Gladys Pereyra Colchado

Primero aparecieron las líneas blancas que dividen el suelo en rectángulos de 40 o 90 metros cuadrados. Casi en simultáneo, algunas carpas, cercos improvisados y unos módulos de esteras y triplay. Bajo el sol de un otoño inusual, el 11 de mayo empezó la ocupación de un amplio terreno ubicado en el ingreso a la playa de Naplo, en el distrito sureño de Pucusana. Apenas un día más tarde, las carpas empezaron a ser reemplazadas por módulos de material prefabricado. A la semana, la mitad del terreno de más de 20 hectáreas estaba colmado por casetas idéntica. Casi un mes después, son aproximadamente 900 módulos los que ocupan todo el espacio – cuya propiedad se divide entre el Estado y un privado–, tienen un cerco perimétrico, divisiones internas, vigilancia y hasta un paradero de mototaxis.