La imagen de un paciente dado de alta tras superar el coronavirus. (Foto: Minsa)
La imagen de un paciente dado de alta tras superar el coronavirus. (Foto: Minsa)
Pedro Ortiz Bisso

En agosto, el número de muertos por cualquier causa disminuyó en 6,91% en relación a julio. Las cifras del Sistema Informático Nacional de Defunciones (Sinadef) de alguna manera corroboran la tendencia decreciente de fallecimientos por COVID-19 que había registrado el Ministerio de Salud. Es la primera vez que hay una caída desde el inicio de la pandemia.

¿Hora de celebrar? Cuidado. Si bien otros números alimentan el optimismo (ha crecido el número de recuperados y de quienes abandonaron los hospitales) y en algunas zonas del país parece haber pasado lo peor (Iquitos), pensar que hemos empezado a ganarle la batalla al virus es un error. El número de infectados durante agosto fue alto y aún es prematuro establecer cómo han desarrollado la enfermedad.

Especialistas consultados por El Comercio creen que estos números tendrían su origen en diversas razones, una de ellas, según el doctor Juan Villena, es que estarían llegando pacientes menos graves a los hospitales.

No obstante, cantar victoria es apresurado. Hace pocas semanas, cuando se inició el desconfinamiento, los números también presentaban una baja y sonreímos más de la cuenta. Un buen ejemplo de lo que puede ocurrir si relajamos los controles es lo que ocurre en algunos países de Europa como España. Allí los contagios han vuelto a dispararse y se teme que la situación empeore en unas semanas cuando las temperaturas empiecen a decaer.

¿Qué toca, entonces? Seguir con las precauciones como si nada hubiera cambiado: usar mascarillas, mantener la distancia social y lavarse las manos. Por ahora, no se conocen otras armas más eficaces para mantener a raya al virus.

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