Cómo será de íntima la celebración de los 100 años de Chabuca Granda que hasta el Señor de los Milagros ha preferido guardarse. Porque si nuestra inmortal compositora bien merece una Misa Criolla, los tiempos de pandemia han obligado por ahora a posponer cualquier celebración que se monte en auditorios. Así toca recordarla a inicios de su centenario: leyendo todo lo que empieza a publicarse sobre ella, cantándola en casa ‘a capela’, sacando los discos de los cajones o conectándonos al infinito Spotify.
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Lo dice bien Teresa Fuller, hija de la reina del santo: “a pesar de esta tragedia que vivimos, hay que ver siempre el lado positivo de las cosas”. Ella recuerda cómo el día de la Serenata organizada la noche del pasado 2 de setiembre por la comuna limeña, fueron 71 mil personas las conectadas en vivo a través de las redes sociales. “¡Eso es como llenar un Estadio Nacional y medio!”, comenta con entusiasmo. “El Internet nos está permitiendo llegar a muchísima gente en diferentes sitios. Si lo hubiéramos hecho en un teatro, quien sabe hubiéramos llegado a solo 400 personas. Para mí, esto es increíble”, exclama.
También resulta increíble que, a 37 años de su partida, demos la noticia que unas trescientos textos manuscritos de Chabuca hayan permanecido inéditos. El hallazgo de estas joyas del archivo que celosamente guarda su hija Teresa puede verse reunido, finalmente, en los dos tomos de “Cantarureando canterurías: cancionero y letras inéditas de Chabuca Granda”, el cual, jugando a la cabalística centenaria, reúne cien reconocidos temas de su autoría (de un total de 110 composiciones grabadas) así como otro centenar de textos “desclasificados” (un tercio del total no conocidos por el público) y un dossier de imágenes del archivo familiar.
¿Cómo así pudo guardarse tanto tiempo este secreto? Fuller, directora de la Asociación Cultural Chabuca Granda, mantuvo a salvo estas letras sin música a lo largo de los años, esperando a la persona indicada para publicarlos rigurosamente. “Cuando se acercaba el centenario, pensé que había llegado el momento de reunirlos en libro. El tiempo pasa y las cosas no pueden guardarse para siempre. Chabuca es muy importante como para dejar que su obra se pierda”, explica.
Así, la oportunidad llegó cuando el Grupo editorial Cosas y la Fundación BBVA se interesaron por este proyecto que cumple con sus dos intenciones: presentar la obra reunida en su totalidad, con las motivaciones que, según puño y letra de la compositora, inspiraron cada tema, además de incluir el material inédito que nos abre una nueva ventana a la obra de la artista, y que la colocan en una posición más cercana a la poesía. Una demostración de que personajes como el de Chabuca Granda son inagotables, siempre ofrecen respuestas a las preguntas de las nuevas generaciones. “Yo, que soy su hija, todos los días aprendo algo nuevo de mi mamá, no termino de descubrirla”, dice.
Directora del proyecto y representante del Grupo Editorial Cosas, para Adriana Miró Quesada el hallazgo de estos inéditos fue toda una suerte. “Si bien estábamos pensando hacer un compendio de todas las canciones de Chabuca, lo que era una ausencia terrible, me di con la sorpresa de estas letras una vez empezado el proyecto. Fue como un regalo doble que nos muestran otra faceta de Chabuca”, afirma.
Entendiendo la letra
Ha sido un trabajo de arqueología el emprendido por Teresa Fuller con los textos de su madre, para los que tuvo que transcribir con cuidado aquellas letras inéditas escritas, muchas veces, en los papeles más infrecuentes, sea guías telefónicas o agendas anilladas. “Escribía en el momento en que se le ocurría algo”, recuerda Fuller, riendo por aquella costumbre materna.
Nadie como una hija para decodificar la letra de una madre: “Al principio, podía leerla de corrido y entendía perfectamente. Pero esta vez me ha costado un poco, hacía mucho tiempo que no revisaba sus manuscritos”, dice tras meses de desbrozar bosquejos, limpiar tachaduras y entrañables garabatos hasta ver el sentido al final del trabajo. En algunos casos, cuando después de muchos intentos no ha podido entender la palabra, deja una apostilla al margen del texto para la mirada de futuros investigadores. Algunos son verdaderos enigmas: “¡Mi mamá se comía las vocales!”, advierte.
