Van Gogh ( 1853-1890 ) y el revólver tipo Lefaucheux à broche de 7 mm con el que habría tratado de suicidarse. (Foto: AFP)
Van Gogh ( 1853-1890 ) y el revólver tipo Lefaucheux à broche de 7 mm con el que habría tratado de suicidarse. (Foto: AFP)
Juan Diego Rodríguez

A mediados de 1890, la incertidumbre había agotado a . El pintor, angustiado por un futuro incierto, se había retirado meses antes a una pensión en las afueras de París, pero sus pesares no habían menguado. Allí, mientras luchaba contra un demonio mental que lo había hecho cortarse una oreja, entre momentos de locura y templanza, tuvo su mejor rendimiento artístico.


Hacía el final de su vida, Van Gogh pintaba un cuadro por día, respetando una rutina inalterable. Pero el 27 de julio, el holandés había decidido quitarse la vida para acabar con las frustraciones, consecuencia de un fracaso que lo atormentaba, y eso requería cambiar su ritmo. Ese día, como siempre, salió a dibujar por el día, pero ya no regresó por la tarde; lo hizo alrededor de las 9 de la noche. La leyenda cuenta que, luego de trabajar “Tres raíces”, su última obra, tomó el revólver de su casero, caminó hacia un trigal cercano del pueblo Auvers-sur-Oise y, allí, se disparó al pecho. La descarga, sin embargo, no fue certera y la bala no llegó al corazón. Lo que vino después fue un dolor que se apoderó de su ser hasta que, después de dos días de agonía, falleció. Dejó 850 pinturas y casi 1.300 obras en papel.

—A subasta—
Hace unos días, la casa de subastas Drouot subastó la que es considerada el arma más famosa de la historia del arte: un revólver tipo Lefaucheux à broche de 7 mm con el que Van Gogh habría intentado terminar con su vida. El precio: US$183.000.

El revólver –que fue encontrado en 1965 por un granjero en los campos de trigo donde la leyenda indica que Van Gogh se disparó y, luego, fue exhibido en el Museo Van Gogh de Ámsterdam–, sin embargo, no puede acreditarse como el que usó Van Gogh. “Pero es muy probable”, señaló en una entrevista Nienke Bakke, curadora del museo antes mencionado. El lugar donde fue hallado, el tiempo que permaneció enterrado y el resultado (se trata de un arma disuasiva y no mortal) son sus argumentos.

Aun así, esta teoría, sumada a la que esgrimen los ganadores del Pulitzer Steven Naifeh y Gregory White Smith en su libro “Van Gogh: la vida” –donde indican que el pintor no se habría intentado suicidar–, impactó en el precio de la subasta.

Las cifras no mienten. Es verdad que el precio del arma fue superior a los US$114.000 que se pagó en 1987 por la pistola tipo Walther que usó Adolf Hitler, pero no se compara a los US$225.000 que alcanzó la Colt 45 que empleó el sheriff estadounidense Wyatt Earp. Tampoco se asoma a los US$350.000 que costó la Smith & Wesson calibre 44 que acabó con la vida del asaltante Jesse James, o las pistolas Flintlock de Simón Bolívar, que la casa Christies vendió por US$1,76 millones. Y ni qué hablar del juego de pistolas que el marqués Lafayette regaló a George Washington para que este combatiera en la guerra para liberar a Estados Unidos y que luego perteneció al presidente Andrew Jackson. En el 2002, Christies lo subastó por US$1’986.000.

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