*Con la colaboración de Laura Urbina y Melissa Valdivia
Uno de los principales temores de las personas hoy en día es contraer el COVID-19. Y no solo por las complicaciones a la salud que esto implica, sino por la probabilidad de contagiar a un miembro de la familia. Ese temor, sin duda, se acrecienta más cuando la persona se encuentra más expuesta al virus. Ese es el caso del personal de salud que día tras día combate el coronavirus, enfermedad que a la fecha ha causado la muerte de 445 personas en el país.
A continuación presentamos algunas historias del personal sanitario desde el lado más personal, ese que también debemos tener presente a las 6 p.m., cuando aplaudimos, y en cualquier otro momento del día:
Dormir con una mascarilla
Jesús Valverde Huamán lleva ya 21 años como doctor especialista en medicina intensiva. En diálogo con El Comercio cuenta que parte de la rutina de un médico de su especialidad es el trabajo de guardia, es decir, trabajar de 12 a 24 horas en un establecimiento de salud y luego hacer lo mismo en otro. En su caso, él labora en la Clínica San Pablo y en el Hospital Dos de Mayo.
“La Unidad de Cuidados Intensivos es el corazón del centro de salud. Nosotros somos especialistas en pacientes graves o potencialmente graves. Debido a la falta de médicos intensivistas todos trabajamos en dos sitios. Incluso hay algunos que lo hacen en tres”, indicó.
Desde que llegó el COVID-19 al Perú, Jesús y su esposa, quien comparte también la misma profesión, evitan hablar del trabajo en casa y tratan de concentrarse en compartir momentos con sus tres hijos, dos de ellos aún niños. Sin embargo, cuando llega la noche, a Jesús le cuesta dormir debido al temor que siente de poder contagiar a los suyos.
“El área de UCI de la clínica recibe varios pacientes con el COVID-19. A pesar de contar con el equipo médico de seguridad y cumplir con el protocolo de higiene el temor no se va. Han habido ocasiones incluso que he dormido con mascarilla por temor a contagiar a mis seres queridos”, recuerda.
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Tal es el nivel de estrés y preocupación de un médico que se enfrenta al coronavirus que en el caso de Jesús lleva el trabajo a la casa. Mientras su familia duerme, él revisa una y otra vez los casos de los pacientes para encontrar la forma de mejorar sus estados de salud.
“Cuando un paciente entra a UCI no solo entra él, entra una familia completa. Su dolor es el dolor de todos sus familiares. Las personas a veces piensan que los médicos tenemos el corazón duro después de ver tanta muerte y dolor. Se equivocan, hacemos hasta lo imposible por salvar al paciente y si no lo logramos es un gran pesar darle esa noticia a la familia”, expresó.
Jesús precisó que las unidades de cuidados intensivos han cambiado para siempre con esta pandemia. Se ha incrementado tanto el temor de contagio que se han modificado los protocolos de bioseguridad, de manejo del paciente, del trato al familiar, entre otros aspectos. “Nada volverá a ser como antes”, dice.
Cuando hay niños de por medio
Los más vulnerables al nuevo coronavirus son los niños y ancianos. Este Diario conversó con una enfermera que integra el equipo especial a cargo del Área COVID del Hospital del Niño de Breña.
Ella cuenta que el hospital ha tenido que elaborar nuevos protocolos, desde el ingreso hasta la salida de los trabajadores, y que el temor de contagio siempre está presente. “Se siente la tensión, hay miedo, pero no puedes dejarte bloquear porque basta un error y una puede contagiarse. Así que te haces ‘amiga’ del miedo. Por ejemplo, ha habido días que no dormía bien porque sabía que tenía turno al día siguiente”, señala.
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La enfermera de 34 años indica que tanto ella como sus compañeras cuidan el material de bioseguridad como ‘oro’, ya que les han avisado que puede agotarse. Además, existe la preocupación de poder llevar el virus a casa. Cuenta que se ducha tanto en el hospital –cuando acaba su turno- como al llegar a su vivienda.
“En mi casa hemos puesto un lavatorio con agua y lejía para desinfectar los zapatos, que luego dejamos en la entrada. La ropa con la que vengo la dejo en una bolsa y no la toco hasta el día siguiente. Luego de reposar 24 horas la lavo, aparte y a mano”, precisó.
Esta valiente mujer sostiene que el principal temor es contagiar a su familia, principalmente a sus padres y a su pequeña hija, quien ya ha estado hospitalizada por neumonía cuando tuvo 2 años, por lo que es más vulnerable aún.
“Si supiera que el virus solo se quedara en mí, sin lograr contagiar a nadie, estaría más tranquila. En mi casa vivimos ocho personas, por eso mi mayor miedo es contagiarlos a ellos, sobre todo a mi hija, me da mucho temor que se enferme”, expresa preocupada.
Por otro lado, una de las cosas más duras que vive a diario es tener que ver a sus compañeras luchar y exigir materiales de protección, cuando es un derecho propio del personal de salud.
La doctora que cuida el valle
Lourdes Díaz Torres, médica de profesión, nunca se imaginó que el COVID-19 llegaría hasta el valle del distrito de Santa, en Áncash. “Pensar que llegaría a Perú, sí. Pero a Santa, no, imagínese. Uno piensa que los casos solo se verían en Lima, pero no en el valle Santa”, indicó Díaz Torres, jefa del centro de salud de Santa.
