Ramiro Llona: sorpresas que había en el taller
Ramiro Llona: sorpresas que había en el taller
Enrique Planas

Su primera retrospectiva fue en el Museo de Arte de Lima, en 1998. Y si bien 18 años pasan volando, los últimos tres han sido especialmente lentos. Fue el tiempo que le tomó al pintor Ramiro Llona para definir, junto con Juan Peralta, curador del Museo de Arte Contemporáneo de Lima, la exposición que en breve se desplegará en diferentes puntos de la ciudad. Al principio, pensaron pedir obras a coleccionistas para una retrospectiva ortodoxa, pero luego de meses de investigar en su propio taller, decidieron basarse en lo que por dos décadas ha venido guardando en su misterioso depósito.

Les tomó meses sacarlo todo y fotografiar cada cuadro. Mientras hacían el trabajo, el cuerpo de la exposición iba tomando forma. Poco a poco se fueron dando cuenta de que sus cuadros de gran formato serían la opción más natural para ocupar la sala mayor del MAC Lima. Por otro lado, su exploración sobre papel, sean dibujos, collages u obra gráfica, sería acogida por la galería del Británico.

Visto en conjunto, esta nueva retrospectiva representa su forma de entender la palabra resistencia. Ahora que la velocidad se impone en todos los campos de la vida, que todo tiene un precio y que el éxito se ha impuesto como único sueño, Llona mantiene la pelea por valores hoy quizás devaluados. Por ejemplo, entregarse un año a pintar un cuadro sin pensar si alguien querrá comprarlo. Solo por sentirse vivo.

—En dos décadas han pasado muchas cosas en el mundo del arte. Por ejemplo, la influencia de museos y curadores ha retrocedido frente al poder e influencia de los coleccionistas. ¿En estos años se ha pervertido el sistema del arte?

Soy una persona muy informada sobre el tema, pues es algo que me agrede de forma personal. La relación del dinero y el arte es algo que hay que manejar con mucho cuidado. Hace 40 años, cuando no tenía qué comer, recuerdo que ya entonces dividía categóricamente lo que pasara fuera del taller con lo que sucedía dentro. ¡La cantidad de ventas que rechacé porque no calzaban con mi ética de trabajo son inmensas! Creo que es un problema que se da a nivel mundial. Hay mucho dinero y gran voluntad de compra, con agentes de mercado que pueden ser decoradores, vendedores, galeristas, ferias y subastas (aquí en el Perú hay un museo que hace subastas, lo cual es algo realmente increíble). Esos agentes ejercen presión en los talleres porque hay que vender, y con ello alteran los ritmos de producción. Los contenidos se están adelgazando, las prioridades están cambiando, el éxito internacional es el nuevo Dios. Sin embargo, también en todo el mundo la gente está preocupada. Saben que se está matando a la gallina de los huevos de oro. Si empieza a desaparecer de la creación artística aquello que la hace única, llegará el momento en que esta no le interesará a nadie.

—Hace 20 años descubríamos Internet. Hoy muchos artistas dependen de él para hacer ‘copy-paste’...

Paula Cooper, una galerista importante de Nueva York, decía que en el mundo actual podía haber un centenar de ferias. Ella las detestaba, pero no podía dejar de ir porque allí cerraba el 70% de sus negocios. “¡Cómo extraño cuando el coleccionista o interesado venía a la galería y nos podíamos sentar a hablar. Eso ya no existe”, decía. Ahora, la gente joven con dinero compra un cuadro como quien adquiere un auto, pensando luego en cambiarlo. Ese es un problema real.

—¿Qué opinas de la pérdida de influencia por parte de la academia y la desaparición del canon?

Pienso que no debería haber un canon común. Hace tiempo vivimos una situación positiva, en la cual diferentes cánones conviven, a veces de forma contradictoria. Cuando salí del Perú, aquí solo había dualidades: eras nacionalista o internacionalista, realista o abstracto, de Bellas Artes o de la Católica. Cuando llegué a Nueva York, de repente me di cuenta de que todas esas tendencias podían coexistir. Aunque me apena, por ejemplo, que en las facultades de arte más importantes de Estados Unidos ya no enseñen dibujo. ¡Todos están atentos a las nuevas tecnologías! Yo vengo de otra generación, de artistas que sentían un gran respeto y fe por lo manual. Pareciera que hoy la gente no quiere pasar por ese umbral de dolor, de dificultad, de cuestionamiento que, entiendo, es inherente al arte. De repente, las cosas están cambiando a un ritmo tan rápido que no puedes verlo. Es preocupante.

NUEVA YORK A PIE
—Ahora que hablas de Nueva York, ¿cómo ves la escalada de violencia terrorista que sufre esta ciudad?

Si me preguntaras qué es lo más terrible que he vivido, seguramente tendría que decirte Tarata y el 11 de setiembre. Ambas son mis ciudades. Lo que es aterrador en Estados Unidos es el uso de las armas y la información que circula en Internet para fabricarlas. Lo que ha pasado recientemente en Chelsea fue con bombas caseras con ollas de arroz.

