Sobre Aznar, Charly García dijo una vez: "Es un músico que está muy por sobre el nivel de Argentina".
Sobre Aznar, Charly García dijo una vez: "Es un músico que está muy por sobre el nivel de Argentina".

es, más que todo, un compositor. Sus otras facetas giran alrededor de ello: sus trabajos como bajista, arreglista y otros que se incluyen en su monumental trayectoria integrando bandas lideradas por Pat Metheny y Charly García, por ejemplo. Su curiosidad por las nuevas texturas y sensaciones es inagotable. De hecho, en ese afán imaginativo se hizo sommelier. "El vino es un hecho creativo", señala el bonaerense.

De paso por el Perú –se presenta hoy y mañana en el teatro Luigi Pirandello–, aprovechamos para conocer más detalles sobre su faceta como inventor de canciones.

—¿Tienes algún método de composición preferido?
Siempre trato de variar porque es una manera de mantener fresca la inventiva. A veces compongo jugando con un instrumento, a veces sobre el papel pentagramado, con anotaciones de voz en el teléfono. Hay otras en las que en mi mente aparece un título y a partir de allí empiezo a desarrollar... También puedo empezar escribiendo la letra y luego la música, o con un ritmo o textura instrumental. Incluso, a veces a partir de un color, de una sensación que genera una pintura que luego trato de recrear desde lo musical.

—¿Cómo manejas los bloqueos creativos?
Felizmente no he tenido bloqueos importantes. Hay épocas más fecundas que otras, pero no me he encontrado bloqueado al punto de no poder componer o escribir. Es algo que me fluye muy espontáneamente. Además, sé que el oficio de compositor o escritor se tiene que cultivar constantemente. En ese sentido, no soy un seguidor de la teoría que dice que la intuición es siempre la mejor consejera. Sí, hay que prestarle mucha atención, pero no es el único elemento que interviene en la creatividad. Este es un oficio que se tiene que pulir todos los días.

—¿A qué te refieres?
A que la inspiración y la intuición tienen que estar presentes porque si no haríamos cosas sin alma, pero componer tiene mucho del trabajo de artesanía, que es sentarse a trabajar. De hecho, alguna vez me propuse como desafío personal crear una canción por día durante cierto tiempo y dio resultados muy fecundos. Mi disco “Ahora” fue compuesto así a lo largo de un mes, en el que me propuse crear una canción por día, de lunes a viernes. Fue una especie de juego para honrar mi profesión de compositor.

—¿Cuándo te diste cuenta de que ese tipo de disciplina era necesaria?
De muy joven y después lo fui corroborando gracias a, por ejemplo, charlas con mi profesor de composición que me ayudaron a derribar el mito de la musa. No sé quién fue el que lo dijo, pero es una idea brillante: cuando las musas pasen por aquí prefiero que me encuentren trabajando. Me parece que es la mejor manera de describirlo. Si uno está distraído todo el día viendo el celular, es más difícil que la inspiración lo toque. Me parece que es la mejor manera de describirlo. Si uno está distraído todo el día viendo el televisor o la pantalla del celular o tablet, es más difícil que la inspiración lo toque. Ahora, si te encuentra trabajando en algo, seguramente las ideas van a fluir y esa inspiración va a tener a donde bajar y cómo plasmarse. Con esto no quiero decir que la vida cotidiana no dé oportunidades para ser creativo. Todo lo contrario, creo que la creatividad se motiva por cosas del día a día, pero también hay que sentarse a trabajar.

— Lo que hiciste para "Ahora" requirió una disciplina casi monástica
Así es. Para lograrlo, alquilé una casa en la costa atlántica de la provincia de Buenos Aires, al lado del bosque y del mar. Era invierno y habían pocas horas de sol así que lo que hacía era despertarme a las 6 de la mañana, me preparaba el desayuno, encendía el fuego, meditaba, daba una vuelta por la playa o por el bosque, tomaba algunas fotos y luego subía a la habitación donde había armado mi estudio. Me dedicaba a trabajar hasta la noche y todos los días eran así. Mis descansos era los sábados y domingos, días en los que venían amigos y familiares a visitarme. Fue un momento muy divertido, me sentí pleno y muy conectado y de eso salió una música muy profunda. Creo que ese logro fue un logro creativo y una demostración de eso que hablamos.

— ¿Qué te dio ese aislamiento, la soledad?
Me permitió concentrarme. Yo soy bastante introvertido y me gusta quedarme en mi mundo interior y ese tipo de oportunidades las disfruto muchísimo. La serenidad, el silencio… Ese encuentro con el interior me parece fundamental y eso propicia la creatividad. Ojo que también escribo a bordo de un avión, en un tren bullicioso, pero valoro mucho los momentos con uno mismo. Por supuesto, también me gusta estar con la gente que quiero y mostrarles por dónde he andado y los paisajes que encontré.

— Dicen que la rabia y tristeza son siempre potenciadores de la creatividad. ¿Compartes la opinión?
La comparto en tanto y en cuanto esas emociones obligan a que uno eche mano de su capacidad creativa para salir a flote del brete emocional en el que está. Entonces, generalmente, cuando uno vive momentos de tristeza se pone escribir para sacarse los demonios de encima o para exorcizarse. Por el contrario, cuando está feliz de la vida se dedica a estar feliz de la vida. Sí, algunas veces uno escribe para celebrar lo feliz que está, pero son más las veces en las que uno se dedica a sacar los demonios y la verdad es que sirve, funciona muchísimo. Una vez leí una frase que me gustó: “No es que los malos momentos propicien lo creativa o hagan a un buen artista, sino que un buen artista nunca es detenido por los malos momentos”.

​Más información

Lugar: teatro Luigi Pirandello.
Dirección: Av. Alejandro Tirado 274, Cercado de Lima.
Horario: martes y miércoles, 9 p.m.
Entradas: Teleticket.

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