Lourdes, de 37 años, lidera el grupo de profesionales de salud que se enfrenta al temido virus y atiende a posibles pacientes infectados. Desde que se detectó el mal en dos personas del centro poblado Tambo Real, a veinte minutos de Chimbote, ella y su equipo no han parado de trabajar.
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La doctora sostiene que no tiene horario de entrada ni salida del establecimiento de salud. Desde que se decretó estado de emergencia nacional por el coronavirus su esposo se ha quedado al cuidado del hijo de ambos de apenas un año de edad.
Asimismo, revela que el personal asistencial siente bastante preocupación y temor de que el virus se haya extendido en el valle Santa, pero afirma que tienen “la responsabilidad de acudir al llamado del paciente, teniendo en cuenta las medidas de bioseguridad para no exponernos ni exponer a nuestras familias. Los aplausos de los peruanos nos reconfortan y es bastante gratificante porque el temor está presente y a veces somos criticados”.
Díaz Torres tiene la esperanza de que la pandemia que mantiene en vilo al mundo acabe pronto. Exhorta a la población a sumarse al esfuerzo del personal de salud respetando el aislamiento social. “Si se respeta la cuarentena esto puede terminar rápido, pero mientras se siga propagando va a tomar más tiempo. Lo que se quiere es que la gente tome consciencia y guarde la calma”, enfatiza.
Un riesgo latente
El doctor Enrique Arana García, médico infectólogo del área de COVID- 19 del Hospital Regional de Cusco, ha luchado toda su vida profesional contra enfermedades como el dengue, la hepatitis y el VIH. Ahora le toca enfrentar al coronavirus en la Ciudad Imperial. Todos los días viaja en su propio auto desde (Urcos), en la provincia de Quispicanchi, hasta la ciudad del Cusco. Antes hacía ese trayecto en una hora, pero con la restricción del tránsito vehicular por el estado de emergencia llega en media hora al hospital y aprovecha para recoger al personal médico que labora con él.
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Confiesa que cada día, antes de empezar su servicio, se encomienda a Dios, por él, por su familia, y por su otra familia: sus pacientes. Antes de la llegada del COVID-19, el médico veía regularmente a sus pacientes con VIH que llegaban al hospital para su tratamiento mensual, hoy la mayoría de ellos ha preferido internarse en casa y evitar regresar al hospital por miedo a un posible contagio de coronavirus. Ahora, día tras día, ve nuevos rostros, asustados la gran mayoría de ellos, con la incertidumbre de un diagnóstico que todos tememos: “posible caso de COVID-19”. Hasta el momento todos los pacientes que ha visto el doctor Arana han resultados negativos, sin embargo, el riesgo es latente.
“Mi esposa, mi bebé y mi madre me preocupan siempre, es una situación complicada en la que actuamos con responsabilidad evitando el contacto directo con ellas para protegerlas”, señala. Aunque teme por los suyos, también es un convencido de que él y sus colegas son la primera línea de batalla ante el virus y no piensan bajar la guardia.
Apoyo psicológico
La psicóloga Carmen Solís señaló que el impacto emocional que viene teniendo todo el personal sanitario que enfrenta el COVID-19 es muy fuerte. Por un lado se encuentra la frustración e impotencia por querer hacer más para poder atender y en algunos casos salvar a un paciente, pero que debido a una serie de limitaciones que escapan de sus manos no lo logran. Por otro lado está la preocupación de poder contagiar a su familia y la ansiedad que puede generar una tensión dentro del hogar.
“Es una profesión que en este momento de crisis sanitaria los pone entre la espada y la pared, de tener que enfrentar el virus y también sopesar toda esa presión a nivel familiar y personal. Puede generar ansiedad, insomnio, cansancio, incluso agotamiento, probablemente no ahora pero sí a largo plazo. Toda esta crisis es algo que va a impactar mucho a nivel emocional”, explicó.
En cuanto a las familias que cuentan con alguien que brinda servicio de salud, la especialista indicó que estas tienen que ser bastante tolerantes y reconocer el esfuerzo y la carga emocional que este trabajo demanda. Agregó que tienen que tener un grado de empatía muchísimo mayor para poder ponerse en los zapatos de esta otra persona.
“De seguro van a estar muy irritables o sensibles, y lo que hay que hacer es no minimizar la emoción, sino se va a ir cargando y va a llegar un momento en que esa persona no va a poder más”, detalló.
Por último, Solís dijo que en general la situación que viene atravesando el Perú y el mundo obliga a las personas a reevaluar un montón de proyectos, de ideas que se tenía a nivel familiar y profesional. Es por eso que precisó que cada uno de nosotros necesitamos un espacio para pensar y descansar, y con mucha más razón los médicos, enfermeras y todo el personal sanitario que viene combatiendo el coronavirus. “En general todos necesitamos tomarnos un tiempo para descansar”, sentenció.
¿Quiénes son las personas que corren más riesgo por el coronavirus?
Debido a que la covid-19 es un nuevo coronavirus, de acuerdo con los reportes que se tienen a nivel mundial, las personas mayores y quienes padecen afecciones médicas preexistentes como hipertensión arterial, enfermedades cardiacas o diabetes son las que desarrollan casos graves de la enfermedad con más frecuencia que otras.
¿Hay cura para la covid-19?
Aún no existen pruebas de que alguna vacuna o medicamento pueda prevenir o curar la enfermedad. Sin embargo, los afectados deben recibir atención de salud para aliviar los síntomas; y si el paciente está grave, deberá ser hospitalizado.
La OMS coordina esfuerzos para encontrar la cura contra este nuevo coronavirus que ha acabado con la vida de miles de personas.
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