Gladys Pereyra Colchado

La última vez que las universidades supervisaban solas sus condiciones de calidad, un edificio a medio construir con fachadas de triplay, un garaje o un chifa podía convertirse en un local acreditado para impartir educación superior universitaria. La reciente decisión del Congreso de la República pone nuevamente en manos de dueños o rectores de universidades la tarea de fiscalizarse y autorizarse a sí mismos.