Pero no se crea que por esa diversidad de papeles Chabuca Granda era una compositora desordenada. Por el contrario, como su hija recuerda, la compositora de “Cardo o Ceniza” siempre eligió la tranquilidad de la noche para escribir rigurosamente, cuando no había visitas ni sonaba el teléfono. “Desde niña, ella jugaba de noche y dormía de día. Y cuando nosotros dormíamos, ella podía trabajar tranquila. Cuando nos despedíamos de ella para ir al colegio en la mañana, ella recién apagaba su luz para dormir y mi abuela le cuidaba el sueño hasta la una en punto, el momento en que ella hacía sonar su campanita, para anunciar que ya estaba despierta. Para nosotros, el sueño era sagrado”, dice. Para velar su sueño, doña Isabel, su madre, ponía almohadones y frazadas sobre el teléfono de disco para que el timbrado no la despertara.
Palabra de cantero
El título del libro nos sugiere el permanente interés de Chabuca por jugar con las palabras. “Canterurías” fue un tema compuesto en México, a inicios de los años setenta, un término inventado por ella y dedicado a Ángela Gurría, escultora mexicana fascinada por el trabajo de los canteros cerca de su casa en Coyoacán. Sin duda una palabra ideal para definir los textos inéditos de Chabuca que, no siendo canciones propiamente dichas, para su autora tampoco eran “poemas”. “Chabuca es mucho más que una compositora, por eso el título tenía que ser muy especial. No podíamos poner “cien canciones y cien poema”, a mi mami no le hubiera gustado. Ella decía yo no soy poetisa, soy juglaresca”, dice Fuller.
Por su parte, para Miro Quesada, reubicar a Chabuca en su dimensión poética resulta capital para entender sus canciones. “Muchos de estos textos resultan ambiguos, no se sabe si son el origen de una canción o simplemente fueron escritos sin una intención musical. En algunos, la autora ya le apuntaba el género al que pertenecía, como podía ser un tondero o un valse, por ejemplo. Pero muchos otros no llevan ésta inscripción, y su escritura resulta muy distinta a los anteriores, sin ese patrón rítmico tan marcado. Dejan de parecer canciones y se acercan al terreno de la poesía”, afirma.
"Según nos cuenta el guitarrista Lucho Gonzáles, parte de su personalidad discreta y humilde explica que Chabuca siempre evitara ser vista como poeta. En muchas entrevistas ella así lo dice: ‘Yo no soy poeta, solo una buena letrista’, afirmaba. Pero es muy difícil no verla de esta forma, sobre todo tras leer estos nuevos textos, añade la editora.
Quizás nadie lo dice mejor que Susana Baca en el libro: “esta mujer de muchas vertientes no dejó que nada pasara. Nada pasó por sus ojos que no fuera mirado, nada anidó en su corazón que no fuera lo auténtico de sus sentimientos. Ella se nutre de las historias que quiere contar y, en su camino, llega a ser una poeta”.
Los cuadernos de mamá
Hace 37 años que Teresa Fuller se entregó al trabajo de organización del archivo de su madre. Pero ya de niña, cuando Chabuca partía de gira, ella se daba el trabajo de recoger aquellos desordenados cuadernos de notas y los colocaba organizados en un cajón con llave para que ella los viera ordenados a su regreso. “Pero después nunca más los toqué, hasta que se nos fue”, recuerda. Entonces inició aquel épico trabajo de archivo al que ha entregado su vida. En 1989, la colección “Signo e imagen” del Banco de Crédito publicó “Chabuca Granda, Antología Poética”, reuniendo parte de aquellos textos, pero con muchos errores, confiesa.
“Yo no tenía noción entonces de lo que era un archivo. Era totalmente empírica. Lo hacía con cariño, amor, respeto y admiración a mi mamá pero hasta ahí nomás, pues no había estudiado para esas cosas. Quién sabe por eso he tenido tanto celo y me he demorado tanto para publicar sus cosas. Esta vez resulta mucho más exacto”, explica Fuller, quien ha contado con la ayuda del especialista Ricardo Rojas para digitalizar el archivo para esta edición.
Cada canción con su razón
Además del centenar de inéditos, destaca en este esfuerzo editorial las precisiones de la propia Chabuca Granda sobre el origen de temas tan representativos como “José Antonio” o “El surco”, todas ellas dentro de los manuscritos estudiados. Por allí aparecía una fecha, el lugar de la escritura, la dedicatoria a determinado personaje, o la razón de la canción en sí. Muchos de esos textos eran incluidos en los programas de mano en los espectáculos presentados en el recordado Zeñó Manué.
