Antes de suspender sus labores, a inicios de abril, el cardiólogo de iniciales T.M. había dispuesto todo para que su ausencia no contrariara a sus pacientes: dejó evaluados electrocardiogramas, adelantó exámenes auxiliares y prescribió tratamientos. Para entonces el registro de coronavirus en el Perú raspaba los 2.300 contagios y daba cuenta de 83 fallecidos. El cardiólogo es hipertenso y tiene 61 años. Una condición que asociada con un débil sistema inmunológico podría haberlo hecho víctima mortal del COVID-19 en pocas semanas. Pero él ha sido parte del grueso de trabajadores del Hospital Dos de Mayo enviados a sus casas de licencia por grave riesgo ante la pandemia.
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En este establecimiento de salud, la evolución del COVID-19 ha marchado a una cruda proporción inversa: los infectados colmaron casi todas las áreas del sanatorio y el personal médico mermó de forma abrupta. La pandemia ha generado el mismo fenómeno adverso en todos los hospitales del Perú. Pero la particularidad de este, el más antiguo del país, es que gran parte de sus empleados son mayores de 60 años o tienen comorbilidades; y en muchos casos, ambas condiciones.
El presidente del cuerpo médico del Dos de Mayo, Elver Leguía, afirma que el hospital está operando apenas con el 25% de todo su personal. Es decir, de los casi 3.500 empleados de las áreas de salud y administrativas, hoy en día laboran poco más de 800.
“Aquí ya casi todos los que están internados son sospechosos o positivos de COVID-19, ya no hay camas y faltan médicos. Estamos desbordados”, comenta Leguía.
El cardiólogo T.M., por ejemplo, trabajaba con otros cinco médicos en turnos de 12 horas en el pabellón San Antonio, una sala que albergaba a 40 pacientes con males del corazón y de las especialidades de Neurología y Hematología. Hoy aquella sala sirve para el descanso de los doctores y enfermeras que deben redoblar sus turnos laborales en las áreas de hospitalización acondicionadas para los casos confirmados de COVID-19. En el pabellón San Antonio, además, son almacenados los equipos de protección personal e insumos contra la enfermedad.
En los dos últimos meses, las salas Santo Toribio, Santa Ana, San Pedro, San Andrés, y Julián Arce han sido adaptadas para la atención de casos COVID-19. Hasta fines de marzo, estos ambientes amparaban a pacientes de diversas patologías. Ahora ellos han sido dados de alta o acuden a consultas externas. También, los que estaban en el pabellón San Antonio y las salas Santa Rosa II y III.
Leguía apunta que la sala San Camilo, el área pediátrica del hospital, es otro espacio destinado para pacientes con coronavirus. Además, Emergencia, el Servicio de Cuidados Críticos, y las carpas de hospitalización habilitadas en la cochera y en una canchita de fútbol del sanatorio. A estas carpas llegan diariamente unas 200 personas con síntomas de la enfermedad en busca de atención o pruebas de descarte. Las colas de pacientes que parte desde el portón de acceso al estacionamiento se forman durante la mañana, noche o madrugada, y son interminables.
“Hay pacientes que incluso vienen por una afección distinta y terminan siendo casos de COVID-19. Entonces deben quedarse”, señala.
Al borde
El jefe del Servicio de Cuidados Críticos del Hospital Dos de Mayo, Willy Díaz Suarez, indica que en todos los pabellones hay alrededor de 300 internados por coronavirus y calcula que este es el local con más aquejados por la enfermedad. Con esta sobrepoblación, un médico que en lo habitual atendía a ocho pacientes actualmente tiene que repartirse y dar tratamiento a 18 o 20. La ausencia de personal está a punto de afectar también al área que Díaz lidera.
Cuidados Críticos (denominación que aquí tiene la unidad de cuidados intensivos) acoge hasta ahora seis pacientes COVID-19 y 15 por otras causas médicas. Se trata quizá de la unidad de medicina intensiva más compleja de todo el país. El doctor Díaz dice que ante el incremento de casos COVID-19 que urgen de ventilación mecánica, desde mañana serán destinadas 22 camas de Cuidados Críticos a este tipo de pacientes. Para ello, los internados en esta área por otras causas médicas serán transferidos a instituciones que no reciben infectados por coronavirus (el Hospital Santo Toribio de Mogrovejo, por ejemplo).
