Este es un año muy especial para la ciudad Den Bosch (‘s-Hertogenbosch), en Holanda. Tanto que ha bautizado al año en curso como El Bosco 500 en honor a un artista que murió hace cinco siglos y que le dio fama universal. Se trata de Jeroen van Aken, conocido como El Bosco (1450-1516). Autor de un conjunto de pinturas ampliamente divulgadas en el mundo occidental, que a lo largo del tiempo han despertado pasiones e intrigas y también inspirado una buena cantidad de literatura de todo tipo. Son imágenes religiosas de fuerte contenido en el que el cielo y el infierno, las tentaciones de los santos, el martirio de Cristo y también la Gloria Eterna ocupan el eje narrativo.
Y aunque será en esa ciudad holandesa donde comiencen las celebraciones, no será ese el epicentro del aniversario, por curioso que parezca. La gran exposición que reunirá las obras más valiosas de El Bosco, procedentes de las colecciones de los museos más importantes del mundo, se realizará en el Museo Nacional del Prado, en Madrid. La razón es simple: allí se encuentran las que son consideradas las obras más valiosas de su autor, comenzando con “El jardín de las delicias” y, claro, la famosa mesa de “Los siete pecados capitales”.
Aunque la página oficial del Museo del Prado ofrece solamente un escueto anuncio al respecto, la conferencia de prensa del pasado 24 de setiembre fue bastante más amplia. Allí se dieron al detalle los planes del famoso museo madrileño. “El Bosco. La exposición del centenario” será patrocinada por la fundación BBVA y reunirá 65 obras del artista.
“El Bosco da para muchos adjetivos”, escribe al respecto Ferran Bono en el diario “El País”, “no solo por su popularidad entre los amantes y no tan amantes de la pintura, o por su virtuosismo, sino también por las múltiples interpretaciones de sus enigmáticas y maravillosas obras, olvidadas durante siglos hasta que el psicoanálisis, el surrealismo, Dalí, en definitiva, la llegada de la modernidad del siglo XX, recuperó y catapultó el reconocimiento del que había gozado en vida Jeroen van Aeken, más conocido como El Bosco o como Hieronymus Bosch, tal y como firmaba”.
Además de las piezas que posee el museo, se exhibirá también el tríptico de “Las tentaciones de San Antonio”, actualmente en el Museo Nacional de Arte Antiguo de Lisboa, así como las obras procedentes de museos de Viena, Nueva York, Washington D.C., París y Venecia, entre otros. “Nuestro museo es la única institución en el mundo que puede convocar la mayor colección del artista, por nuestros fondos y de otros, y por el conocimiento experto que atesora sobre él”, dijo Miguel Zugaza, director del Museo del Prado, en la conferencia de prensa.
CLAVES PICTÓRICAS
“Los cuadros de El Bosco siempre fascinaron al espectador”, escribe Walter Bosing en la introducción de “El Bosco, la obra completa”. “En el pasado, sin embargo, estaba muy difundida la idea de que sus escenas diabólicas tenían meramente la intención de divertir, más o menos a la manera de los ‘grotescchi’ de los ornamentos renacentistas”.
Y expone además las otras ideas que intentaron, desde hace cinco siglos, explicar la obra de un artista del que sabemos muy poco. Unos consideran que se trata de arte religioso en extremo, apocalíptico y temeroso del castigo eterno. De otro lado, hay quienes lo vinculan más bien con sectas como la adamita. “Existe escasa información sobre esta secta”, escribe Bosing, “pero se supone que practicaba la promiscuidad sexual como parte de sus ritos religiosos, a través de los cuales intentaba lograr el estado de inocencia que gozaba Adán antes de la caída; por ello se les llamaba adamitas”. Esta teoría, defendida por Wilhelm Fraenger en una monografía publicada en Coburgo en 1947, tiene poca validez entre los historiadores de arte y entre los especialistas en El Bosco. Sin embargo, su carácter escandaloso logró colocar la información en la prensa de todo el mundo, enfatizando los vínculos poco probables entre el artista y las herejías de la Edad Media.
El gran valor de las exposiciones programadas por el Prado y los demás museos comprometidos en esta celebración no será solo la reunión de la obra del artista y su exhibición a los miles de turistas que tendrán acceso. Además brindará el resultado de los estudios que muchos especialistas llevan años desarrollando. No lo tomemos como un capítulo dentro de la enciclopedia de los misterios del arte, sino más bien como el conocimiento objetivo y valioso de una obra que siempre ha despertado curiosidad. No esperamos secretos revelados o soluciones a un juego de fórmulas mágicas medievales; más bien, esperamos una explicación lógica y fidedigna del arte de un gran maestro de la pintura cuya obra sigue sorprendiéndonos.
Tal vez haya sido Dirk Bax quien se acercó con más precisión a El Bosco al señalar que sus imágenes eran interpretaciones visuales de juegos de palabras. Metáforas de historias edificantes que tienen que ver más con el folclor de su patria y su tiempo, que con juegos prohibidos imaginados en el siglo XX. Como bien precisa Fraenger, “si examinamos ‘El jardín de las delicias’ y sus demás cuadros, dentro de la cultura contemporánea, descubriremos que el arte de El Bosco reflejaba, tanto como los retablos de Robert Campin y de Roger van der Weyden, las esperanzas y temores de una Edad Media que se aproximaba a su fin”.
“El Bosco. La exposición del centenario” será inaugurada en el Museo del Prado el próximo 31 de mayo y permanecerá abierta al público hasta el 11 de setiembre de este año.