Explicaciones de temas tan icónicos como “La flor de la canela”, dedicada a la figura rimense Victoria Angulo, con su tan célebre línea “déjame que te cuente limeño”, que Fuller define como un llamado de atención a todos los limeños. En 1950, cuando asiste junto al maestro Óscar Avilés a una serenata por el cumpleaños de Don José Moreno Alarcón en su departamento de la Plaza Dos de Mayo, donde para hacerse oír en plena tertulia abrió la ventana del balcón y desde allí extendió sus brazos y exclamó “¡Déjame que te cuente limeño!”, descubriendo en esa frase lo que le faltaba a su vals.
Severa con ella misma
Es la misma Chabuca quien escribe: “Adquirí la humildad necesaria para exigirme personalmente mejores y mejores obras, y mi temor crece a la medida en que las voy produciendo”. ¿En estas líneas la artista plasma el temor de todo creador a repetirse? “Es un pensamiento muy exacto. Ella era muy severa con sus cosas y con ella misma”, afirma Fuller.
En ese sentido, es válido preguntarse si esos textos inéditos pueden ser líneas de las que ella no se haya sentido satisfecha. Pero como señala la hija de la eterna Chabuca, eso no lo sabremos nunca. “Son textos que están en sus manuscritos, que luego pasó a sus cuadernos, algunos ella misma los ha tipió en su máquina de escribir. ¡Cómo saberlo! Tendría que decirlo ella misma. Son como cartas que nos ha dejado, que al leerlas puedes incluso cantarlas”, explica.
Tantas cosas que se dicen
“Cantarureando canterurías”: recluta diversas voces para comentar la obra de Chabuca. Está su guitarrista Lucho González, las intérpretes Susana Baca y Carmina Cannavino, los estudiosos de la obra de Chabuca Julio Mendivil y Renato Raúl Romero, cuyas miradas nos ofrecen una visión poliédrica del personaje. Y si hay algo en lo que todos están de acuerdo, es de la imposibilidad de catalogarla en una categoría fija, valorándola en sus contradicciones progresistas y conservadoras.
“Lógicamente, estamos frente a un ser humano, que como todos, vas cambiando sus sentimientos, sus emociones. Nadie piensa igual a como cuando era joven. Quien vea cronológicamente la obra de mi mamá, se dará cuenta de cómo va cambiando en su vida, tras sus viajes y vivencias”, afirma.
Lejos de aquellos creadores que no cambiaron nunca por cálculo político o para no contradecir a su público, Chabuca siempre fue ella misma, alguien fiel a su personal escala de valores. “No existía el término medio para ella”, señala su hija.
Prueba de ello la dan dos canciones aparentemente contradictorias, políticamente hablando: “Paso de vencedores”, donde anima a las fuerzas armadas a participar del destino del país previo al gobierno de Velasco y “El surco”, donde ya con la llamada “Revolución Peruana” en el poder, expone el fracaso de este proceso. “Cuando cantó “El surco” en Palacio de Gobierno, los otros compositores temían que los metieran presos a todos. Sin embargo, se lanzó a cantarla y los mismos militares la aplaudieron. Ella siempre se negó a hacer las canciones que ellos pedían para su revolución. Y ella escribe ‘Ah, malaya la hora en que fui a cantar. Ah, malaya la hora en que fui a gritar’, ¿Quién le decía eso a un gobernante militar entonces?”, recuerda Fuller.
Para Adriana Miró Quesada, mostrar esas contradicciones es uno de los puntos más ricos en la personalidad de la artista. “Muchos de los textos de los colaboradores el libro hablan de esas ambivalencias. Julio Mendivil, afirma que son sus tránsitos sociales lo que enriquecen su figura como creadora. Lucho Gonzáles, dice Chabuca le hablaba a sus amigos, y sus amigos podían ser desde oligarcas hasta la gente más modesta del barrio. Esa mirada habla de una artista libre, de un ser humano abierto para relacionarse con todos y que descubría belleza en cualquier parte”, dice.
“Chabuca fue una mujer empoderada de manera natural, libre en su expresión y en su vida, hablaba de lo que ella creía sin reparos, sin pedirle permiso a nadie. Y eso en su época no era algo normal. Ella se impuso con su talento y su coraje. Con sobriedad y naturalidad. Sin victimizarse nunca. Es una lección gigante para las nuevas generaciones de mujeres”, añade la editora.
El dato
Publicados por el Grupo editorial Cosas, la Fundación BBVA y la Asociación Cultural Chabuca Granda, “Cantarureando canterurías” circulará en breve en las principales librerías. También se ofrece en venta ‘on line’ en https://cosas-suscripciones.cosas.pe/ Preventa hasta el 15 de octubre.
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Se cumplen 100 años del nacimiento de Chabuca Granda
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