Desde marzo de este año, todos los primeros viernes del mes, a las 6 p.m., decenas de personas se reúnen en la huaca San Borja, ubicada en la calle Arqueólogos, frente al Ministerio de Educación, para realizar un pago a la Pachamama (o la madre Tierra). Una ceremonia similar se desarrolla, al mismo tiempo, en otros recinto prehispánicos del Perú, Chile, Bolivia y Argentina.
Cada mes dedican su ofrenda a algo distinto, como la prosperidad o el éxito laboral. Este viernes 6 de setiembre, en San Borja, el tema fue la fertilidad.
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Casi 30 personas asistieron al evento. La mayoría superaba los 30 años. Se colocaron en la explanada formando un circunferencia de modo tal que la mitad estuvo conformada solo por mujeres y el otro arco solo por hombres.
Al centro se extendió un manto de estilo andino y sobre él se depositaron mandarinas, plátanos, papas, camotes, limones, hojas de coca, flores de distintos tipos y vinos.
La ceremonia comenzó con unas palabras en quechua. Hipólito Peralta, quien lideraba el rito, pasó por cada participante y le derramó un poco de agua florida en las manos. Deben aspirarlo intensamente, les dijo. "Hasta que les dé ganas de toser".
Mientras tanto un ayudante iba preparando una ofrenda en un kero. Luego tomó un puñado de hojas de coca y las repartió entre todos. Más tarde serían quemadas.
Peralta distribuyó flores: claveles rojos para las mujeres y blancos para los hombres. Formó un grupo más pequeño y se aproximó a la huaca con rosas, girasoles, vino y cigarros.
El vino fue derramado por cada integrante del pequeño círculo mientras sonaba una quena. Luego retornaron al círculo más grande y, mientras el "maestro" Peralta hacía sonar una concha de caracol, los demás alzaron sus manos hacia uno y otro lado.
En la ceremonia participaron Martín Moya, en representación de Unicef, y Nora Delgado, directora general de Educación Intercultural Bilingüe y Rural del Minedu. En esa dirección trabajan especialistas de diferentes pueblos originarios que se han sumado al objetivo de mantener las tradiciones.
"No se trata de chamanería, sino de revivir un momento de espiritualidad que viene desde nuestros ancestros", dicen en el Minedu.
—Sobre la huaca San Borja—
Se trata de una especie de pirámide hecha de tierra compacta durante el dominio del señorío Ychima, que agrupaba los curacazgos de Ate, Surco, Guatca, Lima, Maranga y La Legua. Sirvió como centro administrativo y religioso.
Tras la conquista española la estructura fue radicalmente alterada. De acuerdo con el Ministerio de Cultura, durante la época colonial se construyó una vivienda en la cima de la huaca, que permaneció hasta la etapa republicana. La explanada fue usada como corral.
Actualmente colinda con las avenidas Los Arqueólogos y Canadá, el colegio Virgen de Lourdes y la urbanización Torres de San Borja.
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