En Cuidados Críticos ya tienen previsto que esas 22 camas serán ocupadas de inmediato. Por norma técnica, un médico intensivista debe tratar a no más de seis pacientes. Díaz sostiene que una de las fortalezas del área para la actual coyuntura es que la mayoría de los intensivistas a su cargo son menores de 50 años. Solo uno, mayor de 60, recibió licencia por precaución. La ampliación del servicio estará monitoreada por cinco especialistas del mismo hospital. Sin embargo, el médico considera que el aumento de pacientes que ya no se estabilizan con terapias de oxígeno obligará a una nueva extensión de Cuidados Críticos con, por lo menos, seis camas más. Para esta etapa, asegura, la necesidad de personal será urgente.
“Los pacientes siguen llegando y llegando. Las colas son enormes todos los días y a toda hora”, señala.
El presidente del cuerpo médico del hospital no tiene un registro exacto en torno a los médicos y enfermeras que han sido contagiados de COVID-19 a la fecha. Sin embargo, este Diario pudo conocer que cuando fueron reportadas las primeras cinco muertes por el mal en el Dos de Mayo, al menos dos enfermeras dieron positivo en los muestreos. Entonces, los técnicos y especialistas que laboraban con ellas fueron aislados. En uno de sus últimos reportes, el Colegio Médico del Perú informó que hay 348 profesionales de la salud contagiados de COVID-19, 22 de los cuales están en las Unidades de Cuidados Intensivos.
El Comercio buscó la versión de la dirección del hospital sobre este punto y en cuanto a la crisis por falta de personal, pero al cierre de esta edición no obtuvimos respuesta.
Problema nacional
La dura situación del Dos de Mayo es tal vez el reflejo más amplio de lo que ocurre en todos los hospitales del Ministerio de Salud (Minsa) por ser el que más pacientes con COVID-19 recibe día a día. El presidente de la Federación Médica Peruana, Godofredo Talavera, indica a este Diario que de los 65 mil médicos que ejercen en el país, cerca de 30 mil trabajan para el Minsa. De estos, más de 9 mil tienen comorbilidades, son mayores de 60 años o están sin contratos formales. Se trata del 30% de profesionales de la salud que por esas condiciones no están laborando.
De cara a la enorme ola negra de esta pandemia, Talavera remarca: “Nos faltan 16 mil especialistas a nivel nacional y cerca de 10 mil para atenciones generales”. De acuerdo con los reportes que recibe, en el Dos de Mayo como en los hospitales Arzobispo Loayza, Hipólito Unánue, Cayetano Heredia y Sergio Bernales casi el 100% de pacientes que requieren atención actualmente son casos sospechosos o positivos de COVID-19. En todos estos sanatorios, sostiene Talavera, el número de camas de sus unidades de cuidados intensivos se ha triplicado con el aumento de afectados por el virus.
Godofredo Talavera, médico pediatra en el Hospital del Niño, dice que a ese establecimiento ubicado en Breña ya han sido enviados todos los niños que recibían tratamiento por distintas patologías en el Dos de Mayo. Y prevé que en los próximos días la capacidad de los hospitales del Minsa en Lima quedará al tope solo con infectados de coronavirus. “El Dos de Mayo, está semana; la otra, el Hipólito Unánue". Y los que siguen en ese camino, presagia, serán el Cayetano Heredia y Arzobispo Loayza.
¿Cómo se contagia el coronavirus?
El COVID-19 se contagia por el contacto de una persona sana con otra que esté infectada. Esta enfermedad se propaga de persona a persona mediante las gotículas procedentes de la nariz o boca cuando el que se encuentra enfermo tose o exhala.
En muchos casos, estas gotículas caen sobre objetos o superficies, que después tocan otros individuos y se llevan a la nariz, ojos o boca cuando pasan sus manos por la cara.
¿Cómo evitar la propagación del coronavirus?
Para reducir la probabilidad de contagio existen varias maneras. Las principales son:
· Lavarse las manos con agua y jabón por 20 segundos y usar alcohol o gel desinfectante.
· Mantenerse a una distancia mínima de 1 metro de cualquier persona.
· Evitar tocarse los ojos, la nariz y la boca, debido a que las manos al palpar muchos objetos y superficies pueden recoger el virus.
· Mantener una buena higiene respiratoria: si tose o estornuda deberá cubrirse la boca y la nariz con el codo doblado o con un pañuelo de papel, que deberá desecharse de inmediato.
· Permanecer en casa si no se encuentra bien. En caso tenga fiebre, tos y dificultad para respirar, busque atención médica y siga las instrucciones que le de personal de salud.