¿Cómo quiere que lo recuerden? La pregunta debe habérsele cruzado en el camino en algún momento de su vida. La imagen que tenemos de nosotros no siempre va de la mano con la que percibe el resto. Descubrirlo puede ser un refrescante masaje al ego o una experiencia desalentadora.
¿Cómo será recordado Martín Vizcarra? Rolando Arellano se hacía esa pregunta en su columna dominical mientras pasaba revista a los últimos presidentes, desde Fernando Belaunde y su Marginal de la Selva hasta Alan García, cuyos logros y fracasos suponía que han quedado bajo la sombra de su suicidio. De Vizcarra decía que “tiene la oportunidad de elegir cuál será la imagen que dejará en la historia. […] puede ser el presidente de la enfermedad, que dejó un Perú pobrísimo y con miles de muertos, o el que lo sacó adelante a pesar de la pandemia”.
Como señala Erick Sablich en El Comercio, el mensaje a la Nación de hoy será, quizá, el más importante del mandato de Vizcarra. En su corto paso por la Casa de Pizarro, ha mostrado ser un hombre de sorpresas, hecho para la confrontación, aspectos que han redundado en una popularidad sin precedentes para quien ha hecho de la medianía en la gestión pública una forma de sobrevivencia.
Pero el país no está para sorpresas que alimenten vanidades. Y la única confrontación que sirve es contra el virus y sus consecuencias. ¿Cómo querrá el presidente que lo recuerden? Esperemos que sea como el mandatario que dejó de lado las quejas, supo reconocer sus errores y renovó su estrategia de combate contra el COVID-19, con trasparencia y decisión. También como quien sentó las bases para encarrilar la recuperación económica del país, el fortalecimiento de la sanidad pública y la recuperación de las instituciones.
Que así sea.