“Una de las razones por las que se pierde un idioma es por la falta de autoestima” fue una de las conclusiones que el investigador australiano nos ha heredado tras varias décadas de estudio. En un país donde el desprecio hacia lo indígena es una tara de la que no terminamos de liberarnos, Taylor hizo uso de la filología para sumarse a aquellos quienes durante muchísimo tiempo han buscado la manera de revertir esta realidad.
En su juventud, su interés por la antropología y otros idiomas lo llevaron a ciudades como Viena y París donde tenía planeado iniciar estudios académicos, pero el destino le tenía preparado un viaje mucho más largo aún. Tras conocer estudiantes y artistas latinoamericanos, inicia su deseo por aprender el castellano y las otras lenguas de las cuales sus amigos le comentaban. Es así que en 1963 inicia su primer viaje a esta parte del mundo con el cual generaría un vínculo que, a pesar de su repentina partida, se mantiene vigente.
“La principal virtud de la obra de Gerald Taylor es que logra integrar de manera muy creativa y a la vez muy seria y rigurosa conocimientos sobre el pasado y sus relaciones con la historia, basándose siempre en la investigación y el diálogo con los hablantes. Creo que pocas experiencias de trabajo intelectual en el ámbito peruano muestran con tanta claridad este profundo y delicado engarce entre el interés por el pasado histórico de las lenguas y culturas con el presente”, señala el doctor en lingüística con mención en Estudios Andinos Luis Andrade en conversación con El Comercio.
La gran obra
Entre los tantos proyectos y artículos publicados por el investigador australiano a lo largo de sus 86 años de vida destaca su traducción del “Manuscrito de Huarochirí”, un texto escrito en quechua a inicios del siglo XVII que se ha convertido en una reliquia trascendental de la literatura por los mitos y creencias que ahí se narran. Aunque en 1966 José María Arguedas ya había realizado la primera traducción al español, Taylor decidió iniciar una nueva versión luego de encontrar deficiencias en el trabajo del escritor peruano.
Haciendo uso de todos los conocimientos en el campo de la dialectología y basándose en la búsqueda de archivo y contraste de fuentes, inicia la traducción de los relatos en los que se empleaba un vocabulario quechua muy antiguo que a mediados del siglo XX había cambiado completamente de significado.
En una publicación realizada tras la muerte de Taylor, el filólogo César Itier y el historiador Juan Carlos Estenssoro comparan dicha traducción con el trabajo de restauración de una obra de arte cuyo estado de conservación la ha vuelto invisible. “Taylor irá devolviendo a cada palabra su propio peso, sus acepciones precisas —en el momento que evoca el relato, como en el de su escritura—, recomponiendo así el entramado semántico del texto”, añaden.
Experiencia única
Luis Andrade asegura que Taylor consiguió replicar con éxito el valor literario del histórico manuscrito, evitando que los relatos sobre los enfrentamientos entre los grupos de poder de aquella época así como las dificultades de la cristianización en esta zona del país pierdan su encanto. “Deberíamos buscar la manera de acercar este trabajo a los escolares para que tengan la oportunidad de enfrentarse a una experiencia estética de un valor altísimo”, añadió.
El trabajo de Taylor sirve también como un reflejo de su personalidad, la misma que se caracterizaba por su marcado interés por la personas, tanto de quienes aprendía como de aquellos a quienes transfería sus conocimientos. Fue precisamente esta característica la que lo impulsó a seguir produciendo hasta el final de sus días. Un claro ejemplo de su deseo por expandir su campo de estudio a la mayor cantidad de personas es la publicación de “Método de aprendizaje de la lengua general”, texto destinado a facilitar la lectura, en su lengua original, del Manuscrito de Huarochirí y otros textos del siglo XVI y XVII.
Basta un ligero acercamiento a la obra de Gerald Taylor para que el interesado se tope con la sensación de conocer prácticamente nada de las lenguas que nos rodean y que llevan consigo un fuerte componente histórico. Pero su obra cuenta con la particularidad de poder reducir aquel impacto e invitarnos al descubrimiento del apasionante universo de las lenguas originarias de nuestro país. Aunque son pocas las entrevistas a Taylor que existen en el internet, varios de sus títulos aún aguardan en las estanterías de algunas librerías de la capital. Tan solo hace falta ir a su encuentro cuando hayamos dado por superada la crisis en la que nos encontramos.