De España, afirma, extraña aquello que ya no está, como su padre, un ebanista apasionado de la lectura y creador de los muebles de dormitorio que ella aún conserva (Foto: Nancy Chappell / El Comercio)
De España, afirma, extraña aquello que ya no está, como su padre, un ebanista apasionado de la lectura y creador de los muebles de dormitorio que ella aún conserva (Foto: Nancy Chappell / El Comercio)
Maribel De Paz

De niña, confiesa, escribía cuentitos de aventuras. Afición que dejó de lado al toparse con libros como "La ciudad y los perros" de nuestro Nobel Vargas Llosa. "Entonces me di cuenta de que yo jamás, jamás, por mucho que lo intentara, iba a conseguir escribir así de bien. Y si no iba a escribir así de bien, ¿para qué iba a escribir?", anota Mercedes González, cabeza en el Perú del enorme grupo editorial Penguin Random House.

A puertas de la próxima , en la que España estará presente como país invitado de honor con autores como Ray Loriga, Rosa Montero, entre otros, González, española de nacimiento y peruana por decisión, da cuenta de su precoz afición por los libros, el hábito lector peruano y el inquietante privilegio de tenerlo todo.

—Has dicho anteriormente que a los 12 años leíste "La ciudad y los perros", y que eso te hizo ver la vida de otra manera. ¿Cómo describirías esa nueva mirada?
Bueno, definió el rumbo de mi vida. Siempre me había gustado leer, pero me descubrió un mundo diferente, que era el mundo latinoamericano, y una forma de escribir mucho más apasionada que la que había leído hasta entonces. Y me enamoré del mundo latino y del mundo peruano, concretamente. Ahora, viviendo en el Perú, me doy cuenta de que en ese momento no entendí muchas cosas, por el vocabulario, el contexto y demás. Pero esa forma de escribir me fascinó, con esos saltos en el tiempo, en los personajes, en donde sin embargo todo tenía sentido, todo se unía. Me cautivó ese mundo tan lejano, ese continente con otra forma de vivir.

—Casi la mitad de tu vida la has vivido acá. ¿Qué sigues extrañando de España?
Pensarás que soy una desapegada, pero siento que lo tengo todo aquí. Es que lo que extraño de España ya no está: la niñez, mi padre, los viajes de la infancia. Esta es mi casa, esta es mi ciudad.

—¿Tu padre a qué se dedicaba?
Mi padre era ebanista y restaurador de muebles antiguos. Él fue el que me hizo aficionarme a leer, porque le gustaban mucho los cómics. En esa época había un 'boom' de cómics en España, muchos de ellos históricos, y yo comencé desde pequeña a leerlos, y así me fui acercando a los libros. A mi madre no le gustaba leer. Tenía muchas virtudes, pero decía que el mundo de la fantasía éramos mi padre y yo.

(Foto: Nancy Chappell / El Comercio)
(Foto: Nancy Chappell / El Comercio)

—¿Y de esos cómics que leías cuáles recuerdas?
Ufff, "El jabato", sobre la conquista romana de España; "El guerrero del antifaz", sobre la reconquista; "El capitán Trueno", sobre los viajes españoles por América y Europa; y luego también los más masivos de editorial Bruguera como "Mortadelo y Filemón", y "Zipi y Zape", que creo que aquí no han llegado.

—¿Leer nos puede hacer mejores personas?
Claro que lo hace, porque conoces mundos y realidades muy diferentes a la que puedes estar viviendo.

—Te ayuda a ponerte en el lugar del otro, digamos.
Exactamente, porque uno de los peores defectos que tiene nuestra especie es el ensimismamiento y el egoísmo. Leer te abre la mente y te hace conocer otras realidades.

—¿Y cómo leemos los peruanos? Has dicho que estamos leyendo más. Las mujeres y los jóvenes, sobre todo.
Es un mito esto de que en este país no se lee. Los promedios son muy engañosos. En los 22 años que llevo viviendo en el Perú cada vez hay más librerías, el mercado crece, hay más editoriales, el sector se dinamiza, las ferias son más importantes, vienen más autores y se lee todo tipo de cosas. La globalización ha hecho que lo que está de moda en un lugar también se lea aquí porque está de moda, pero el peruano es especialmente receptivo a los autores locales y, en realidad, nuestros grandes éxitos son libros de autores peruanos, tanto de ficción como de no ficción.

—¿Cuál fue tu primer encontronazo cultural al llegar al Perú?
Es que yo llegué fascinada, y enseguida me integré mucho a la sociedad peruana. Pero si pensaba que por mi carrera conocía la historia y la literatura peruana, me equivoqué: fue una sorpresa ver que había tanto que no conocía.

—¿Y qué fue lo que más te sorprendió cuando llegaste, en el trato, digamos?
La educación y la amabilidad. Los libros no necesariamente reflejan eso. ¡Mira "La ciudad y los perros"! O "Conversación en La Catedral".

