El pasado Lunes Santo, en la sede del Gobierno Regional de Cusco, la agenda oficial de la Ministra de Cultura Ulla Holmquist Pachas consignaba su participación del Consejo Directivo de la Unidad de Gestión del Santuario Histórico de Machu Picchu. Pero en su camino se topó con el Taytacha de los temblores, que anunciaba el inicio de la Semana Santa. Allí, en medio de la impresionante procesión del señor cusqueño, ella se quedó anonadada por el fervor popular, el sonido de los pututos, el arrullo agudo de las rezadoras, la compañía de los cantantes. “Fue un buen momento, en medio del día, para retomar fuerzas y pensar que hay cosas más grandes”, nos dice.
En esta entrevista hablamos, sin embargo, de otros temblores. Siendo el Ministerio de Cultura una de las carteras más diversas que existen en el gabinete, muchos son los temas sensibles. La flamante ministra, ex directora del prestigioso Museo Larco, desarrolla cada tema crítico sabiéndolo ubicar en su contexto, dentro de políticas públicas que, muchas veces, se ven eclipsadas por las urgencias.
A propósito de los proyectos que se evalúan para Machu Picchu, ¿cómo tranquilizar al público convencido de que el santuario no se toca?
Lo que veo es una coincidencia entre todos los actores involucrados por trabajar en conjunto con los lineamientos de la conservación. Esta no significa “no toco”, sino respetar un adecuado plan de manejo, técnicamente elaborado, que te permita una gestión del lugar. Promover que se abran áreas circundantes para una mejor distribución de los visitantes, un mejor uso de las horas del día, accesos nuevos para facilitar la llegada desde otros puntos y conectar con otros lugares. En la Unidad de Gestión de Machu Picchu estamos involucrados tres ministerios (Comercio, Ambiente y Cultura), más el Gobierno Regional y el alcalde de Machu Picchu, además del comité técnico. Tenemos que hacer un trabajo sostenido en Machu Picchu, pero sabiendo también que, porque por donde uno mire, encontramos maravillas con la misma potencialidad. Kuélap lo demuestra, con sus innovaciones de acceso, que permiten una mayor afluencia y amabilidad en la llegada. Si se trabaja de esta manera conjunta, creo que vamos a tener en el mediano plazo espacios muy diversos en el Perú con esa potencialidad. ¡Somos un país de muchos Machu Picchus!
Otro tema sensible: ¿Es una corrección a la gestión anterior imponer nuevamente las multas al hotel Sheraton del Cusco por destruir muros incas y trasgredir normas de edificación?
Es importante entenderlo como un proceso. Efectivamente, hubo una demora en la emisión de las sanciones en el plazo previo a su caducidad. Caducaron (no habían prescrito), pero estaban aun dentro del tiempo y era necesario proceder con esas resoluciones. Sé que esto no fue comunicado adecuadamente, y pudo sentirse como que el proceso se estaba anulando en el camino. Pero no es así: la caducidad era necesaria para volver a iniciar el proceso sancionador que, finalmente, se llevó a cabo. De las cuatro sanciones, dos han llegado al punto final de la etapa administrativa con una resolución ministerial, después de las respectivas apelaciones. Desde Cusco, otra ha sido emitida por la demolición de los muros incas. Una cuarta sanción aún está en proceso.
¿Además de la multa, obligar a la demolición de parte del hotel, es la sanción más drástica hecha por el ministerio?
Definitivamente, es un mensaje que atañe a todos los sectores. También hay responsabilidades en estas demoras, pues no se mira con el respeto debido el perfil urbano. Es un mensaje fuerte, que no tiene que ver con impedir las inversiones turísticas, sino a hacerlas conforme los parámetros que implican este respeto. No se puede dejar que estas cosas sucedan. Las inversiones tienen que hacerse conforme a ley y respetando los perfiles y el entorno de un espacio patrimonial como es el Cusco.
