Mafias de brevetes: cierran 7 locales clandestinos en Conchán
Mafias de brevetes: cierran 7 locales clandestinos en Conchán
Pedro Ortiz Bisso

La historia de la humanidad está repleta de episodios de sugestión colectiva. En ellos han caído pueblos enteros, embriagados por el verbo alucinógeno de algún líder de ocasión o anonadados por supuestos avistamientos de índole mística o religiosa.

Como en el Perú “siempre pasan cosas”, no ha sido inmune a estas situaciones. Acabamos de experimentar una de ellas durante la Copa América, cuando, imbuidos por un patriotismo exacerbado, miles de personas manifestaron haber visto con absoluta claridad que el gol con que Raúl Ruidíaz quebró 41 años de frustraciones ante el seleccionado de Brasil fue conseguido lícitamente. Pese a la contundencia de las imágenes, las tomas desde distintos ángulos y la nitidez del HD, no hubo manera de hacerles dar su brazo a torcer.

Acaso por la bien ganada tradición gastronómica nacional, la discusión parecía salida del mostrador de una pollería: ¡muslo!, ¡pierna!, ¡primero muslo!, ¡muslo con encuentro!, fueron algunos de los argumentos esgrimidos durante estas discusiones, que en más de un caso pusieron en vilo añejas amistades, mutuamente acusadas de ser víctimas de avanzados estados de miopía.

La reciente confesión del delantero de Universitario –“Era la única ocasión para anotar y como sea debía entrar esa bola”– acabó con tanto byte desperdiciado, y condenó al silencio a quienes creyeron ver un oportuno muslo allí donde solo había un brazo descarado.

Ha coincidido que esta semana otro episodio de sugestión colectiva quedara revelado. Aunque más que colectiva, habría que llamarle selectiva, porque no se entiende cómo el Ministerio de Transportes y Comunicaciones, la Municipalidad de Villa El Salvador y el Touring Automóvil Club recién hayan advertido que existe una mafia alrededor de la entrega de licencias de conducir.

Solo después de la denuncia de El Comercio, las autoridades reconocieron lo que es evidente para cualquiera que alguna vez haya acudido al centro de exámenes de Conchán. El lugar es lo más parecido a un mercado persa por la abundancia de tramitadores, escuelas informales de manejo y edificios de ladrillo pelado que fungen de miradores, desde donde los conductores que rinden sus exámenes de manejo reciben información sobre el circuito.

En adelante, afirman las autoridades, la manera cómo se harán las evaluaciones cambiará, habrá más requisitos, y será necesario dar un examen en la calle acompañado por un inspector para recibir el brevete.

Todo será distinto, aseguran, pero a la luz de los antecedentes es difícil predecirlo. La corrupción no conoce de barreras, más aun cuando la autoridad no tiene voluntad de combatirla. Es momento de que demuestren que este anuncio no se convertirá en una nueva alucinación.

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