Jorge Malpartida Tabuchi

El circuito de playas de la debería ser el principal espacio público de recreación de la ciudad, coinciden los especialistas. Sin embargo, se encuentra desarticulado y se gestiona sin una visión integral. Por ello, Lima, pese a que es la única capital de Sudamérica con franja costera, sigue viviendo de espaldas al mar.

Hace un mes, la Municipalidad Metropolitana de Lima (MML) comenzó a ejecutar las obras del nuevo malecón en San Isidro, Miraflores y Barranco. Este proyecto, con una inversión de S/28 millones, tendrá una extensión de seis kilómetros e incluirá veredas, paseos peatonales y ciclovías. La Empresa Municipal Administradora de Peaje (Emape), entidad de la MML encargada de construir la infraestructura vial, informó que este circuito se terminará en octubre próximo y se conectará con los malecones que ya existen en Magdalena y Chorrillos.

Sin embargo, mientras este proyecto avanza, El Comercio constató en un recorrido que la infraestructura que se construyó en el circuito de playas durante la anterior gestión está deteriorada y abandonada. En el sector de San Miguel, las áreas verdes están secas, los árboles caídos, los tachos de basura oxidados y los servicios higiénicos no están habilitados. En Magdalena del Mar, hay bancas rotas y las máquinas de ejercicios están dañadas y llenas de óxido.

Las comunas parecen no ponerse de acuerdo respecto a quién debe rehabilitar estos espacios. Emape indicó en un comunicado a este Diario que el mantenimiento de esas obras “corresponde a las administraciones distritales”. En cambio, San Miguel y Magdalena señalaron que hasta ahora las obras no les fueron entregadas para que las administren. Por ello, solo pueden enfocarse en mantener el ornato y limpieza, mas no en el cuidado de las estructuras.

—Sin conexión—
Otra de las deficiencias de la Costa Verde es que en varios sectores no hay accesos peatonales desde los acantilados. Tampoco existe un servicio de transporte público permanente que facilite que las personas realicen actividades. Según Mariana Alegre, directora ejecutiva del observatorio ciudadano Lima Cómo Vamos, un espacio público se mantiene vivo mientras su oferta de recreación sea sostenible y tenga vías de acceso no solo para automóviles, sino también para peatones y ciclistas.

“¿Queremos que la Costa Verde sea una carretera o un lugar de esparcimiento? Para lograr lo segundo, hay que implementar un plan de inversiones a 50 años, ya que, por más áreas verdes y malecones que existan, la gente no utilizará un espacio desolado, sin actividad comercial y cultural”, explica.

En la zona de construcción del nuevo malecón, existen tres puentes peatonales inconclusos. Los vecinos no tendrán cómo llegar a pie desde San Isidro hasta el paseo ribereño que se construye. Estas estructuras forman parte del paquete de seis puentes que fueron contratados durante la anterior gestión de la MML. Según Emape, estas obras no pudieron terminarse porque pasaron a un proceso de resolución de contrato, arbitraje y, luego, se judicializaron.

La Costa Verde no florece por falta de coordinación
La Costa Verde no florece por falta de coordinación

—Esfuerzos aislados—
El arquitecto Augusto Ortiz de Zevallos indica que falta coordinación entre los distritos ribereños y la MML para gestionar adecuadamente la Costa Verde como un bien de uso público. “Hay esfuerzos aislados en cada jurisdicción. Algunos ven a la Costa Verde solo como un espacio para cobrar alquileres. No se discute que los distritos generen rentas en su suelo, pero se requiere que la comuna de Lima lidere un proyecto de recuperación más allá de colocar veredas adoquinadas”, dice Ortiz de Zevallos, quien también fue responsable del Proyecto Río Verde.

Para el especialista, es esencial controlar las concesiones que se dan en el litoral y reconstruir las barreras y terrenos que se han ido socavando por la crecida del mar.

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