El partido que se juega Urresti, por Raúl Castro
El partido que se juega Urresti, por Raúl Castro
Redacción EC

Ha tenido el gobierno peruano que afrontar la organización de un megaevento como la COP 20 para prestar atención –populista y reactivamente– a un problema local y endémico con ya varios fallecidos como saldo trágico: la violencia en el fútbol.

Ayer lunes el Ministro del Interior afirmó tajantemente que su sector no movilizará de aquí en adelante policías para resguardar a los aficionados durante los partidos locales “porque no alcanzan los efectivos para brindar seguridad y cuidar los estadios”.

En su lugar indicó que los clubes tendrán que contratar ahora seguridad privada o agentes de franco para controlar los accesos y el interior de los recintos. “El resto de la ciudad será de la policía”, advirtió.

Si bien el ministro lo indicó para el encuentro entre Sporting Cristal y , que definirá al próximo campeón nacional, es inevitable asociar este anuncio con la guerra personal que el titular del Interior lucha contra el presidente de la Federación Peruana de Fútbol, Manuel Burga.

Ya un mes atrás advirtió que evalúa no autorizar vigilancia policial en los partidos de primera división del fútbol peruano mientras Burga, su cohorte y su estatus quo sigan a cargo. El retiro de la seguridad para la final mencionada sería consecuencia de dicha amenaza.

¿Hace bien Urresti en zanjar así con los clubes y exigir que se pongan los pantalones largos de una vez por todas?

Hace bien. El desastre organizacional y deportivo que existe en nuestro fútbol profesional exige que los aficionados, el Estado y los ciudadanos en general presionemos a todo nivel para que los clubes se pongan a la altura de lo que la competencia internacional hoy requiere.

La seguridad en los campos de juego peruanos es una vergüenza. Si el hincha quiere ir con sus hijos, sus padres o su enamorada a alentar a su equipo favorito, tiene que pensarlo varias veces. Tiene que trazar estrategias para reducir los riesgos de robos o agresión del rival. Tiene que calcular no pasar por sitios críticos a determinada hora. Ir al estadio en la actualidad es practicar un deporte de aventura.

Y así no debe ser. Es por eso que la exigencia a los clubes de que organicen el espectáculo con todas las garantías del caso, con seguridad administrada profesionalmente por empresas privadas, es un pendiente que ha debido darse desde hace mucho tiempo atrás.

Lo lamentable es que la medida se esté dando de forma tan personalizada, tan poco integral o planeada, resultante de una elemental fórmula populachera de un político más interesado en ser candidato y ganarse el favor del pueblo (¿quién no odia a Burga?) que en hacer las cosas realmente bien.

Sin embargo, Urresti aún puede enmendar. Está a tiempo de liderar un verdadero cambio en el fútbol peruano empezando por la seguridad, convocando a los actores y disponiendo con ellos no solo el control interior sino de toda la ciudad cuando hay partidos. La pelota está ahora en su cancha.

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