Todo comenzó hace 20 años, con una foto del “Che”: Tomada por el fotógrafo cubano Alberto Díaz “Korda”, en el acto de despedida al centenar de víctimas de la explosión del barco belga “La Coubre”, que llegaba a La Habana con armas y municiones para la entonces naciente Revolución Cubana. Nacida de un acto solemne, aquel retrato de un guerrillero indignado por el sabotaje, se convirtió en una de las imágenes más reconocibles del mundo, con infinitas interpretaciones dentro de la cultura pop.
Una de ellas podría explicar el inicio de la Colección de Jan Mulder: el instante en la vida de un empresario que, literalmente, decide hacer una revolución en su propia vida, dejar su dedicación exclusiva a la administración de empresas y dedicarse por entero a esta colección.
Jan Mulder acepta aquella interpretación. “Inicio mi propia revolución cuando por decisión familiar dejo las funciones ejecutivas y decido volver a la fotografía”, afirma. Pero explica que, en toda colección, los inicios suelen ser producto del azar. “No imaginé que la compra de esa fotografía de Korda sería el inicio de la colección. En ese sentido, es un punto de partida informal”, confiesa. Mulder comparte la anécdota: un día sábado del año 2000, reunido con su socio, el artista Roberto Huarcaya en el Centro de la Fotografía, se le acercó un joven cubano para ofrecerme aquella foto del “Che”, dedicada y autografiada por el mismo Korda. El empresario la compro por lo que esa icónica imagen sugiere: el retrato de un revolucionario en plena jornada de lucha, que fallecerá poco después y se convierte en un ícono mundial sin haber logrado su misión en la vida. “Es cierto que, años mas tarde, cuando reflexiono a manera retrospectiva e introspectiva, entiendo que algunas decisiones tomadas son el fiel reflejo de ciertos episodios de mi vida”, añade antes de comenzar esta entrevista, acompañado por el curador de su colección, Stéfano Klima. Ambos comparten orgullosos una buena noticia: la publicación del primer catálogo de la Colección Jan Mulder, tras dos años de trabajo. El proyecto ha sido dirigido por Marta Gili, Ex directora del Museo Jeu de Paume en Francia y actual directora de la Escuela Nacional de fotografía de Arles.
Coordinado por Klima, el catálogo ofrece un recorrido visual de las facetas más representativas de la colección en cuanto a fotografía contemporánea respecta, desde 1949 hasta 2020, convocando a 85 artistas de 20 nacionalidades diferentes. El libro, que en breve circulará en librerías limeñas, ha sido diseñado por la Editorial Meier Ramirez en Lima, y producido en España por la Editorial RM, encargados de su distribución mundial. Como tantos proyectos culturales golpeados por la pandemia, su presentación en el International Center Of Photography de Nueva York a inicios de abril tuvo que ser pospuesta, como también su lanzamiento en el contexto de la feria ParisPhoto a celebrarse en la Gran Manzana. Como señala el curador, la presentación en Lima se realizará en cuanto el virus decline y los protocolos lo permitan.
-Tu padre fue fotógrafo aficionado, y tú mismo quisiste ser fotógrafo, practicando como reportero en “La Prensa” antes de dedicarte a la administración de la empresa familiar. ¿Es el coleccionismo una forma de recuperar esa vocación abandonada?
Jan Mulder: Le dediqué gran parte de mi vida a la empresa familiar. Eso, de alguna manera, interrumpió mis aspiraciones como fotógrafo, pero la necesidad de aprender y relacionarme con la imagen no se perdió. Tanto así, que años más tarde, habiendo dejado mis responsabilidades gerenciales para pasar a ser director del negocio, volví la mirada a la fotografía. Empiezo matriculándome en talleres con Roberto Huarcaya en 1998, en lo que era Instituto Gaudí. Meses después, con un grupo de fotógrafos, creamos el Centro de la Fotografía, para dedicarnos a la formación de jóvenes fotógrafos. A la vez, se activó en mí el deseo de hacerme de un imaginario visual más amplio, que involucre miradas de jóvenes y consagrados fotógrafos tanto nacionales como internacionales. Con el tiempo, he podido reunir un cuerpo importante de obras, que hemos empezado a difundir y visibilizar a través de nuestros diferentes proyectos. Para que una colección adquiera valor es importante compartirla. Y la compartimos haciendo muestras en el Perú y el extranjero, también editamos catálogos y libros que permiten visibilizar a estos artistas. La primera muestra importante de la colección se realizó en el festival de fotografía Rencontres de Arles, en Francia, en el 2012. Por invitación de su entonces director François Hebel- hoy responsable de la Fundación Cartier Bresson en Francia- quien nos pidió presentar únicamente fotografía latinoamericana contemporánea. Esa muestra fue curada por el Dr. Jorge Villacorta.
-Hablando de su padre, hay en el texto un hermoso recuerdo suyo acompañando a su padre en los mercados de anticuarios de La Haya. ¿Cuánto hay de amor y memoria paterna en su vocación de coleccionista?