¿Cree que estas demostraciones de severidad fortalecen al Ministerio de cultura? Con 9 ministros en 10 años, aun no se lo percibe como una institución madura y sólida políticamente.
Creo que estamos madurando en el camino y se va comprendiendo la importancia de dar estos mensajes. No se trata de dar un golpe sobre la mesa: va en la línea del compromiso de esta gestión, que es recuperar la confianza. La población espera que un ente rector no se quede callado, que tenga un decir conforme a ley. Es parte del proceso de madurez y de consolidación de un sector que tiene un gran poder en la sociedad. Puede ser diverso y joven, pero definitivamente el ministerio está a cargo de una serie de aspectos transversales en nuestra sociedad.
Es la primera ministra arqueóloga que asume el ministerio.
¿Verdad no? No me había dado cuenta de eso. (Ríe)
Es curioso: siempre se le criticó al antiguo INC tener un perfil muy arqueologizada de la cultura. ¿Nos fuimos al extremo?
Más allá de mi formación de arqueóloga, mi quehacer ha estado vinculado a la gestión patrimonial y a la difusión del mismo. Veo el trabajo un poco desde el lado del usuario. Más allá de la necesidad de preservar, de conservar y valorar nuestro patrimonio arqueológico, se trata de reconocerlo como importante para un buen vivir. Cuidamos y respetamos el patrimonio no porque haya un ente que te diga que debes hacerlo, sino porque tú lo conoces y por eso lo quieres. Nuestra función básica es la protección, pero también la educación, la difusión, el acercamiento afectivo de la gente a su patrimonio. Esa es una de las líneas importantes de la gestión y lo que viene a futuro en la política nacional de cultura.
Hablando de eso, la semana pasada casi perdemos la iglesia Jesús Reparador, a causa del incendio en Mesa Redonda. El ministerio actuó rápido para recuperar técnicamente piezas y ponerlas a buen recaudo, pero nadie se ha dado mucha cuenta de eso...
Desde el incendio del Museo Nacional de Brasil, en Río de Janeiro, el año pasado, ya se habían tomado con mucha importancia el desarrollo de planes de emergencia de los espacios gestionados directamente por el ministerio. Estamos trabajando un convenio con los bomberos para recibir asesoría técnica y colaborar también en la formación de quienes, finalmente, son los que van a llevar a cabo las primeras respuestas en el momento de una emergencia. La iglesia se ha visto afectada: el coro bajo es colindante al predio que se incendió, y hay que apuntalarlo. Es un trabajo en conjunto con la Municipalidad de Lima, el ministerio y el propio arzobispado, propietario del predio. Las piezas se han trasladado a Santa Catalina. La manzana está en escombros, pero allí está este arco mercedario en medio. ¡Y me dirás como este arco se ha mantenido allí! Me parece un símbolo: un incendio pone en evidencia aquello que nos habla de una historia profunda, refundida en medio de la informalidad. Ese arco estaba en el olvido, oculto, cubierto por elementos que no nos permiten gozar de él. Nos compromete a seguir trabajando en conjunto no solo para recuperar ese espacio, sino utilizarlo también como un emblema de lo necesaria que es esa articulación. No podemos trabajar solos.
Es una de las más destacadas museólogas del medio, el perfil ideal para lanzar el Museo Nacional de Arqueología (MUNA). ¿Siempre se terminarán la parte civil a mediados de año?
