“Cuando llegó la pandemia sentí que debía terminar esta novela. Sino me iba a perseguir el resto de mi vida”, cuenta la autora de "Niñagordita" Belinda Palacios.
“Cuando llegó la pandemia sentí que debía terminar esta novela. Sino me iba a perseguir el resto de mi vida”, cuenta la autora de "Niñagordita" Belinda Palacios.
Diana Mery Quiroz Galvan

Encontrar a modo de epígrafe versos del poema “Pudiera ser”, de Alfonsina Storni, en esta novela de la filóloga peruana Belinda Palacios es como abrir los ojos ante una realidad antigua y a la vez vigente. Dice la argentina: “Pudiera ser que todo lo que en verso he sentido/ No fuera más que aquello que nunca pudo ser/ No fuera más que algo vedado y reprimido/ De familia en familia, de mujer en mujer”. Estas palabras sirven como introducción a la historia de la protagonista del “Niñagordita”, una joven insegura que, deseando tanto sentirse amada, sin darse cuenta se extravía a sí misma en esa búsqueda. Un cúmulo de circunstancias harán que poco a poco se hunda en un abismo de soledad y dolor mientras cede ante la vergüenza y la culpa.

Palacios lleva 12 años viviendo en Europa y su tiempo suele dividirse entre la escritura de ediciones críticas sobre obras coloniales y la enseñanza de Literatura Hispanoamericana en las Universidades de Ginebra y Neuchâtel, en Suiza. Por eso el confinamiento impuesto por la pandemia de Covid-19 se convirtió en el momento perfecto para concluir un proyecto iniciado en el 2012. Por entonces, la idea de una adolescente limeña y sus dramas amorosos daba vueltas por su cabeza. La primera versión no resultó ser lo que esperaba, así que tras consultarlo con un amigo escritor cayó en la cuenta de que su texto solo tenía narrador y no un protagonista. Casi una década después, recluida en casa, fue trazando la historia del personaje sobre la cronología de su propia vida “para pasearme por los ambientes que conozco, el colegio, la etapa de la confirmación, la universidad”, dice, hasta tomar prestadas experiencias ajenas que terminó organizando y contextualizando de manera diferente para construir su libro.

¿“Niñagordita” puede catalogarse como una autoficción, tan de moda en estos tiempos?

Siempre hay algo de la vida del propio autor en sus escritos. Existe una identificación entre el autor, el narrador y el protagonista, hay un referente real en el texto, eso es inevitable. Pero yo no soy Talía ni he vivido las mismas cosas que ella.

Entonces, ¿quién es Talía?

Es como un collage de diferentes vidas. Una chica un poco insegura de sí misma, pero que quiere sentirse especial, que la quieran. Tiene muy poco conocimiento sobre el sexo y lo que va a experimentar cuando empiece a ser sexualmente activa. De alguna manera es su entorno -la educación que recibió en un colegio religioso, el papá que está poco implicado en su vida, la mamá que tiene pocas luces y se refugia en la fe- lo que hace que ella termine tomando decisiones equivocadas y viva en medio de un calvario personal. Su historia está ambientada en la primera década del 2000 y es esa moral cristiana la que le impide defenderse de lo que le pasa.

Buena parte del libro está contada en segunda persona…

El libro combina la tercera y segunda persona. Tener al narrador solo en tercera persona no me convencía así que para las partes donde Talía recuerda lo que vivió utilizo la segunda para dar la impresión de estar en la cabeza de la protagonista. Y como esta es una chica que se reprocha constantemente cosas, funciona bastante bien.

¿Cómo calificas, en cuánto a género a “Niñagordita”?

Diría que este es un libro asfixiante, que vive el proceso de autodestrucción de una persona. Está orientado a un público joven adulto, pero no es una novela juvenil porque creo que hay que tener cierta madurez para leerlo. Estaría más en la onda de “Abzurdha”, de la argentina Cielo Latini. Es un buen ejemplo de lo que puede pasar con las chicas jóvenes que no tienen una guía adecuada.

Muchos libros intentan dar lecciones a sus lectores o reivindicar ciertos derechos. ¿Este es uno de esos casos?

No escribí el texto tratando de reivindicar nada, no era el objetivo inicial, pero en el proceso de escritura se tocan temas que para mí son importantes y entre ellos aparece el problema de la corrupción, la hipocresía de la iglesia, la ignorancia en la que viven muchos jóvenes respecto a sus cuerpos y debido al machismo que está muy presente en la sociedad peruana. También toco temas como el racismo enquistado en las clases altas y que se intenta esconder bajo la alfombra. No intento dar lecciones, pero sí alertar y reconocer que estas cosas pasan. Seguir ocultando ciertos problemas o conversaciones no llevan a nada bueno. De ahí nacen la vergüenza, la culpa y con ello una serie de nefastas consecuencias, como lo que ocurre con la protagonista de mi libro.

Eres filóloga de profesión, ¿tu carrera te ha ayudado a la hora de escribir esta primera novela?

Definitivamente sí, muchísimo. Gracias a lo que hago se me hace fácil poder escribir porque estoy siempre en este ejercicio de organizar ideas y pulirlas para pasar un mensaje determinado. Eso me ha ayudado a poder contar esta historia.

El Dato: El libro está a la venta en las librerías La Rebelde y Book Vivant.

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