Jan Mulder: Mi padre tenia alma de coleccionista, sin lugar a duda, y provenía de una familia holandesa (nacionalizado suizo a los 18 años) dueños de anticuarios en La Haya. Es verdad que en mi juventud lo acompañé muchas veces en sus recorridos sabatinos de anticuarios, en diversas ciudades del mundo. Con él entendí que el gusto por una cosa u otra es algo muy personal. Uno puede coleccionar bastones o sombreros, fotografías o muebles, pero tiene que haber una vocación interior que te impulse a desarrollarlo. La pasión si se hereda.
-El libro deja muy en claro las categorías que maneja la colección, documental, retrato, paisaje. Y lo interesante que resulta ver las fronteras entre estos géneros visuales.
Stéfano Klima: Estás categorías representan muy bien el enfoque de la colección. En este catálogo lo documental sin duda prevalece y sirve como inicio de un recorrido que habla sobre la identidad y diversas problemáticas globales. La elaboración narrativa y conceptual, trabajada por Marta Gili, es muy clara y directa, y su texto, escrito a manera de prólogo complementa muy bien a las imágenes. Trabajar con Marta Gili, directora de la Escuela Nacional de Fotografia en Arles fue una excelente experiencia. Cada frontera está delimitada por obras que sirven de puentes y conectan sutilmente una categoría con la otra.
Jan Mulder: Por otro lado, Stefano, fotógrafo y Director de la colección, se encargó muy bien de la coordinación editorial, logrando que los diferentes aspectos del catálogo reflejen una misma idea. Hay mensajes ocultos que cada espectador tendrá que encontrar.
-Es imposible no salir del libro, terminar su recorrido, sin un sentimiento de profunda melancolía. ¿Cómo podríamos definir la personalidad de Jan Mulder como coleccionista?
Stefano Klima: Reflexivo, creativo ¡y a veces impulsivo!
-Está muy claro que en la colección la fotografía es un documento histórico, que registra una realidad. ¿Discriminar géneros como la abstracción o las naturalezas muertas es una decisión consciente?
Jan Mulder: Debido a mi formación universitaria como fotoperiodista, y mis breves practicas en “La Prensa” de don Pedro Beltrán, donde mi jefa fue Elsa Arana Freire, mi primer acercamiento formal a la fotografía me inclinó hacia ese genero en mis primeros años como coleccionista. Recuerdo a mi profesor de fotoperiodismo en la universidad, cuando nos proponía “perseguir ambulancias o bomberos para documentar una escena que podía ser la noticia del día siguiente”. Eso me marcó con una huella importante. Esa es una de las virtudes del documentalismo. Con el tiempo y la cantidad de obras que uno ve en este largo camino, aprendemos a decodificar imágenes referente a otros géneros. El ojo se agudiza y empiezo a interesarme en el paisaje y el retrato. Hoy lo abstracto llama mi atención.
-Gran puerta de entrada a la colección es el material de Robert Frank, “Perú, 1948″. ¿Para ustedes, la obra de Frank simboliza lo que es esta colección: un puente entre el Perú y su diálogo con el mundo?
Stefano Klima: La maqueta de Robert Frank que presentamos al inicio del catálogo es una pieza vintage elaborada por él luego de su viaje por el Perú en el año ’48. Contiene 37 fotografías en plata gelatina que documentan la cotidianidad de diversos pueblos en los andes peruanos. Este documento, es importantísimo para entender su desarrollo como fotógrafo, y le sirve después como trampolín para elaborar su gran proyecto en torno a la sociedad americana, llamado “The Americans”.
Jan Mulder: Cuando Marta Gili inicia su misión como directora del proyecto de este libro, se da cuenta que provengo de una familia suiza que se establece en el Perú a fines del año 1947, para desarrollar una empresa familiar. Así, vincula el contraste entre el documento de Frank y el compromiso que asume mi padre, en un país que no es el suyo, lo cual plantea una impactante anécdota de apertura del primer libro de la colección.
-Es notable como el libro pone a dialogar los retratos de Roberto Huarcaya con el trabajo de Cindy Sherman, los paisajes de Frank Madler con los de Luz María Bedoya o la obra conceptual de Joan Fontcuberta con las imágenes de Milagros de la Torre. ¿Qué se aprendido en este diálogo entre lo local y lo internacional? ¿Hay una manera “peruana” de mirar?
Stéfano Klima: No, no hay una manera peruana de mirar. Es la intención de hablar sobre temas globales y como se aproximan hacia ellos. Lograr estos vínculos entre autores locales e internacionales, con obras que puedan dialogar dentro de un mismo concepto es enriquecedor. Hoy en día, después de la experiencia a la cual nos ha sometido el covid19 y el tener que pensar en términos de comunicación digital, on-line y a distancia, nos plantea cambios importantes en como se miran las cosas. Las ferias, galerías, casas de remate de arte y en general los que comercializan arte, están todos sometidos a una nueva evaluación de como plantear ‘la mirada’ de la fotografía y el arte en general. Lo que no se va a perder es la edición de libros y catálogos de gran calidad para difundir la fotografía en todos sus géneros.
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La Tarumba se reinventa con un espectáculo online
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