“¡Me llega al pin**o este concierto de mier** porque estoy asado! Pero vamos a ver si sale chévere...”. Alexis Korfiatis está desatado. Es marzo del 2013, en medio del Festival Rock en Ate, y nadie puede controlar las incoherencias que el vocalista, convertido en involuntario émulo de Johnny Rotten o Sid Vicious, dice en el micrófono, parado en el escenario sin atinar aún a cantar. “¡Esta canción se la dedico a ustedes, hijos de p***, porque son una maldita generación perdida y me llegan al pin***!”, agregó Korfiatis instantes después, para delirio de un público que, más allá de sus exabruptos, seguía expectante y atento a su música. Esa misma noche, en medio de gritos, confusión y desatinos –que incluyeron el abandono del escenario de Mauricio “Mapache” Llona, harto de la situación-, Alexis lanzó su guitarra bruscamente, pateó los amplificadores y salió del escenario. A pesar de que esta no era la primera ocasión en la que los excesos perjudicaban, no solo el espectáculo, sino también la armonía entre los miembros del grupo, la noche de Ate fue la gota que rebalsó el vaso y se convirtió en la última presentación de la banda con su formación original.
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Este sábado 2 de julio, tras superar problemas y rencores, Alexis Korfiatis, Emilio Bruce y Mauricio Llona volverán a juntarse en un escenario para celebrar los 25 años del grupo que los definió como músicos y transformó la vida de, al menos, un par de generaciones de jóvenes aficionados al punk y al rock, presos, probablemente, de la misma rabia y rebeldía que ellos reflejaban en sus conciertos.
“En realidad, la reunión se está dando porque, después de casi 10 años peleados y sin vernos, nos hemos amistado. Cuando nos separamos en pleno concierto en Ate, en el año 2013, fue un final triste y un concierto paupérrimo. Queremos de alguna manera despedir esta alineación de la banda de la mejor manera, siendo amigos y con un concierto A1″, nos dice Mauricio Llona, baterista del grupo, sobre este reencuentro que, al menos en lo que lo involucra a él y a Emilio, será solo por este concierto. “En el primer ensayo notamos que nunca habíamos perdido la química para tocar juntos”, afirma este último. “Una de las cosas que hemos aprendido de todo esto es que podemos dejar de trabajar juntos sin necesidad de dejar de ser amigos”, agrega. Para Alexis, la mejor lección que pueden sacar de las experiencias negativas “es que en un grupo lo más importante es la comunicación”.
“Y como empezamos tan jóvenes no sabíamos manejar bien eso, nunca estuvimos preparados para tener éxito tan rápido y probablemente eso también sumó su cuota de presión”, agrega.
Sin rencores
Poco tiempo después de que superaran las rencillas que distanciaron una amistad que se remontaba a sus años escolares, comprobaron a través de las redes sociales que sus seguidores querían verlos tocar nuevamente. Recibieron ofertas de algunos productores y se lo pensaron. Finalmente, decidieron producir ellos mismos el evento e invitar a algunos compañeros y colegas de escena que fueron importantes en sus años dorados, el primer lustro de este siglo, para revivir las sensaciones que, en aquellos días, vivían cada fin de semana no solo en Lima, sino en distintas ciudades del Perú. De este modo, Leusemia, Aeropajitas, Inyectores, Diazepunk y Tragokorto, además de los músicos Charlie Parra, Ricardo Méndez (Difonía), Giovanni Ciccia (Chabelos) Marcel Cailloux (Estado de Sitio), Diego Reyes y Ginola fueron los elegidos para ser parte de esta celebración de música y amistad.
“Queríamos armar un concierto con las bandas más queridas y representativas de la escena punk rock del Perú –nos dice Mauricio-. Todos somos muy amigos y respetamos mucho el trabajo y música que hace el otro. Nosotros hemos aprendido mucho de esas bandas y de las personas que las conforman”. “Para mí siempre es importante mantener unida la escena local y estas bandas son parte de nuestra historia”, afirma Alexis.

