Una bicicleta es robada del estacionamiento del paradero Plaza de Flores, en Barranco. El vehículo tiene GPS, así que el dueño va a la comisaría a denunciar el hecho con la esperanza de que la policía la recupere rápidamente. En lugar de ayuda y una pizca de empatía, lo que encuentra es una indignante mezcla de desidia y desesperante ineptitud.
► Policías vs. ladrones: Cinco horas al día perdidas tras una denuncia por robo
Esta es la historia de “Policías y ladrones: ¿por qué la delincuencia en el Perú gana la batalla?”, el primer video de #EstoyAlerta, la campaña sobre la inseguridad ciudadana que acaba de lanzar El Comercio .
En los pocos días que lleva en la cuenta de Facebook del Diario, el video ya suma dos millones cuatrocientas mil reproducciones, un registro excepcional para una historia audiovisual que bordea los 15 minutos.
Las razones de su éxito no son difíciles de explicar: denuncia un hecho que no es ajeno al común de las víctimas de la delincuencia que acudieron a la policía albergando la esperanza de encontrar una solución y se toparon con respuestas inadecuadas teñidas de indiferencia.
El video, por lo demás, muestra lo ocurrido en una comisaría ubicada en una zona consolidada de la capital. Más allá de las estrecheces propias de una estación policial en el país, sobra imaginar lo que sucederá en establecimientos situados en localidades más recónditas y empobrecidas.
La sensación de inseguridad se alimenta de los robos y hurtos menores, esos que nos dejan con una enorme sensación de vacío e impotencia: un raquetero que baja de una moto para arranchar un celular o la pareja de encapuchados que irrumpe en una pollería para cargar con las pertenencias de los comensales. ¿Vale la pena después de eso ir a una comisaría a denunciar la pérdida de un bolso o una billetera?
La respuesta la da el INEI. Apenas el 16,8% de las víctimas de un delito denuncian. En Tacna y Puno lo hace el 9%; en Junín, Huancavelica y Apurímac no llega al 12%. Y entre los que no lo hacen, el 32% afirma que “es una pérdida de tiempo”.
Luego de los asaltos, estafas y demás crímenes que acaparan gran parte de los segmentos de los noticieros mañaneros, en ocasiones aparecen oficiales de la policía reclamando que la población denuncie a los delincuentes. Antier uno de ellos explicaba que solo de esa manera podrán tener la data necesaria para buscarlos y realizar labores de prevención.
Tiene razón. Sin información es imposible que cualquier cuerpo organizado de seguridad pueda llevar a cabo con eficiencia su labor. ¿Pero qué hacemos cuando el policía es sinónimo de desconfianza? El 14,3% de quienes no denuncian lo creen así. Para un gran sector de la ciudadanía, aún cargan con la careta de ineficacia y corrupción, además de ser sinónimo de abuso. ¿Entonces, para qué revictimizarse en búsqueda de justicia?
Sin embargo, cargarle la responsabilidad solo al policía sería, para estar a tono, también un abuso. Si desde el Ministerio del Interior no hay directivas concretas que apunten a recuperar la confianza de la ciudadanía, podrán seguir alquilando más patrulleros o enviando más agentes a las calles. Poco o nada cambiará.