Hace un cuarto de siglo, en un cerro frente a la mansa orilla de la playa La Chira, Raúl Ayala Zamora –un recio técnico en retiro del Ejército Peruano– empezó a picar la roca sobre la que fue construyendo, con la ayuda de sus hijos, la casa que comparte con su esposa. Primero utilizó material precario, luego madera y, años después, ‘drywall’. “Asesoría técnica no hemos tenido, pero sí mucha creatividad”, relata el hombre de 79 años.
Los Ayala son una de las más de 600 familias que conviven en el asentamiento humano Pacífico de Villa, en Chorrillos. Algunas levantaron sus viviendas de ladrillo y concreto pese al peligro que esto representa; otras han optado por materiales más livianos y maleables, tales como placas de yeso, madera o triplay. Pero todas comparten una realidad: habitan en casas muy peligrosas frente a un terremoto.
En la capital hay 928 mil personas vulnerables a una tragedia de ese tipo, según el Plan de Prevención y Reducción de Riesgos de Desastres de Lima Metropolitana 2019–2022. Y solo en Chorrillos, el barrio de don Raúl, existen 107 asentamientos humanos, donde –según la comuna– “se concentra la mayor población [distrital] y se encuentra la población que linda con la pobreza urbana”.
Los vecinos de Pacífico de Villa tienen alumbrado público y luz en sus viviendas, también servicio de alcantarillado. El agua potable es una promesa que todavía no se ha cumplido. Según el Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento (MVCS), en el Perú hay tres millones de personas que “sin acceso al agua por la red pública”.
Raúl Ayala –como muchos de sus vecinos– ha instalado en su casa de una planta un tanque de agua que abastece gracias a una cisterna que visita el barrio. Además, tiene colocados en la fachada de su casa enormes bidones plásticos en los que almacena el líquido. Muchas veces, el ingenio peruano alcanza para disimular algunas carencias.
–Una realidad alarmante–
De acuerdo a la Cámara Peruana de la Construcción (Capeco), ocho de cada 10 viviendas en el Perú son construcciones informales; en otras palabras, casas levantadas sin asesoría técnica ni diseño especializado.
“Cuando hablamos de autoconstrucción nos referimos a viviendas autogestionadas sin diseño adecuado, mano de obra calificada ni consideraciones técnicas. Esto deriva en un cúmulo de cosas que representan peligro para sus habitantes y también baja la calidad de sus vidas”, explica la arquitecta Juana Ortiz, gerenta zonal del Servicio Nacional de Capacitación para la Industria de la Construcción (Sencico) en Tacna y Moquegua.
Pero los sismos, peligrosos e impredecibles, no son el único riesgo para los peruanos que habitan en predios vulnerables. Hay problemas más comunes y cotidianos. “Hablamos de una cadena enorme de riesgos que van desde instalaciones eléctricas precarias que pueden terminar en cortocircuitos o el uso de materiales inflamables que podrían ocasionar un incendio”, agrega la especialista.
Sasha Chumpitaz, arquitecta de UDEAL, considera que el rol del Estado es fundamental para revertir la situación descrita a través de tareas como, por ejemplo, el reforzamiento de las estructuras de las casas que lo necesiten, así como asesoría técnica para quienes proyecto ampliar o modificar sus propiedades.
“Me refiero a una política masiva, no al reforzamiento de unas pocas viviendas en una zona determinada. […] La prioridad de los subsidios no puede estar orientada a la entrega de viviendas unifamiliares nuevas, sino al reforzamiento y asesoría para el más de 70% de viviendas autoconstruidas que hay en el Perú”, expresó.
Mientras tanto, la ministra de Vivienda, Solangel Fernández, anunció esta semana que su cartera prepara “un conjunto de propuestas para atender a las familias cuyas viviendas son especialmente vulnerables a los movimientos sísmicos y han sido construidas sin asistencia técnica”.
–En estado crítico–
El jueves, en la cuadra 13 del jirón Junín, en Barrios Altos, un hombre falleció después del derrumbe de la quinta María Luisa, un predio con valor monumental.
Fuentes de El Comercio informaron que el martes –dos días antes de la tragedia– la Municipalidad de Lima “detectó una obra clandestina en el interior de la quinta”, sin licencia ni personal calificado para los trabajos.
“Se verificó que se estaban demoliendo unos muros de aproximadamente 4.5 metros de altura y que el personal no poseía la indumentaria de seguridad para esta clase de labores”, explicaron nuestras fuentes.
Aunque cuando los bomberos atendieron la emergencia la víctima todavía estaba con vida, falleció minutos después.
“El adobe tiende a ceder. Vemos ahí que ha habido algunas obras de una zanja. Parece que han estado trabajando para hacer un vaciado de cemento y lamentablemente se han debilitado las estructuras”, dijo a Canal N el jefe departamental de Lima Centro del Cuerpo de Bomberos, Mario Casaretto.
La quinta María Luisa fue declarada como “finca ruinosa y tugurizada” en el 2001. En el 2019, la Municipalidad de Lima había advertido a los vecinos que lo habitan sobre “la necesidad de que efectúen las acciones para evitar riesgos de colapso”.
En mayo pasado, este Diario advirtió que en Barrios Altos hay muchos predios vulnerables, algunos de ellos con riesgo de derrumbe.
Rafael Aguilar, docente principal de Ingeniería Civil de la Universidad Católica, explicó a este Diario que en las casonas del Centro Histórico de Lima debe haber “una intervención coordinada entre el Estado y la sociedad para adecuarlas al uso que se les está dando, en este caso vivienda”.
“Lamentablemente, se hacen muchas obras sin control, con materiales y cargas [de peso] que no son compatibles con ese tipo de construcciones. Si, por ejemplo, metes concreto a una casa de adobe no la estás reforzando, sino que la haces más vulnerable. […] El tema central es una protección inteligente, porque estos edificios históricos son parte de nuestra identidad y debemos preservarlos”, destacó.
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