He subido un par de veces a los buses del corredor azul y encuentro similitudes con sistemas de transporte masivo de otros países. Sin embargo, son gruesas y llamativamente mayores las diferencias.
La experiencia diaria de viajar apretado y en calidad de embutido también la he tenido en buses de Londres y de Santiago, por citar dos casos, y las horas punta en esos lugares igualmente no discriminan. Eso incomoda, pero no molesta.
Las distancias que hay que caminar para acceder al servicio son a la par extendidas: varias cuadras a la redonda, circunstancia que, al fin y al cabo, uno termina encontrando aeróbica y muscularmente recomendable.
No obstante, las grandes diferencias están en la desorientación general que se aprecia entre los usuarios del corredor, principalmente, y en el manejo poco racional de las rutas que se percibe por parte de los operadores.
Tomando en cuenta que siete de cada diez capitalinos usan a diario transporte público en sus distintas variantes –64% lo hace en buses o combis, según la encuesta Lima Cómo Vamos 2013, a los que se suman los que van en mototaxis (5%), colectivos (4%) y el Metropolitano (3%)– es evidente que cualquier solución relacionado a este debe tener desde el arranque la capacidad de ofrecer rutas completas de desplazamiento para los directos afectados, así como trayectorias alternativas y equivalentes si les van a quitar las acostumbradas. Eso no está pasando aún.
Este corredor se ha echado a andar sin señalar travesías o mapas de desplazamiento integrales para el usuario: los 300 mil pasajeros diarios que van por la extensa ruta Rímac-Chorrillos, de ida y vuelta, y los 250 mil que solamente transitan por el actual tramo que contempla el corredor azul no tienen claro cómo van a ser sus viajes más allá de este tramo.
No lo tienen claro porque no existen conexiones dispuestas aún: se han postergado para una implementación que se va a desarrollar poco a poco. Lo malo es que la gente no viaja poco a poco. Hace viajes completos, o no viaja.
Por ello el desconcierto y su consiguiente mal humor son visibles y atendibles. Si revisamos los foros que tenemos en elcomercio.pe, la mayoría de nuestros lectores en Internet coincide en su apoyo a la reforma, pero también en señalar el desorden presentado por los usuarios.
El corredor azul tiene pues insuficiencias en el trazado de las rutas completas para su usuario frecuente, y consecuentemente en la señalética de las mismas. No hay mapas completos, pues no están organizadas las trayectorias en su integridad. Es decir, no hay idea de viaje total, lo cual dinamita el intento de disciplinar a la gente porque no hay cómo ni hacia dónde conducirla.
El haber perdido de vista la vida cotidiana del ciudadano en la implementación de una solución técnica es inexcusable. El omitir pedazos de sus mapas vitales es un error garrafal. La municipalidad está llamada a reparar ello inmediatamente.