En el verano de 1955, Luis Felipe Angell se presentó en las oficinas de "El dominical" de El Comercio, sin anunciarse. Venía molesto porque el jefe de redacción no quería publicar unas sentencias humorísticas que le había dejado hace unos días. Entonces, el doctor Francisco Miró Quesada Cantuarias –quien recuerda la anécdota*– recibió en sus manos un papel con una serie de frases cortas. Lo abrió y leyó algunas y entusiasmado le dijo a su interlocutor: “te las voy a publicar”. Así empezó a escribir en "El Dominical", Luis Felipe Angell, que entonces ya firmaba con el seudónimo de Sofocleto.
Semanas después, en una reunión de redacción, el nuevo colaborador (que otra vez había llegado sin anunciarse), era felicitado por el éxito de sus textos, aunque el nombre que tenían no era tan bueno (“Al pie de la letra”). Entonces se lanzaron títulos a diestra y siniestra, hasta que alguien dijo: “Lo que escribe merece un logo mejor”.
El doctor Miró Quesada recuerda que inmediatamente asoció “logo” con “lógica”, de la cual es un apasionado cultor, y anunció: “¿Por qué no las llamamos silogismos?”. Rápidamente, Luis Felipe acomodó la idea y retrucó: “Claro que sí, ‘sinlogismos’”. Así nació una de sus secciones más celebradas.
POR GOLEADA
Luis Felipe Angell. (Foto: Carmen Ravago/ El Comercio)
Su vínculo con este Diario tendría otra etapa dorada: el año 1956 el Perú había sido elegido sede del Campeonato Sudamericano de Fútbol y, como era de esperarse, en los periódicos y en las calles no se hablaba de otra cosa.
El diario “La Prensa”, entonces uno de los competidores más fuertes de "El Comercio", decidió contratar, para comentar los partidos, al periodista uruguayo Borocotó (seudónimo de Ricardo Lorenzo Rodríguez), que era una celebridad en el continente por sus columnas en la revista “El Gráfico” de Argentina. Ante tamaña noticia "El Comerci" poco podía hacer.
Sin embargo, el diario Decano tenía un as bajo la manga: Sofocleto. Dicho y hecho, Luis Felipe se puso a comentar con humor y picardía los encuentros de ese campeonato: se burlaba de los apellidos de los jugadores, de los partidos y hacía reír a los insufribles hinchas peruanos. Resultado: El Comercio ganó por goleada, pues nadie se acordó de leer al pobre Borocotó.
Esto se repetiría en el Mundial de España 1982, cuando don Sofo resucitó su celebrada columna deportiva. Gracias a él, para todos fue menos dolorosa la eliminación de Perú por goleada, frente a la Polonia de Lato. Ese fue nuestro último Mundial de Fútbol, hasta ahora.
EL REGRESO
Después de casi dos décadas, Sofocleto regresó a El Dominical, el domingo 5 de enero de 1997, con dos páginas de humor. En ellas volvió a deleitarnos con sus sinlogismos, sus sofonetos, sus décimas pésimas, el rincón de Eva, sus frases célebres, sus mentiras universales y sus artículos de fondo, que eran una suerte de memorias ficticias en diversos lugares del mundo o historias desopilantes en las que unos personajes (Martínez, García, etc.) vivían aventuras diversas.
Y Sofocleto tenía mucho que contar, después de sus varios exilios a los que las dictaduras de turno lo sometieron, incómodos por su humor y su desmesurada imaginación.
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*En: “Anécdotas de la redacción. Sofocleto en El Comercio”. Edición de El Dominical del 23 de febrero de 1997.