El eterno retorno es un concepto usado por Nietzsche para referirse al tiempo, donde todas las situaciones se repiten al infinito. Esta premisa utópica surge en la mente de Sebastián Díaz, cada mañana, rumbo al trabajo. Sale a la calle limeña, sube al bus y encuentra a los pasajeros, como autómatas, repitiendo su acto, conformes y pasivos. De fondo, un difuso Cristo surge de una calcomanía. Una esperanza neblinosa para días inciertos.
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“Son prisioneros del sistema que renuncian a la esencia de su ser para convertir sus vidas en laberintos cíclicos”, nos dice.
Por ello el color gris de su composición, titulada “El eterno retorno” y que mereció el Premio John Constable del Concurso de Acuarela Paisaje Peruano, nos sugiere esa terrible monotonía. “Abraza la cotidianeidad de los pasajeros que se mimetizan y se convierten en sujetos neutros, sin características particulares. Más bien son absorbidos por el caos y el auge de la ciudad”, explica.
“Héroes” es el título del segundo premio, que recayó en el arequipeño Alexander Sucasaire Ancco. La suya es una imagen vaporosa que se disuelve en la incertidumbre de la pandemia. “Desde el primer día de confinamiento nuestro mundo se enfrentó a una oleada de sufrimiento. Muchas vidas se han perdido, y los más pobres son los más afectados”, lamenta el artista.
Sin embargo, para él la emergencia sanitaria también nos ha mostrado personas que, con valor y determinación, demuestran su vocación de servicio. “Para mí, todos ellos son héroes. Enfrentan los desafíos que se les presentan a diario priorizando el bien común sobre su propia seguridad”, afirma. Por ello, con esta obra Sucasaire busca rendir un homenaje al personal de salud, policial y de limpieza, por su importancia en la lucha para que la pandemia remita.
La pandemia nos ha hecho cambiar íntimamente, pero también transforma la forma en que percibimos lo que nos rodea. Eso parece decirnos “EnVestida – Ciudad Sostenible”, acuarela de la artista también arequipeña Miriam Carpio Paredes.
Así, la pieza procura poner sobre el tapete cómo y cuánto ha cambiado nuestro entorno, claro, sin centrarnos únicamente en la arquitectura, sino más bien en su receptividad social. “La forma en la que el medio ambiente se conjuga con la apariencia nos hace menos sensibles. El paisaje en sí se vuelve como aquella flor artificial que pasa desapercibida dentro de un ramo de flores naturales, hasta que el tiempo la revele. El paisaje peruano ha cambiado, muta día a día desde puntos geográficos diferentes, quedando algunos espacios que insisten en sobrevivir”, explica.
En su imagen, la artista se enfoca en cómo una malla raschel, un tejido de polietileno de alta densidad, se utiliza para separar a un inmueble de su entorno en medio de trabajos de restauración. Un pretexto para trabajar texturas de color verde realmente sorprendentes. “Desarrollar en sí la pieza fue determinante para el concepto, puesto que la acuarela tiene su propio lenguaje, que en muchos casos no es conveniente dominar a la perfección, sino más bien darle rienda suelta, sin perder de vista el norte”, afirma.
El agua es sabia
Junto a estas tres obras ganadoras, otras 41, entre menciones honrosas y seleccionadas del premio, esperan al espectador en la galería John Harriman, que tras una larga espera reabre al público entusiasta por un concurso que nos devuelve la memoria del reconocido paisajista inglés de finales del siglo XVIII. El talento y dominio de la técnica de John Constable le merecieron ser considerado un referente del paisajismo británico, junto con otro genio como William Turner.
En su edición número 30, el jurado del Premio John Constable estuvo integrado por los artistas Christian Bendayán, Giuliana Vidarte, Alice Wagner, Moico Yaker y Clemencia Ferreyros, directora del Centro Cultural Británico.
Desde su primer año, en 1989, este concurso es considerado uno de los más serios en el ámbito local por la calidad de las obras, el virtuosismo de sus participantes y su capacidad de experimentación permanente.
A través de las obras seleccionadas y premiadas, advertimos cómo la pluralidad de estos tiempos se evidencia en el quehacer de una técnica pictórica tan tradicional como la acuarela. En los últimos años, la representación del paisaje ha dado un vuelco, no solo al cambiar los escenarios, desde la campiña hasta la selva urbana, sino también en un concepto cada vez más sofisticado, distanciándose de la mera representación.
Así, como puede verse en los trabajos ganadores, cada pintura está cargada de experiencias cotidianas e historias de vida en las que se confrontan la técnica y el concepto, alcanzando incluso cierto nivel de abstracción.
Lugar: Galería John Harriman. Dirección: calle Bellavista 531, Miraflores. Temporada: abierta al público hasta el 25 de setiembre. El ingreso es gratuito, previa inscripción en www.britanico.edu.pe/centrocultural
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