El vínculo entre niños y naturaleza se aborda en el documental "El comienzo de la vida 2". (Foto archivo: Joaquín Leguía)
El vínculo entre niños y naturaleza se aborda en el documental "El comienzo de la vida 2". (Foto archivo: Joaquín Leguía)
Karina Villalba

“¿Estaré siendo un buen ancestro? ¿En qué medida mis actitudes y elecciones de hoy definen la vida de mis descendientes?”. Estas son preguntas extraídas del documental “El comienzo de la vida 2: La naturaleza”, estrenado en Netflix, que trata sobre la relación entre la infancia y el medioambiente y sobre la importancia de la vida al aire libre en los primeros años de los niños. La cinta interpela, cuestiona y obliga a reflexionar.

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Durante la conferencia virtual previa al estreno, Renata Terra, directora brasileña del filme, señaló que, efectivamente, uno de los objetivos de la producción es comprometer a todos los individuos de la sociedad en esta tarea (crear un vínculo cercano con el medioambiente): “producimos una película pensando en el público, la familia, las instituciones, organizaciones civiles, gobiernos; queremos llegar a muchas personas y mandar un mensaje para todos; recabamos información, implementamos proyectos que cuentan con información valiosa para una transformación”.

La producción de 132 minutos muestra reveladores casos de estudios que respaldan la idea del vínculo naturaleza-infancia y resulta interesante ver los ejemplos que citan, como aquel en el que piden a menores de diferentes partes del mundo, con edades entre 5 y 8 años, dibujar lo que para ellos simboliza la naturaleza. Para los pequeños que viven en aldeas ubicadas entre Namibia y Angola, naturaleza es sol, manos, pies, su madre; para niños yanomamis (pueblos indígenas que viven entre Brasil y Venezuela) naturaleza son ellos, sus madres, el sol. Para niños urbanos de Kentucky, Nueva York y de Sao Paulo, en cambio, naturaleza es el sol, un árbol, un pajarito. “No se debe a los niños, sino a la cultura que los envuelve, en la que imaginan que la naturaleza es el otro”, explica uno de los expertos.

Existe evidencia científica que confirma los beneficios del contacto con la naturaleza a edad temprana: mayor desarrollo cognitivo y emocional, estimula la creatividad, la capacidad de exploración, brinda herramientas para la convivencia, favorece la destreza de resolución de problemas y otros más. En “El comienzo de la vida 2” se ve el ángulo contrario, lo que ocurre con los chicos que viven en centros urbanos de México, Brasil, Perú y Chile, sin contacto con la naturaleza, dominados por la tecnología y que, por la creciente inseguridad en Latinoamérica, se ven obligados a permanecer más en casa.

Joaquín Leguía y Jane Goodall también trabajan juntos para fortalecer los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas. (Foto archivo: Joaquín Leguía)
Joaquín Leguía y Jane Goodall también trabajan juntos para fortalecer los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas. (Foto archivo: Joaquín Leguía)

Voces expertas

El documental cuenta con testimonios de especialistas medioambientales y expertos en infancia, como la reconocida etóloga inglesa, Jane Goodall, pionera en el estudio de los chimpancés, y Joaquín Leguía, peruano, creador de la Asociación para la Niñez y su Ambiente, ANIA, y Tierra de niños (TiNi), cuyas experiencias se aprecian en la cinta. Conversamos con Leguía sobre esta producción y le trasladamos las interrogantes planteadas al inicio de esta nota.

¿En qué medida considera que hemos cambiado nuestra actitud en relación con la naturaleza y el medioambiente en los últimos años? ¿Estamos siendo buenos ancestros?

Diría que estamos más informados del tema ambiental por lo que vemos en las noticias, por lo que experimentamos con nuestra salud y en nuestro entorno, por lo que enseñan en las instituciones educativas a los niñas y niños, por una mayor oferta de productos saludables y por estándares internacionales que nos llevan a adoptar, muchas veces a la fuerza, prácticas sostenibles. Sin embargo, percibo que hay más discurso que acción, más miedo que amor y más obligación que voluntad. El cambio real se dará cuando dejemos de tratar a la naturaleza como una cosa, un objeto, y la tratemos como un ser, de la cual somos parte y dependemos para nuestra supervivencia y bienestar. Este es el mensaje trascendental que durante años las culturas originarias nos vienen dando y que hemos minimizado e ignorado.

En este sentido, estoy convencido de que para afrontar los problemas locales y globales y avanzar hacia el desarrollo sostenible, es imprescindible que las niñas y los niños crezcan con valores y actitudes en favor de la vida.

La pandemia nos ha hecho tomar conciencia sobre la importancia de cuidar la naturaleza. ¿Qué acciones debemos seguir en esa línea de compromiso medioambiental?

Desde nuestras ventanas hemos sido testigos de cómo sería el mundo sin nosotros y lo que vimos, lejos de asustarnos nos dio esperanza. Tal vez, la tarea más importante en este momento es hacer un pacto en familia, comprometernos a tomar acciones que resulten en mayor bienestar para las demás personas, para las plantas, los animales, aire, agua, suelo y ecosistemas, para nuestro cuerpo, mente y espíritu. El COVID-19 nos ha enseñado que si el otro está bien, nosotros estaremos mejor y que un mundo diferente es posible solo si todos cambiamos. Empecemos por casa, en nuestra cotidianidad y luego, cuando podamos, en nuestro centro de estudios, centro laboral y comunidad.

En el documental podemos ver algunos casos de niños que vivieron la experiencia TiNi, ¿qué cambio notorio y perdurable observa en ellos?

Cuando fundé ANIA en 1995, nuestra misión era promover la empatía activa por la vida a través de iniciativas innovadoras que emparenten a las nuevas generaciones con la Madre Tierra y que además, los empodere como agentes de cambio para el desarrollo sostenible. Empatía activa por la vida es un término que creamos y que se define como la capacidad de priorizar el bien común a través de acciones cotidianas que generan bienestar en uno mismo, en las demás personas y en la naturaleza. Para lograr nuestra misión diseñamos la metodología TiNi, tierra de niñas, niños y jóvenes que se implementa en hogares, escuelas, barrios, comunidades y diversos ecosistemas. Las niñas y niños que han tenido la oportunidad de vivir la experiencia comprenden que tienen, desde temprana edad, la capacidad de mejorar sus vidas, la de los demás y la naturaleza. Desarrollan un vínculo con ella y crecen con empatía activa por la vida. Hay un joven en Madre de Dios que de niño tuvo TiNi en su casa y hoy, en el mismo lugar, tiene un hospedaje ecológico. Otro que experimentó TiNi en su escuela, de joven lo puso en práctica en su barrio, congregando a más de 30 niños, creó un movimiento para cuidar el ambiente y hoy está postulando al Congreso. En el Valle del Aconcagua en Chile, una joven, que de niña también participó en TiNi en su escuela, lidera hoy un voluntariado en favor del ambiente en su comunidad y se proyecta como encargada del santuario natural local. Otro soy yo, que fui criado en el jardín de mi infancia por la Madre Tierra y es ese lugar que me inspira a crear la metodología TiNi.

“El comienzo de la vida 2: La naturaleza” fue estrenado a inicios de noviembre en más de 190 países. Está disponible en Netflix.

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