“Nada es lo que parece 2”: nuestra crítica de la película
“Nada es lo que parece 2”: nuestra crítica de la película
Sebastián Pimentel

Nada es lo que parece 2” puede ser vista como una puesta al día de “La gran estafa” (2001). Solo que cambiando a los truhanes de casino por una banda de ilusionistas que combina varias generaciones. Así, tenemos hoy a Jesse Eisenberg, Dave Franco y Lizzy Caplan (de la serie “Masters of Sex”), en compa- ñía de actores de los noventa todavía en auge, como Mark Ru­ffalo y Woody Harrelson. Al final, pero no menos importantes, algunos nombres mayores que no necesitan presentación: Michael Caine y Morgan Freeman.

Con “Nada es lo que parece 2” el realizador John M. Chu –conocido por películas de acción como “G.I. Joe: La venganza” y algunos musicales de Justin Bieber– aprendió, desde el recuerdo de la primera parte (dirigida por Louis Leterrier en el 2013), que la clave de la franquicia radica en cambiar el oscurantismo de David Copperfield por el tono lúdico y luminoso de “La gran estafa” y su fuente: el ‘rat pack’ de Sinatra, Sammy Davies Jr. y Dean Martin (“Ocean’s 11”, de Lewis Milestone, 1960). Elegancia y sofisticación retro.

El equilibrio, no siempre logrado en “Nada es lo que parece” (1 y 2), consiste en maridar la ligereza con líneas argumentales más humanas. En la primera entrega, esto resultó siendo lo peor. Si había que creer en algo, era en el romance del detective Dylan Rhodes (Ruffalo) –buen cazador de magos traviesos– con una agente de la Interpol (Melanie Laurent). En esta segunda entrega, las apuestas se ponen en el trauma de infancia de Rhodes, ligado a la muerte accidental de su padre, hombre de leyenda al estilo Houdini.

El tráiler de la cinta.

Si bien la mayoría de críticos se inclina por la versión de Leterrier frente a la de Chu, sopesando virtudes y defectos, no dudo en preferir la segunda. Más consciente de su espíritu lúdico y más directa en el despliegue de superficies engañosas y reinterpretación de los hechos, “Nada es lo que parece 2” es, también, más efectiva en cuanto a la orfandad no resuelta de Rhodes, puntualizada en flashbacks que hacen de él un personaje complejo.

El secreto tanto de este como del primer filme radica en su dinámica deconstructiva. Aquí, los magos se saben artífices de trucos cuyos mecanismos no tardan en explicar. El interés del espectador se sostiene, precisamente, por esa complicidad en dejarse llevar, en saberse parte de un juego que fusiona dos flancos: el de la realidad como poética interminable de construcción y desmantelamiento; y el de la película misma como artificio consciente.

Más allá de su falta de pretensión, estos filmes tratan sobre el cine mismo. Y sobre un mundo nuevo, convertido en teatro de espejismos o falsificaciones cotidianas. Donde todo se ha hecho espectáculo y cualquier espacio –interior o exterior– se ha vuelto una sala de montajes.

En esta segunda entrega, los juegos de espejos se multiplican. Woody Harrelson conoce a su hermano gemelo, clown maligno que es el reflejo malo del bueno.

Por su parte, el ex Harry Potter Daniel Radcli­e, otro villano, dice: “La tecnología es más poderosa que la magia”. Pues el filme es, precisamente, un desmentido de esa frase. Con menos violencia y explosiones de fuego que las películas de superhéroes, “Nada es lo que parece 2” puede ser el reencuentro con el espíritu de George Meliès, ese que Hollywood parece empeñado en olvidar.

AL DETALLE
Calificación: 2.5 estrellas de 5
Título original: “Now You See Me 2”.
País y año: Estados Unidos, 2016.
Director: John M. Chu.
Actores: Jesse Eisenberg, Mark Ruff alo, Lizzy Caplan, Morgan Freeman.

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