Los choferes de la capital trabajan en precarias condiciones y son parte de un sistema de transporte que los condena al estrés y la depresión. Todo ello se relaciona con su deficiente percepción del riesgo. (Hugo Pérez / El Comercio)
Los choferes de la capital trabajan en precarias condiciones y son parte de un sistema de transporte que los condena al estrés y la depresión. Todo ello se relaciona con su deficiente percepción del riesgo. (Hugo Pérez / El Comercio)
Redacción EC

 Ni el estado del vehículo, el diseño de las pistas o la falta de normativa y fiscalización son las principales causas de la siniestralidad en las pistas. El 73% de los accidentes de tránsito se produce por responsabilidad de los conductores, según cifras del 2015 del Ministerio de Transportes y Comunicaciones ().

Hace 13 años la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos analizó la conducta de 640 choferes de transporte urbano, escolar, interprovincial y particular, y encontró que el 40% presentaba rasgos psicópatas.

Además, según el estudio estos individuos no tendrían ningún sentimiento de culpa si agreden o atropellan a un transeúnte. “A la menor contrariedad, o ante una inesperada congestión del tránsito, se irritan con accesos de cólera desproporcionada. Su conducta es de alto riesgo y peligrosa”, dijo Carlos Ponce Díaz, psicólogo encargado del estudio.

También se diagnosticó que el 70% de los choferes de servicio público tenían un bajo nivel educativo y una parte importante del grupo registraba un alto nivel de consumo de licor, drogas o sedantes, factores que agudizan las alteraciones emocionales.

En el 2015 Ponce realizó un nuevo estudio a 1.985 conductores varones de entre 18 y 76 años que infringieron las normas de tránsito en Lima. Los choferes de combis, coasters, mototaxis y vehículos particulares presentaban valores elevados de ansiedad, fobia, compulsión, hostilidad, depresión y miedos irracionales.

Estos rasgos psicopatológicos estaban, además, relacionados con una deficiente percepción del riesgo, incapacidad para reaccionar adecuadamente al estrés emocional, tendencias antisociales y un escaso control personal. Los conductores con nivel de instrucción superior o técnica eran más cautelosos que quienes solo tenían primaria.

—La guerra del centavo —
En el 2007, la ONG Luz Ámbar publicó un estudio sobre el perfil de los choferes de transporte urbano. Su director, Luis Quispe Candia, indica que dicha investigación reveló una cifra aterradora: más del 90% desconocía el reglamento de tránsito. Eso los llevó a plantear al Congreso la necesidad de profesionalizar el oficio con escuelas de conductores. “A pesar del tiempo, la situación no ha cambiado mucho”, afirma.

Las precarias condiciones laborales en las que operan la mayoría de los transportistas, según los especialistas, afectan su estabilidad emocional.

“Ellos se despiertan a las 4 de la mañana, desayunan en el camino, almuerzan también parados, pagan al cobrador, recién a eso de las 10 de la noche llegan a casa. Todo esto genera un desequilibrio emocional”, señala el especialista en seguridad vial Federico Battifora.

—El sistema los estresa—
Otro estudio realizado hace 8 años por un grupo de investigadores liderados por los doctores Paulo Ruiz-Grosso y Mariana Ramos, de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, recolectó información sobre el estado de salud mental de 505 choferes (278 de bus y 227 de mototaxis) de 25 empresas de transporte público de Lima.

¿El resultado? “La tasa de depresión es cuatro veces más alta en comparación con el público en general. Se estima que el 3,33% de hombres tenga depresión en Lima. Entre los transportistas llega a más de 13%, y en cuanto a la ansiedad, la tasa es de alrededor del 24% o 25%, altísimo. El uso de alcohol es 300% más de lo normal, en medicina eso es gravísimo”, precisó Ruiz-Grosso a El Comercio.

Todos los estudios coinciden en que las precarias condiciones laborales en las que opera la mayoría de los transportistas, bajo un modelo comisionista afiliador, afecta la estabilidad emocional de los choferes.

Actualmente, el dueño de una ruta autorizada por la Municipalidad de Lima afilia al propietario de un vehículo y recibe a cambio una comisión por ello. En otros casos, le alquilan el auto a un chofer a una tarifa diaria o los transportistas son dueños de la unidad y solo le pagan a la empresa por usar la ruta.

De esta forma sus ingresos dependen del número de pasajeros que se suben al vehículo. Y dado que las combis y coasters tienen capacidad limitada (20 y 40 pasajeros, respectivamente) y los choferes deben contratar cobradores para llamar a usuarios, sus ingresos diarios son bajos, a menos que hagan varias rutas al día (más horas manejando) y que consigan la mayor cantidad posible de pasajeros. 

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