James Levine, el retiro de un genio musical
James Levine, el retiro de un genio musical

Es el fin de una era, así lo ha dicho Michael Cooper en su artículo en “The New York Times” y no le falta razón. Todos los amantes de la ópera identificamos a James Levine con la Ópera Metropolitana de Nueva York. Por eso su retiro al final de la temporada, tras 40 años como director musical y artístico, es un anuncio triste. Pero la salud le viene jugando en contra y la decisión ha sido tomada. “Desde hace más de cuatro décadas el Met ha sido mi hogar artístico”, ha dicho el maestro Levine. “Estoy tremendamente orgulloso de todo lo que hemos logrado juntos como compañía”.

Quienes nos formamos en el gusto operístico desde fines de los años 80 hemos visto en James Levine a un artista de gran integridad, capaz de conciliar la necesidad por una renovación artística manteniendo el respeto por la tradición. Fue Levine quien luchó por incorporar composiciones contemporáneas al repertorio del Met y también el primero en rescatar obras olvidadas de los grandes maestros del pasado. Fue uno de los artífices de las grandes renovaciones de una compañía que se ha convertido en la número uno en estos momentos. Además, Levine no solo promovió las carreras de cantantes como Plácido Domingo, Luciano Pavarotti o Renée Fleming, sino que se convirtió en una estrella en sí mismo. Su nombre bastaba para llenar el teatro. Recuerdo perfectamente cada una de las obras en las que pude apreciar su trabajo y cómo, al final de las presentaciones, los aplausos que el público le dirigía parecían derrumbar el Met. Como sucedió el 15 de marzo del 2009, cuando el Met celebró sus 125 años de fundado. Las voces más famosas del momento se reunieron para interpretar escenas de las óperas que tantas glorias le dieron al Met. Todos, desde Plácido Domingo hasta Juan Diego Flórez, desde Renée Fleming a Natalie Dessay, bajo la batuta de Levine. Una noche inolvidable.

UN TALENTO PRECOZ
Cuando James Levine (Cincinnati, 1943) llegó a Nueva York para estudiar en la Julliard School en 1961, ya había pasado por el entrenamiento propio de los jóvenes talentos. Fue un pianista precoz desde niño, pero su mira estaba en la conducción de orquesta. Ya graduado, pasó por un entrenamiento clave como asistente del gran George Szell. A partir de entonces participó en una incesante carrera hasta llegar al Met. Fue en la matinée del 5 de junio de 1971 que Levine subió al podio para conducir su primera ópera para la compañía. Se trataba de “Tosca”, de Puccini, protagonizada por dos titanes de entonces: Grace Bumbry y Franco Corelli. Un par de años después fue nombrado director musical y en 1986 se convirtió en el primer director artístico de la compañía. Desde su debut, ha conducido 2.551 presentaciones, como señala la web del Met. Una carrera que lo ha llevado a dirigir a todas las grandes figuras de la ópera de su época y a lograr un amplio repertorio que incluye a Verdi, Puccini, Rossini, Berg y sus favoritos: Mozart, Strauss y Wagner.

Pero el maestro Levine no solamente ha trabajado con el Met. En Europa ha dirigido a muchas de las más prestigiosas orquestas. Desde el 2004 fue director de la Orquesta de Boston, cargo que ocupó durante siete años. Sus grabaciones son muchas, tanto discográficas como en video.

EL OTOÑO DEL PATRIARCA
La salud y el peso han sido los principales enemigos de James Levine. Desde hace unos años, una serie de accidentes, enfermedades y operaciones lo han alejado de la música. Y mientras cada retorno era anunciado con bombos y platillos, el desgaste del hombre iba de mal en peor.

Levine ha decidido dejar su posición como director artístico del Met, pero no sus compromisos dirigiendo la orquesta. Insiste en que estará al frente de las futuras presentaciones pactadas para este año, y en la próxima temporada conducirá la orquesta de “La italiana en Argel”, de Rossini; “Nabucco”, de Verdi; y una sus óperas más queridas: “Idomeneo”, de Mozart.

La partida de James Levine de un puesto clave en el Met ha generado una serie de comentarios y especulaciones. Peter Gelb, director general de la compañía, no ha querido hacer comentarios al respecto. Porque la situación de Levine era muy complicada, ya que de un lado se trataba de un hombre clave en la compañía, y de otro, su ausencia había comenzado a ser un problema. Gelb, que siempre respetó y confió en el maestro, prefiere mantener silencio.

“Aunque ya no puedo pasar tanto tiempo en el podio como me gustaría”, dijo Levine en un comunicado, “me complace pasar a mi nuevo rol y mantener mis profundos lazos artísticos con el Met”.

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