“Soy nadie”, dice Rey (Daisy Ridley) mientras camina en medio del desierto en un avance de “Star Wars 7”. El bostezo es su horizonte de vida, una agonía existencial que también compartió Luke Skywalker antes de su gesta conocida por millones de espectadores. Este punto de partida –que es retomado por el director J.J. Abrams en “El despertar de la Fuerza”– se le aclaró a George Lucas, el creador de la saga galáctica, tras la lectura del libro “El héroe de las mil caras” (1949), del mitógrafo estadounidense Joseph Campbell.
Antes que los marketeros, los gurús de autoayuda y Paulo Coelho, primero estuvo Campbell. Su ideario se resume en la frase “Persigue tu felicidad”, cuya aparente simplicidad encierra un ambicioso afán teórico.
No se deje distraer por los efectos especiales, Jar Jar Binks o los ewoks. En esa búsqueda de la felicidad o de un objetivo de vida, Campbell pretende estructurar el periplo del héroe. Algunas etapas de este proceso son el llamado a la aventura, la ayuda sobrenatural, el cruce del umbral, las pruebas o la reconciliación con el padre. El personaje predestinado pasa de un mundo ordinario a uno extraordinario y debe superar un reto final para completar el viaje y alcanzar la libertad para vivir. No hace falta ser fan para saber en qué instancias se cuelan Obi- Wan Kenobi o Darth Vader.
El estadounidense Joseph Campbell (1904-1987) estableció un patrón narrativo común entre los mitos de Oriente y Occidente.
Campbell dio con este patrón tras sumergirse febrilmente en diversas mitologías del Oriente y el Occidente. Con la certeza de que todos los caminos conducen al mismo mito, Campbell acuñó el término ‘monomito’. Bajo la óptica de este concepto, la épica bíblica de Moisés, “Dragon Ball Z” o “El despertar de la Fuerza” están atravesados por un mismo tronco narrativo.
Lucas nunca ocultó el influjo de “El héroe de las mil caras”. Él ha dicho más de una vez: “El libro de Campbell fue de gran ayuda. Con ‘Star Wars’ busqué recrear conscientemente mitos”.
Campbell también apeló a los arquetipos del psicoanalista Carl Gustav Jung –nacimiento, muerte, viejo sabio, padre, madre, etc.– para estructurar el viaje del héroe. Hablando de Jung, él se obsesionó con la noción del pensamiento mágico, suerte de prima hermana del misticismo metafísico de la Fuerza de “Star Wars”.
Más guiños
Otras influencias aceptadas por Lucas son las tragedias griegas y sus inagotables tensiones intrafamiliares, la obra de Akira Kurosawa (en especial “La fortaleza escondida”, de 1958, en la que un samurái protege a una princesa), las peleas a sablazos de los guerreros japoneses, las películas de aviadores de la Segunda Guerra Mundial o la dualidad cíclica del taoísmo representada en el yin y el yang que inspiran el lado luminoso de la Fuerza y el lado oscuro.
Es seguro que “Star Wars 7” retomará esa narrativa cíclica. Su director J.J. Abrams acota que, además de Kurosawa y del ‘western’ de John Ford, le puso un ojo a su colega Terence Malick, cuya obra rebosa en misterio y estados en trance (esa dosis de buen cine es indetectable en los episodios I, II y III dirigidos por Lucas). Enhorabuena.