(Foto: Agencias)
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Pedro Ortiz Bisso

Armando Manzanero se habría contagiado del COVID-19 el 7 de diciembre, durante una reunión familiar para celebrar su cumpleaños en la que no se usaron mascarillas. “Mi padre, lamentablemente por esa inquietud que sufren todos, de estar cansados de estar en casa, en su cumpleaños se fue a echar desmadre, a un viaje familiar”, declaró su hijo Juan Antonio al diario mexicano “Reforma”.

Cuatro días después, el querido cantautor estuvo en su tierra (Mérida, Yucatán) donde se inauguró la Casa Manzanero, un espacio cultural dedicado a su trayectoria. Durante la ceremonia, los asistentes –incluyendo el compositor- estuvieron con cubrebocas, aunque sin respetar la distancia social. Como cierre, don Armando interpretó algunas de sus canciones.

En la prensa mexicana se especula que Manzanero viajó a Yucatán con algunos síntomas del COVID-19. Lo cierto es que el 17 fue internado en un sanatorio y once días después su cuerpo no resistió más.

Duele decirlo, pero el maestro no fue responsable. Si hay algo que ha probado este virus es que es traicionero y desafiarlo puede costar la vida.

El hartazgo por el uso de las mascarillas, el lavado frecuente de manos y el distanciamiento social es natural. El confinamiento atosiga, las ganas de abrazar a nuestras querencias, volver al trabajo o simplemente perderse en medio de la multitud tientan hasta al más paciente.

Pero démosle una mirada a las cifras reveladas ayer por el Ministerio de Salud:

1.588 nuevos contagiados, 157 nuevos hospitalizados y 33 personas más ocuparon una cama UCI.

Los números empiezan a acercarse a los de nuestros peores días. En las redes sociales vuelven a aparecer pedidos desesperados por camas UCI. A este ritmo, como ya ocurre en Piura, pronto reaparecerán las colas para comprar balones de oxígeno y los hospitales se llenarán de carpas con gente desesperada por atención.

Si está pensando en la fiestecita de fin de año, en el viajecito para “recargar energías”, en que no le va a pasar nada “porque todos nos vamos a hacer las pruebas”, piénselo bien.

Nadie es invencible. Recuérdelo.

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