Martes 5 de mayo.
“No tengo dudas. El pabellón peruano tiene la solidez y el nivel que la bienal exige. Gilda, Raimond y Max han hecho un gran trabajo”, señala Armando Andrade, comisario del primer pabellón peruano de la Bienal de Arte de Venecia. Me lo dice mientras navegamos por el Gran Canal, en dirección del Arsenale, uno de los escenarios principales del encuentro de arte más prestigioso del mundo.
Andrade ha asumido este reto con gran entusiasmo. Para un conocedor de arte como él la presencia oficial del Perú es todo un acontecimiento y también una tremenda responsabilidad. “La bienal pone a nuestro arte en un primer nivel. Eso es importantísimo, porque aquí se lleva a cabo un encuentro de todos aquellos que tienen que ver de alguna manera con el arte”, explica. “Lo importante es que por primera vez estamos dentro de un contexto de diálogo. La voz peruana tiene algo que decir. Es una voz muy cargada y consistente. Llevar esta voz es de una responsabilidad enorme y por eso estoy tan contento de que sea esta la voz que ha llegado aquí”.
Ya en el Arsenale, un impresionante edificio que alguna vez fue emblema del poder militar de la República de Venecia, nos dirigimos al pabellón en donde el Perú presenta “Ruinas fuera de lugar”, de los artistas Gilda Mansilla y Raimond Chaves, curada por Max Hernández.
Se trata de una impresionante estructura que obliga al espectador a ser parte de la muestra. A partir de la idea de las ruinas se establece un nexo entre el pasado y el presente, que se proyecta hacia el futuro. “El pabellón es una negociación permanente entre el esfuerzo de todos los involucrados”, explica Andrade.
“Al inicio hay unos andenes que fuerzan al espectador a descubrir un espacio y los temas complejos del Perú. Creo que es una muestra donde vemos un Perú contemporáneo, lleno de conflictos y tensiones, pero también muy creativo. Aquí hay un conjunto de seis piezas que forman ‘Ruinas fuera de lugar’. Tienen mucho que ver con nuestro paisaje, la geografía, nuestra modernidad, el deterioro, el capital como base del desarrollo y también aborda un tema tan complejo como es el entendimiento entre los peruanos”, precisa el comisario.
Miércoles 6.
En las instalaciones del Arsenale la agitación ya es visible. Algunos pabellones nacionales inauguran sus muestras y comienza un interminable diálogo entre artistas, curadores, coleccionistas, periodistas y demás involucrados en el arte.
Encuentro a Gilda Mantilla y Raimond Chaves en el espacio peruano. Ya la obra está montada. No ha sido fácil, pero cualquier dificultad ha quedado atrás.
Gilda y Raimond no son los primeros artistas peruanos en participar en la bienal. Es más, Gilda ha sido parte en un pabellón latinoamericano hace unos años. Pero sí son los artistas que inauguran el primer pabellón peruano. “Sin duda es un honor estar aquí. Un honor pero también una responsabilidad enorme”, afirma Raimond. “Es importante también para nosotros enfrentar el reto y saber que estamos preparados. Son muchos años de trabajo, de exigencia y de rigurosidad”, explica Gilda.
Se dice que el jurado vendrá hoy a visitar los pabellones. Pero no anuncian hora ni establecen un programa. “Es interesante saber que vendrá gente a ver nuestro trabajo”, señala Gilda. “Pero en realidad me interesa más el público que vendrá en los próximos meses. Esas personas que visitan la bienal sin estar involucradas con la inauguración o los eventos de estos días. Me gustaría saber cómo se involucran con nuestro trabajo, qué piensan o si les resulta indiferente”.
Raimond y Gilda, marido y mujer, padres, sienten un tremendo compromiso con el arte. Con el estudio y la exploración que realizan antes de ejecutar sus obras. Y saben que “Ruinas fuera de lugar” es parte de un proceso que no comienza y termina aquí. Es más, comenzó hace unos años y seguirá reno vándose, o transformándose, cuando lo lleven a Lima el próximo año.
“Una de las cosas que nos ha parecido muy interesante es la claridad y pertinencia con la que el sector privado ha organizado este proceso”, afirma Raimond. “Desde una primera convocatoria abierta a los curadores, pasando por los comités de selección que han intervenido, todo el proceso. También la consciencia de lo que ha implicado todo esto, porque finalmente se está involucrando a toda la comunidad artística”. Gilda agrega: “Podríamos haber estado felices simplemente por el hecho de ser seleccionados. Pero, además, saber que todo esto forma parte de un proyecto mucho más amplio es estimulante”.
Jueves 7, poco antes del mediodía.
Estamos en el pabellón peruano, faltan unos minutos para la inauguración. Comienzan a llegar los invitados, principalmente un grupo de peruanos que ha viajado especialmente hasta aquí para ser parte de un momento tan importante para el arte peruano.
“Para nosotros este es un momento histórico”, dice Armando Andrade. “Gracias a la iniciativa privada estamos aquí. Hay un empeño muy grande de dos actores fundamentales: la fundación Wiesse y El Comercio. Y me parece que es algo que debemos aplaudir. Pero sobre todo tenemos un espacio en un lugar muy visitado. La voz peruana va a ser escuchada. El pabellón es muy sólido. Hemos recogido comentarios muy positivos estos días”.
Gilda Mantilla y Raimond Chaves, autores de la obra, Max Hernández Calvo, curador de la muestra, José Antonio García Miró Miró Quesada, presidente del directorio de El Comercio, Marco Aveggio y Armando Andrade ocupan sus lugares frente a los invitados. De pronto, las ‘ruinas’ en exposición se han transformado en el anfiteatro ideal para este encuentro.
“Es un momento único. Ya habíamos participado anteriormente en la bienal de arquitectura pero en esta oportunidad es diferente”, señala Marco Aveggio. “Hemos recibido tal demanda de información que no deja de sorprenderme. Creo que ha sido muy estresante para todos los involucrados debido a las expectativas. Tanto de los artistas y su entorno, como de las entidades privadas que han hecho posible todo esto. El resultado es óptimo. Por supuesto ya veremos este sábado qué piensa el jurado, pero en este momento estoy muy satisfecho con el resultado”.
Para José Antonio García Miró Miró Quesada se trata de un logro compartido: “La obra de nuestros artistas es increíble, pero si estamos aquí es por la unión de fuerzas: de nuestra parte, de la Fundación Wiesse y el apoyo estatal. Y el talento lo podemos ver aquí, de todos los que han apoyado esto de alguna manera”.
La ceremonia de inauguración reúne a un buen número de invitados. Armando Andrade toma la palabra y en un breve discurso ofrece una panorámica sobre la condición del arte en el Perú, nuestras tremendas posibilidades para mostrarlo al mundo. Y finaliza con unas conmovedoras palabras: “Finalmente quiero confesarles que para mí el arte es siempre mi gran refugio de esperanza. Pienso que solo ahí es posible el milagro y esa dicha inefable. También el arte es mi trinchera desde donde dar batalla y luchar en los momentos de desaliento y desesperanza. Es para mí el espacio ideal para morir y renacer”. En este punto, Andrade no puede contener unas lágrimas antes de finalizar. “Hoy es un honor abrir el diálogo de mi país con el mundo en Venecia. Este encargo lo he acometido con pasión y compromiso con la convicción que trae esperanza y optimismo en esta mirada joven, renovada y esperanzadora del Perú”.