Pedro Ortiz Bisso

Aunque no era la primera vez que se enfrentaban en el Estadio Nacional (ya lo habían hecho en 1997), el partido entre los equipos femeninos de Universitario y Alianza Lima, jugado el pasado 26 de octubre, tuvo carácter histórico.

Nunca antes un encuentro de esa índole había despertado tanto interés. Se habilitaron 13 mil localidades y un canal de cable lo transmitió en directo.

Ese día, en uno de los palcos del José Díaz, estuvo Manuel Burga Seoane, el recordado expresidente de la Federación Peruana de Fútbol (FPF).

Desde que la Corte Federal de Brooklyn lo declaró “no culpable” de asociación ilícita por el ‘Fifagate’, en diciembre del 2017, sus apariciones públicas habían sido escasas.

Ser uno de los pocos exdirigentes sudamericanos que se habían librado de la cárcel lo sumió en el bajo perfil. Recién el último miércoles dio declaraciones al programa “Superdeporte”, luego de que en la víspera el Comité de Ética de la FIFA le enmendara la plana a la justicia estadounidense y lo declarara culpable de ser parte del esquema de sobornos que sacudió al fútbol hace cuatro años. Fue inhabilitado de por vida para ejercer la dirigencia y le impusieron una multa de un millón de dólares.

Pese a los intentos de Gianni Infantino de diferenciarse de Sepp Blatter, su suspendido antecesor, la justicia futbolística parece seguir siendo selectiva. Porque mientras la FIFA sancionaba a Burga, la Conmebol seguía sin pronunciarse sobre el presidente de la FPF, Agustín Lozano, involucrado en un escándalo de reventa de entradas de los partidos de la selección.

Por el contrario, en las últimas semanas su gestión ha sido premiada con la organización del Mundial Sub 17 en el 2021. Y hace unos días se le entregó la sede de la final de la Copa Libertadores, que por primera vez se realizará en un solo país.

En el caso del Mundial, la FPF no había mostrado mayor interés en organizarla, luego de que la propia FIFA le quitara la sede del torneo que, por estos días, se realiza en Brasil. Según el periodista Pedro Canelo, ningún país quería organizar el certamen. El presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, levantó la mano y dijo que Sudamérica podía tomar el encargo. Se comunicó con Lozano y este accedió.

¿Por qué este súbito ‘camote’ de los mandamases del deporte rey hacia nuestra alicaída federación? ¿Cuál es la parte de la historia que no conocemos?

Por lo pronto, una misteriosa cuenta de Twitter (@lapelotadelperu) que hasta hace unos días se dedicaba a difamar a los periodistas que criticaban a Lozano, ha desaparecido de la red.

Hay que guardar las apariencias, pues.

**El Comercio no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

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