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Tintín
Enrique Planas

Aparecía más rechoncho y pequeño, sus zapatos se veían pesados y sus pantalones a cuadros ya lucían pasados de moda para entonces: el 10 de enero de 1929, en "Le Petit Vingtième", el suplemento infantil del diario católico belga "Le XXe Siècle", apareció la primera entrega de " en el país de los soviets". Aunque de dibujo torpe y de trama improvisada, aquella obra del dibujante Hergé ya fascinaba a sus primeros lectores con sus aventuras en lugares exóticos, animadas por persecuciones, peleas y situaciones de peligro. Aquella primera aventura disparó la 'tintinmanía', cuya legión de admiradores incluye a políticos como Charles de Gaulle o Chiang Kai-Shek, pintores como Roy Lichtenstein o Andy Warhol y cineastas como Wim Wenders, Terry Gilliam y, claro, Steven Spielberg y Peter Jackson, asociados para producir su versión cinematográfica en el 2011 y una segunda en el 2021.

Desde ayer jueves hasta el domingo, toda Bélgica celebra el aniversario 90 de aquella primera aventura, aunque curiosamente los homenajes se centran en su segundo número, desarrollado en África. Así, el principal acto será la presentación de la nueva y coloreada edición de "Tintín en el Congo", en la Galería Tintín©Hergé de Bruselas.

Durante años, ambas historietas han sido criticadas severamente. "Tintín en el país de los soviets" ha sido calificada de antisemita y anticomunista, mientras que la polémica por "Tintín en el Congo" alcanzó los tribunales belgas cuando un ciudadano congolés lo denunció en el 2007 por apología de la colonización. Cinco años después, el personaje fue absuelto, cuando la corte resolvió que la publicación correspondía a una época en la que las referencias coloniales eran normales y que su autor no tenía intenciones de incitar al racismo. ¡Difícil es declarar culpable al mayor símbolo de Bélgica!

Con 90 años de edad, el joven Tintín siempre será tema de controversia. A Javier Flórez del Águila, veterano historietista y reconocido médico neurólogo, siempre le llamó la atención la ausencia de personajes femeninos en sus historias. "Alguna vez creí que podría haber sido una influencia de Walt Disney, en cuyas historias abundan los personajes célibes, con novias eternas y sobrinos sin padres conocidos. Alguna vez hasta entreví una posible misoginia en Hergé", advierte.

Empero, lo que más desconcertó al autor de "Selva misteriosa" fueron las manifestaciones racistas que aparecían en sus aventuras. "Seguramente se explica por su temprano contacto con un conservadurismo religioso casi fanático. Aquellas viñetas pronazis, de cada vez mayor antisemitismo se publicaban en tiempos de la ocupación de Bélgica. Nunca pude entender cómo sus compatriotas, terminada la guerra, llegaron a perdonarle su franco colaboracionismo, lindante con la traición a la patria", afirma.

Hasta el momento, son 250 millones de ejemplares vendidos y 120 los idiomas en los que ha sido traducido Tintín en todo el mundo. ¿Cómo explicar ese éxito a pesar de su entraña racista, anticomunista y eurocéntrica? El historietista Juan Acevedo propone matizar estos cargos: "La gente olvida eso al seguir sus aventuras. Su encanto va más por otro lado: el suspenso, el humor, el dibujo de línea clara. Todo parece tan limpio: Milú, el Capitán Haddock, el Profesor Tornasol, etc. Y luego resulta que Hergé, ese flaco con cara de bueno, asiduo a la parroquia de un cura nazi, cultivó prejuicios que hoy no toleramos. La verdad, creo que Hergé era un buen hombre y excelente historietista (de hecho, le agradezco varias lecciones), pero con una inteligencia sesgada, sin mayor conciencia crítica, colaboracionista del ‘establishment’ (en eso no soy su fan)".

Flórez del Águila comparte su teoría sobre el temprano éxito del personaje: "La leyenda cuenta que fue Tintín quien salvó a Hergé porque, en plena ocupación nazi, los belgas se consolaban leyendo su historieta mientras descartaban el resto de 'Le Soir', la revista francesa colaboracionista que lo publicaba entonces", señala.

LA OBRA Y LA MORAL
Nacido en un suburbio de Bruselas en 1907, Hergé fue uno de los grandes testigos del siglo pasado. Sin embargo, su punto de vista planteaba la superioridad del hombre occidental que visita el mundo exótico, incivilizado y lleno de peligros, allende los límites de Europa. Conservador e introvertido, fue un hombre mucho menos audaz y liberal que su propio personaje.

Pero al hablar de su arte, podemos decir que Tintín es universal porque se enfrenta a tiempos y modos de pensar y de ver diferentes. Como señala el escritor y guionista de cómics Hernán Migoya, cualquier obra del pasado puede ser empañada por el prisma del presente. "El Quijote sería militarista por su discurso sobre la superioridad del hombre de armas sobre el de letras", dice. Para el narrador español, el arte siempre gana: "Toda obra está por encima de la moral de su tiempo, ¡y en especial de la moral de su autor! Las personas que solamente buscan obras que se acomodan a su moral son las que terminan encontrando motivos para matar al prójimo. Los personajes de Tintín son tan ingenuos y asexuados, que seguro que Hergé era un enfermo. Pero todos los artistas lo son. Al menos, los interesantes", añade.

Frente a las críticas, quizás el veredicto de los jueces belgas sea el criterio común de los lectores fieles de Tintín. ¿Cómo declarar culpable a un símbolo de la aventura humana? Viéndolo fríamente, ninguna historia de aventuras es inocente cuando divide a sus personajes entre buenos y malos.

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