“Un mundo huérfano” (2016), el primer libro del colombiano Giuseppe Caputo (1982) destaca en varios aspectos. Uno de ellos es la voluntad de plantear una ficción regida más por las leyes de la poesía que de la narrativa. Sostenida en un lenguaje vivo y musical, ambientada en atmósferas penumbrosas y fosforescentes que otorgan una fisonomía abstracta a los espacios donde se mueven personajes no compatibles con los convencionalismos usuales, “Un mundo huérfano” es una apuesta sólidamente concretada que recuerda a otras cuya motivación primera es su rebeldía absoluta ante la ideología literaria tradicional. Es el caso de “Cobra” de Severo Sarduy, “Frente a un hombre armado” de Mauricio Wacquez o “Lumpérica” de Damiela Eltit. En ese lugar excéntrico se instala Caputo. O, mejor dicho: lo recupera. Recobra su espíritu trasgresor.
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