(Foto: Difusión)
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Angus Laurie

Una de las rutas precolombinas del Qhapaq Ñan seguía el trazo donde, hoy en día, la avenida Pachacútec divide los distritos de Villa María del Triunfo y Villa El Salvador. El eje de la avenida Tomás Marsano también fue otro camino del Qhapaq Ñan –una de las grandes redes peatonales en la historia de la humanidad–.

De hecho, mucho del eje de la línea 1 del metro, incluyendo las avenidas Pachacútec, Tomás Marsano y Aviación, sigue el antiguo camino peatonal, un trazo que todavía sigue teniendo una importancia en la estructura urbana de Lima.

Por coincidencia, esta misma red articula las dispersas sedes de los Juegos Panamericanos 2019, cruzando la Villa Panamericana, pasando cerca de la Villa Deportiva de Villa María del Triunfo, la Base Aérea de Las Palmas y la Videna, en San Luis.

Se podría imaginar que un buen proyecto de legado de los Juegos Panamericanos podría ser la recuperación de algunas partes de la red del Qhapaq Ñan, en Lima, como corredores que privilegian el movimiento peatonal, una idea aun más factible por la presencia del metro a lo largo de una gran parte de este eje. Después de todo, los proyectos más exitosos en términos de legado de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro y de los Juegos Panamericanos de Toronto consistieron en la reconversión de arterias de tráfico exclusivo vehicular en bulevares multimodales –un concepto que busca dar privilegio a la movilidad sostenible, incluyendo el acceso a los peatones, el transporte público y la bicicleta, mientras que se permite el tránsito de automóviles–. Sin embargo, esta visión no puede estar más lejos de la realidad en Lima.

En setiembre de este año, el Decreto Supremo 263-2017-EF fue publicado en el diario oficial “El Peruano”, en el cual se aprueba la transferencia de S/374 millones a la Municipalidad de Lima Metropolitana para “la ejecución de obras viales que permitan cubrir las necesidades de transporte de los ciudadanos durante la celebración de los XVIII Juegos Panamericanos”.

Dentro de las obras por ejecutar estarían la construcción de tres pasos a desnivel en el eje de la línea 1, o Qhapaq Ñan, en las intersecciones con las avenidas San Juan, Miguel Iglesias y 26 de Noviembre, en San Juan de Miraflores. Se puede decir que es posible que el diseño de pasos a desnivel para vehículos pudiera acomodarse a la accesibilidad peatonal, pero las obras construidas hasta ahora en Lima –pensando específicamente en el ‘by-pass’ de 28 de Julio y Villarán, en San Isidro– funcionan como cicatrices que rompen la conectividad de la red peatonal.

Siendo justos, algunos de los proyectos parecieran vitales para Lima, como la extensión del Metropolitano hacia la Panamericana, en el sur, y hacia la avenida Chimpu Ocllo, en el norte. Sin embargo, en general, la redacción del decreto supremo sugiere que el gran gasto es solamente para mejorar el tránsito vehicular durante los Juegos Panamericanos y, tal vez, a costo de las necesidades a largo plazo de la ciudad. 

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