En el año 2000, cuando fue elegido para interpretar a Ron Weasley en las películas de "Harry Potter", Rupert Grint tenía 11 años y no podía creer que iba a ponerse en la piel de uno de sus personajes preferidos de la literatura. Sin embargo, el niño no sabía todo lo que significaba subirse al tren de semejante éxito.
Con el correr de los años, y ya entrado en la adolescencia, el actor comenzó a sufrir la exposición y el hecho de crecer siendo observado por todo el mundo. "Hubo momentos en los que sentí que ya había sido suficiente", reveló el actor en una entrevista con The Independent. "En el 2005, cuando terminamos de filmar la cuarta película - Harry Potter y el Cáliz de Fuego- yo justo había dado mis exámenes para ingresar a la universidad y pensé, '¿Realmente quiero seguir haciendo esto?'. Lo pensé mucho, porque de verdad era un gran sacrificio".
"Uno da por sentado el anonimato, la libertad de hacer cosas normales como salir a pasear por la calle. De repente todo era diferente y me daba un poco de miedo. Había momentos en los que pensaba, 'hasta acá llegué'", contó el actor, que hoy tiene 30 años.
Rupert también aseguró que no recuerda mucho su vida previa a Harry Potter, y que el hecho de estar en el ojo público se convirtió en su nueva normalidad. " A veces resulta deshumanizante tener a personas sacándote fotos cuando estás caminando por ahí. Para ellos, sos solo esta cosa rara, es una existencia extraña pero así es mi vida".
El año pasado, Grint ya había reflexionado sobre lo que implicó crecer en un estudio de grabación. "Tuvimos unos años muy íntimos e intensos metidos en una burbuja. Cuando empecé a actuar no era algo que aspiraba a hacer. Había participado en obras del colegio y cosas de ese estilo, pero no era algo que soñaba lograr de forma consciente", había dicho. "Llegó un momento en el que quería vivir un poquito más, porque sentía que me estaba perdiendo de muchas cosas".
(Fuente: La Nación Argentina / GDA)