—¿Se vivía con miedo en el Nueva York de los años 70?

Yo alcancé a vivir en ese Nueva York en bancarrota, en la época de los grafitis, del nacimiento del punk. La tasa criminal era más alta, pero los peruanos sabemos por dónde caminar. Nunca sentí que estaba en una ciudad extremadamente peligrosa.

—¿El proceso de fotografiar Nueva York que presentarás en una nueva muestra se parece al de tus conocidas imágenes de Barranco?

Yo en Nueva York siempre andaba con la máquina en el bolsillo, de esas Olimpus que se abrían y cerraban. He tomado fotos toda mi vida allí. En la muestra presentaré lo que he registrado con el iPhone en los últimos 6 años. En este registro hay una cotidianidad, pero a la vez una magia, el privilegio de poder capturar un momento, una persona, una pared.

—Nueva York es una de las ciudades más fotografiadas del mundo. ¿Eso implica un cuidado especial para no caer en lo ya visto?

Supongo que sí. Todo el tiempo estoy descartando cosas. Cosas obvias. Pero realmente Nueva York es una ciudad inagotable.

LIENZOS Y PAPELES
—El MAC Lima y el Británico se repartirán en exposiciones paralelas tus obras en lienzo y en papel. ¿Cuál es la gran diferencia en el trabajo con ambos soportes?

Son procesos paralelos, como dos ríos que en algún momento se cruzan. Creo que en la pintura me pongo más serio, más denso, más grave, más severo.

—¿Sientes más respeto por el lienzo?

No. Tiene que ver con una búsqueda más minuciosa. El papel es un asunto más gestual para mí. La gestualidad es el movimiento que hace tu mano provista del elemento que dejará una marca sobre la superficie. Cuando hace años me preguntaban por qué hacía formatos tan grandes, respondía que quería replicar el tamaño de mi gesto. Como un Atahualpa que en Cajamarca levanta la mano para dejar su marca en el muro del cuarto del rescate. En mi caso, mis dedos llegan a los 2 metros 40. Ahora quiero que la obra sea aun más grande, que rebase mi gestualidad. El papel siempre está allí, es como un espejo, un eco.

—¿El lienzo es una relación a largo plazo y el papel un romance fugaz?

No. Yo me demoro en el papel tanto o más como puedo demorarme en un lienzo. Más bien es como el relato de los maestros zen, que se sentaban a orillas de un lago a ver pasar un pez. Cuando este hacía un gesto de dos segundos, entonces volvían al taller para graficar ese movimiento por horas. Siempre estoy con el rabillo del ojo mirando esa superficie blanca. Luego, en un momento dejo lo que estoy haciendo y acciono sobre el papel, muy rápidamente. No pasa por mi conciencia. Forzando las cosas, quizás la gran diferencia sea que el trabajo en papel se constituye por esos impulsos, por esa frescura. Por el contrario, la pintura la estás viendo de frente siempre.

—¿El papel es desechable? ¿Arrojas al tacho los trabajos fallidos?

No. Siempre hay una manera de llevar adelante el trabajo.

—En ambos casos, óleos y papeles, se trata de tu colección personal. ¿Cómo decides qué guardas y qué dejas salir del taller?

La verdad, guardo lo que se queda. Mi interés es el proceso más que la obra terminada. Y si bien algunas obras comienzan a adquirir cierto significado dentro de la casa para la familia, yo siento que me libero del objeto terminado. Si dedicas toda tu vida a hacer cuadros de tres metros o más, te vas a quedar con mucha obra en casa.

—¿Qué relación mantienes con esos inquilinos?

No suelo verlos. Van moviéndose poco a poco antes de dar al depósito.

—¿Qué adviertes en ellos al verlos casi 20 años después?

Cuando veo una pintura mía anterior, generalmente me produce placer. Es como ver con interés la pintura de un artista que te interesa mucho, pero en la que no te sientes tan comprometido. Siento que es otro Ramiro, otro momento de mi subjetividad. Y esa distancia me libera muchísimo.

MÁS INFORMACIÓN
“El gesto informado” (obras en papel)

Lugar: Centro Cultural Británico (Jr. Bellavista 531, Miraflores). Inauguración: miércoles 12 de oct. Temporada: hasta el 31 de diciembre. Ingreso: libre.

“El lugar de la pintura” (óleos)

Lugar: Museo de Arte Contemporáneo, MAC (Av. Almte. Miguel Grau 1511, Barranco). Inauguración: jueves 13 de octubre. Temporada: hasta el 15 de enero. Entrada: S/10 (general).

“Nueva York, fotografías”

Lugar: galería Fórum (Av. Larco 1150, Miraflores). Inauguración: 19 de octubre. Ingreso: libre.

“Pareciera que hoy la gente no quiere pasar por ese umbral de dolor, de dificultad, de cuestionamiento que, entiendo, es inherente al arte”.hugo pérez

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