Siempre moviéndome, siempre buscando
Pero este aniversario no llega solo con el concierto de reunión, sino con un documental –dirigido por el youtuber peruano Alterando Pentagramas- que muestra, sin censura, los momentos más duros de la historia del grupo, y que está siendo estrenado gratis en YouTube en 3 partes, la última de las cuáles podrá verse el día del concierto. Allí se cuentan los orígenes, las primeras tocadas, la grabación del primer disco y la inclusión de última hora de “El Wirito”, las giras, el ambiente de camaradería que se vivía entre ellos y su staff, la aclamación del público y la cúspide de su sonido como banda. Pero están, además, los momentos jodidos, los excesos con las drogas y el alcohol que terminaron quebrando definitivamente al grupo. “Creo que, por un lado, ha sido paja recordar los buenos momentos y cómo la banda fue creciendo a través de los años a punta de constancia y mucho trabajo –nos dice Mauricio-. Sin embargo, también tocó recordar todos los problemas, peleas y la ruptura no solo de la banda, sino de la amistad que teníamos. Mirar atrás, después de tantos años, también hace que te des cuenta de cuáles fueron los errores que cometiste y tener una perspectiva mucho más objetiva de lo que pasó. En realidad, es loco ver lo bien que la pasábamos y lo bien que nos llevábamos juntos, dentro y fuera del escenario. Fueron años de putamadre, de muy buenas experiencias y mucho crecimiento personal y profesional”. Para Emilio fue una mezcla de emociones. “Alegría y nostalgia, por un lado, y rabia y tristeza, por otro, al revivir ciertos episodios”. “Cuando comenzamos éramos casi unos niños”, agrega Alexis. “Aprendimos que, incluso para la música, tienes que ser ordenado, metódico y profesional, teniendo perseverancia y la actitud de hacer música de una manera profesional, no como un hobby o pasatiempo, como cuando iniciamos. Eso, junto con la madurez y experiencia que tenemos ahora, nos ayuda a manejar mejor las cosas”.
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Eres todo para mí
Desde aquella noche en que quedaron en segundo lugar en el concurso Hamilton Rock, en 1998 –solo por debajo de Uchpa-, han pasado casi 25 años de música, amistad, encuentros, desencuentros y temas eternos como Wirito, Atahualpa, Lejos, Generación perdida, Día plástico o Por ti, en los que las vidas de los tres integrantes de su alineación más clásica se han transformado por completo, al igual que las de sus seguidores originales. Pero la música, felizmente, no cambia.
“Aprendí que mi tranquilidad es lo más importante. Cuando las cosas ya no funcionan y has tratado mucho tiempo de arreglarlas y no lo has logrado, es mejor dar un paso al costado e ir por algo nuevo”, nos dice Mauricio Llona. “Lo que me hace sentir más orgulloso de haber formado parte de 6 Voltios es haber llegado a tanta gente y a tantos lugares a través de nuestra música. Cuando empezamos, jamás pensamos que llegaríamos tan lejos, era como jugar y vacilar con tus amigos, y eso hizo que la propuesta musical sea fresca y sincera. Nunca nos complicamos mucho a la hora de hacer las canciones y las letras de Alexis siempre fueron muy directas. Muchos jóvenes se sintieron identificados con lo que decíamos y, como si fuera poco, la banda trascendió generaciones”.
Para Alexis, si al inicio les pusieron etiquetas antipáticas como “chiquipunk” o “pitupunk” era, quizás, porque “eso era lo que reflejábamos”. Sin embargo, para él, ser punk “es un estilo de vida, un modo de actitud, se trata de no seguir la corriente y hacer las cosas de modo diferente. Y eso uno lo mantiene con los años”. Korfiatis asegura que puede sentirse orgulloso del reconocimiento que les han dado todos sus seguidores tanto a nivel nacional como internacional, “y por la grabación de tantos discos que han podido unir generaciones con nuestra música, siendo parte del soundtrack de sus vidas. Eso no tiene precio”.
Para Emilio, “es abrumador, a veces, ver todo lo que hemos logrado como banda y el impacto que hemos tenido en más de una generación. Además, entre nosotros, con el staff, productores y otros músicos, somos como una gran familia, a pesar de que pasen los años”. El bajista recuerda que empezaron como una banda de colegio y, sin darse cuenta, llegaron a trascender y a impactar en la vida de miles de personas. “Hasta el día de hoy mucha gente me escribe en redes sociales o me para en la calle para agradecernos por nuestra música, por cómo los hemos ayudado a superar momentos difíciles o cómo hemos marcado su adolescencia. Así no volvamos a tocar nunca más juntos, somos parte de la historia del rock peruano, y eso es algo que no muchos pueden decir”.
