron máquinas para succionar el agua de la napa freática [subterráneo], lo que secó temporalmente ese canal de riego.
El problema es que, mientras duró la obra, los canales que servían para que el agua discurra al mar fueron taponeados.

Rosa Chávarri debería salir de esta casa, afectada por filtraciones, pero ella dice que seguirá ahí. (Foto: Dante Piaggio /  El Comercio)
Rosa Chávarri debería salir de esta casa, afectada por filtraciones, pero ella dice que seguirá ahí. (Foto: Dante Piaggio / El Comercio)

—Canales interrumpidos—
Según los vecinos, hace más de un año cuando el canal empezó a secarse, el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) –dueño de un terreno que colinda con la acequia y que será entregado para la construcción de la ampliación del aeropuerto– colocó encima tierra y piedras.

“Lo hicimos como protección, para que no ingresen invasores”, sostiene una fuente del MTC. Los vecinos también afirman que meses después, un grupo de invasores tapó otra parte del canal. “El agua, como tiene que salir por algún lugar, ahora aflora frente a nuestras casas o dentro de ellas. Los niños sufren alergias”, dice Judith Mariño, una de las vecinas afectadas.

Yuri Pinto, secretario general de la Autoridad Nacional del Agua (ANA), explica que si el MTC quiso cercar su terreno, por donde cruza el canal de riego, debió solicitar permiso a la comuna chalaca. “La municipalidad debió exigir al titular del terreno [en este caso el MTC] el espacio que ocupa la acequia, más un espacio adyacente que se denomina faja marginal”, recalca.

—Tarea de nadie—
El pasado 9 de agosto, representantes del MTC, Sedapal, Municipalidad del Callao y del Gobierno Regional del Callao sostuvieron una reunión para coordinar acciones ante las filtraciones. El MTC ofreció llevar maquinaria para retirar el agua empozada y la municipalidad tenía que limpiar los drenes obstruidos.

“Nadie viene hasta ahora. Sedapal intenta sacar el agua como puede, con dos bombas, pero todo sigue igual”, indica el vecino Sergio Carrasco.

Sedapal resalta que destina las bombas como apoyo, pero que no es su responsabilidad. El MTC, por su parte, acota que aún no lleva la maquinaria porque la municipalidad debe antes precisarle la fecha y autorizar su entrada, y aún no lo hace. No obtuvimos respuesta de la comuna del Callao.

Los vecinos afectados dicen que viven en la zona más de 30 años. ANA recalca que es un lugar de alto riesgo, siempre expuesto a filtraciones de aguas que desembocan en el mar. Ellos agregan que nadie los moverá de ahí.

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