Especial desde Manhattan, Nueva York.
Se trata de desmontar prejuicios anclados en nuestra historia, patrimonio y paisaje, sembrados en nuestras conciencias tras siglos de colonialismo. Historias y paisajes por reescribir y revisitar, visiones anquilosadas para analizar y romper. “Chosen Memories: Contemporary Latin American Art from the Patricia Phelps de Cisneros. Gift and Beyond”, abierta en esta ciudad hasta el 9 de setiembre, reúne 65 trabajos de artistas latinoamericanos que ya integran la colección del MoMA, en video, fotografía, pintura y escultura realizados en los últimos 25 años. A la inauguración estuvo invitado El Comercio junto a medios de prensa del grupo GDA.
Tres artistas peruanos forman parte de la muestra, cuya obra también está ya incluida en la colección del MoMA: Gilda Mantilla y Elena Damiani ofrecen obras que ponen en cuestión las formas más colonizadas del paisaje en Latinoamérica. La primera, con su esposo Raimond Chaves, analiza en “Secretos de la Amazonía” (2011) discursos anacrónicos, casi racistas sobre esta región, y los contrastan con imágenes que ellos llaman “anti paisajísticas”. Por su parte, “Fading Field No. 1″ (2012) la obra de Damiani, aborda la historia de las imágenes y de la sublime construcción del paisaje romántico.
Junto a ellas se exponen dos trabajos de Armando Andrade Tudela, artista de complejas estrategias. En sus piezas hay una fuerte intención de valorar tradiciones populares, remarcando nuevos sentidos. En “Camión” (2003), a través de una serie de diapositivas, el artista persigue, obsesivamente, una serie de camiones de carga cuyas tolvas llevan dibujadas lo que él aprecia como arte geométrico. En su segunda pieza, “Deformed Pottery” (2012) un video registra un ceramio prehispánico chancay, deforme a causa de su cocción fallida. Este objeto extraordinario, parte de la colección del museo Amano, sintoniza con la tradición del “wabi-sabi” japonés, que nos habla de la belleza de la imperfección. Así, Andrade comparte un símil preciso para hablar de un país que debe reconocerse en su maravilla pero también en su deformidad.
Como señala Gabriel Perez-Barreiro, Asesor Senior de la Colección Patricia Phelps de Cisneros, institución responsable de la donación de arte latinoamericano al MoMA, no es casual que en la muestra participen obras de tres artistas peruanos. “Cuando en un país pesan tanto las tradiciones y las culturas originarias, no se puede pensar la modernidad sin vincular las raíces propias. Perú fue uno de los paradigmas del encantamiento de los viajeros europeos en el siglo XIX, y las imágenes que nos dejaron marcan, hasta hoy, su industria turística. Con códigos visuales tan consolidados, no sorprende que los artistas los repiensen críticamente”, explica.
El pasado que nos une
Aunque los latinoamericanos solamos enfocarnos más en aquello que nos diferencia, Inés Katzenstein, curadora de Arte Latinoamericano del MoMA, nos recuerda que hay una marca que nos hermana profundamente: el pasado colonial. Parafraseando a Borges, digamos que no nos une el amor sino el espanto. La exposición por ella investigada se centra en el concepto de la colonialidad, haciendo hincapié en como los artistas han estudiado, desde fines de la década del 80 hasta el presente, las representaciones foráneas de sus territorios, abriendo interesantes reflexiones sobre patrimonio y soberanía. Allí están las icónicas fotografías en blanco y negro del artista argentino Leandro Katz sobre las ruinas mayas, o los trabajos de video escultura del colombiano José Alejandro Restrepo, uno de los padres del videoarte en la región, junto con autores más jóvenes como la dominicana Firelei Báez o el argentino Adrián Villar Rojas, igualmente críticos de la visión colonialista, pero utilizando medios y lenguajes muy diferentes a los trabajos más bien documentales de los artistas mayores.
Los peruanos en el MoMA
Una muestra como “Chosen Memories” (Memorias escogidas) nos permite advertir que, gracias a esfuerzos notables como los de la Fundación Patricia Phelps de Cisneros, en relativamente poco tiempo el arte latinoamericano ha alcanzado una sólida presencia en museos tan influyentes como el MoMA neoyorquino. “No jugamos de local, ni somos los más poderosos del juego, pero cada vez hay más articulación”, reconoce la curadora. Una presencia de la cual Perú no es ajeno.
“El arte peruano tiene agentes muy activos internacionalmente y eso no es nada desdeñable”, explica Katzenstein, que además de curadora del museo es directora del Instituto Patricia Phelps de Cisneros para el estudio del arte latinomericano: “En el MoMA trabajamos con muchos artistas peruanos. Además, cuentan con un museo cono el MALI, así como curadores importantes e historiadores muy serios. Hay una conexión con los discursos del sur global, con una muy fuerte presencia de la cuestión indígena. Para nada la vemos como una escena endogámica”.
La noche de la inauguración, celebrada el martes pasado, dos artistas peruanos llegaron a la gala a media cuadra de la exclusiva Quinta avenida. Para Elena Damiani, ver su obra expuesta representa un gran logro profesional, pero lo que más destaca es el rigor de la investigación realizada por el museo y el instituto auspiciado por la reconocida coleccionista venezolana. “El nivel académico que tiene esta muestra lo he visto muy pocas veces”, añade la fotógrafa. Por su parte, para Armando Andrade sus dos obras expuestas corresponden a dos momentos muy distintos de su trabajo. “En ese momento, en Lima a nadie le interesó verlas. Y sería divertido que les empiece a interesar ahora”, bromea. “Creo que existe un problema esencial: creer que el arte contemporáneo le debe al arte prehispánico. Yo creo que no le debe nada. Se debe a lo que está pasando en el Perú, ahora. ¿Por qué asumir responsabilidad de seguir mirando hacia atrás para poder construir? ¿Quién nos pide que tengamos que apoyarnos siempre en esa muleta? se pregunta el artista. Cuestiones que quedan flotando en el ruido propio de la Gran Manzana.
Obras de artistas como Elena Damiani, Gilda Mantilla o Armando Andrade son parte de la colección del MoMA gracias a la donación de la Fundación Patricia Phelps de Cisneros. Pero no son los únicos. Así, en la sala contemporánea pueden verse, junto con Andy Warhol y Jeff Koons, los videos de Antonio Páucar y las fotografías de Milagros de la Torre. Asimismo, en la sala de arte indigenista, compartiendo lugar con los mexicanos Orozco, Siqueiros y Rivera, completan la visión de este movimiento artístico la “Cholita Ayacuchana” (1937) de José Sabogal, “Entierro del veterano” (1936) del cajamarquino Mario Urteaga, así como las imágenes de Martín Chambi, maestro puneño cuya obra se exhibe en el MoMA ya desde en los años setenta, y de quien la institución posee una valiosa colección. “Para nosotros, Chambi sigue siendo fantástico, como personaje y como obra. Rompe con todos los negativos estereotipos racistas”, afirma la curadora de arte latinoamericano del museo, Inés Katzenstein.
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