(Foto: Nancy Chappell / El Comercio)
(Foto: Nancy Chappell / El Comercio)

—¿Vivirías tus últimos días en el Perú?
Mira, yo pensaba que me quedaba aquí para siempre, pero ya no sé. Mientras más tiempo pasa, creo que la vida hay que vivirla día a día y minuto a minuto. Y quién sabe… Un gran amigo, el escritor peruano Fernando Iwasaki, quien hace muchos años se fue a vivir a España, me dijo que en realidad la patria no es tu país, sino el país de tus hijos. Y mis hijos son peruanos.

—Has dicho alguna vez que ustedes no son una editorial de libros, sino de autores.
Con todos mis respetos, pero las editoriales de libros lo que quieren es conseguir el último libro de alguien y ya. Luego vuelven la mirada a otro autor. Una editorial de autores lo que quiere es tener toda la línea, si es posible, y el ideal es acompañar a los autores desde el principio; es decir, publicarles desde el comienzo e ir acompañándolos en su crecimiento. Eso no siempre se puede dar, pero es nuestro intento. Creemos que nos da mucha más solvencia como editorial tener todo el catálogo de un autor, el panorama completo. Nos da prestigio y un catálogo muy sólido.

—Ya tienes cerca de 30 años en el sector editorial. ¿Qué te queda por desarrollar en tu carrera?
Que la editorial y el sector crezcan mucho más en el Perú, que se lea mucho más. Y una meta personal es que pasemos en nivel de ventas a nuestros vecinos, porque todavía somos más pequeños que Colombia y Chile a nivel de lectoría y de ventas de libros. Perú, por su tamaño, podría perfectamente ser mayor que Chile y Uruguay. Vendemos la tercera parte de lo que se vende en Chile, siendo este un país que tiene la mitad de habitantes que el Perú.

—¿Y qué editorial, aparte de la tuya, te gusta particularmente?
Bueno, Siruela es una maravilla. Y Acantilado. Son libros delicadísimos. Ellos hacen libros para coleccionistas, obras de arte, con unas ediciones cuidadísimas y unas traducciones excelentes.

—Cambiando de tema, ¿cómo es enamorarse a los 52 años?
Bueno, me enamoré a los 47, y lo vivo con más ilusión que cuando era más joven, mucho más. Es una efervescencia, un tremendo deseo de reencontrarnos, porque él no vive acá, pero es maravilloso. Tienes muy claro lo que quieres. De joven tienes inseguridades, dudas. En el amor maduro realmente estás con quien quieres estar y porque quieres estar, y porque disfrutas los momentos que estás con él. No estás para padecer ni para aguantar. Estás para disfrutar y para tener esa faceta de tu vida también cubierta. Profesionalmente me encanta lo que hago, soy una privilegiada, lo reconozco. Lo que más he amado en esta vida son los libros y vivo de los libros, trabajo con los libros. Y luego, me encanta vivir en esta ciudad. Tengo a mis hijos y además tengo el amor. Me da miedo decirlo, pero tengo todo.

—¿A qué se le puede agradecer esto?
La vida ha sido muy generosa conmigo. Y sí, yo también he sido constante. Siempre fui muy estudiosa, muy curiosa y trabajadora, muy perseverante, puntual y honrada. Eso te ayuda a llevar un camino.

—El machismo máximo diría que la mujer que trabaja bien trabaja como hombre. Como se dice de la literatura: mujer que escribe bien, escribe como hombre.
Es un tema complejo, pero las mujeres que hemos podido recibir una buena educación estamos en igualdad de condiciones que los hombres, aunque en la mujer creo que hay algo cultural, atávico, justamente por lo que han tenido que demostrar en generaciones anteriores. Cuando tienes esa oportunidad, tu nivel de responsabilidad es enorme. Las últimas en incorporarnos al mercado laboral hemos sido nosotras, y mi madre lo cuenta con pesar. Era otra época y otra España, pero mis abuelos solo dieron estudios a los hijos varones. A ellas no, porque eran mujeres y se iban a casar. Entonces, mi madre tuvo clarísimo que eso no lo quería para su hija. Ella quería una hija independiente que decidiera si se casaba o no se casaba, o si se divorciaba. Pero yo no creo en cuotas, creo que las cosas se decantan solas.

—¿Y cómo has manejado el piropeo peruano?
A ver, el piropo agradable, que te digan una cosa bonita, no tiene por qué caer mal. Lo que es acoso son los piropos desagradables, que te diré que aquí hasta en eso son mucho más educados que en España. Las únicas veces que me han insultado es cuando estoy manejando, cuando alguien se me ha cruzado o ha hecho una burrada, y se lo he recriminado. Entonces me han dicho cosas absolutamente ofensivas, que “vete a tu casa, mamita” o esas cosas. Y me indigno. ¿Pero qué vas a hacer, pues? Hay que seguir.

DATO
Por su cuarto aniversario en el Perú, Penguin Random House ofrece los libros de todos sus sellos con un 30 por ciento de descuento en librerías. La promoción va hasta el 8 de julio.

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