Estamos avanzando en eso. Una cosa es el edificio, que es una obra de gran envergadura, que nos permitirá tener un espacio donde se puedan albergar colecciones diversas que hoy no se encuentran en las mejores condiciones, repartidas en diversos depósitos a través del tiempo. Son materiales que deben ser registrados, catalogados, investigados, analizados. La puesta en valor de estos bienes nos permitirá tener colecciones no solo para un museo, sino para muchos. Recientemente supervisé los avances y puedo decir que, como persona de museos, sé que contamos con un gran espacio. Tiene una serie de aspectos técnicos que no los habíamos tenido antes. Y tiene dos pisos completos para el manejo de colecciones. En los museos no puedes gestionar públicos si no has gestionado tus colecciones. Y en el Perú debemos ser conscientes que nuestra gestión de colecciones no ha sido la mejor. Hay muchas cosas por hacer. El MUNA ofrece un muy buen manejo de colecciones, algo que nos debíamos. Lo que viene para adelante es definir qué tipo de espacios museales queremos. Esta es una discusión que atañe no solo a la gente de museos, sino a la sociedad en general. Hay una demanda de que nuestros museos sean espacios de encuentro y aprendizaje. Un espacio para entendernos como nación. El MUNA va a permitir, por su envergadura, dar cabida a narrativas nacionales sobre lo que hemos sido y lo que hemos llegado a ser.
¿Antes de su llegada al ministerio ya se había definido la narrativa del museo? ¿O usted llega para imaginarla?
Ha ido madurando, desde una mirada inicial bastante más arqueológica para ir dando cabida a una mirada más integral, sin quiebres temporales ni disciplinarios. Probablemente, las colecciones que albergue el MUNA serán en su mayoría arqueológicas, pues es lo que tenemos en gran cantidad, pero no debería ser restringida. Por suerte, los espacios permiten contener colecciones diversas. De ser el caso, elementos industriales, pictóricos, escultóricos, material documental. El espacio da para lo arqueológico y mucho más.
¿Hablamos de un diálogo entre arqueología y la cultura actual?
Esa es la manera. Finalmente, hoy seguimos en este territorio. No va a ser un museo de arte contemporáneo, ni un museo de ciencia. Es un museo de nuestro territorio, sobre lo que los peruanos hemos logrado desarrollar a lo largo de nuestra existencia. Esa será la narrativa. Eso nos permite que el sentido del MUNA como cabeza de sistema sea real, porque esa es la mirada que otros museos a nivel nacional podrán comenzar también a tener. Es lo que la población está esperando: un sitio donde reconocerse. No pensar solo en un pasado lejano, sino integrarlo para darle sentido a nuestro presente.
Durante muchos años, el Sistema Nacional de Museos obligó a los directores de estas instituciones a mantener un perfil bajo. ¿Esto es un problema para pensar en un director para el MUNA?
Si. Es un problema. Pero también una posibilidad, pues ya el problema se ha evidenciado. Un sistema necesita gestores que en sus respectivos espacios tengan un decir, una mirada, para implementar esta línea de trabajo y a la vez recoger las demandas de la población. Sí se necesita una mayor autonomía y un fortalecimiento del rol de gestor en las cabezas de los museos. De lo que se trata es que cada espacio pueda realmente sostener su manejo de colecciones y su gestión de públicos, y hoy en día no podemos decir eso todavía. Nuestra tarea es ir cerrando esa brecha.
¿Sé que la pregunta es tardía, pero qué opina de la localización del MUNA? ¿No afectará a su rentabilidad?
La ubicación de un espacio responde, en nuestro país, a la oportunidad. Pero para que la gente vaya, hay dos cosas por solucionar. Por un lado, trabajar en dar el mejor transporte posible, buscando alternativas que permitan conectar buses alimentadores con el último paradero del metro. Eso tiene que darse. Pero, lo más importante es el deseo de llegar. Y ese es un compromiso que tenemos que asumir. Tiene que ver con un correcto y adecuado programa público que excede a las colecciones. Tiene que ser un gran centro cultural sin tener ese nombre, un espacio donde sucedan muchas cosas, donde quieras pasar el tiempo porque vas a salir enriquecido. Los espacios museales, bien manejados, ofrecen una experiencia transformadora.
¿Seguirá en el limbo el Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia?
El MNAAHP es un museo que todos queremos y, en pos del Bicentenario, es nuestra responsabilidad llevar a cabo su recuperación de espacios, e implementación de una museografía mejorada, contar con espacios para sus depósitos, mejor implementados. Esto viene de la mano con toda una mirada del sistema.
¿No se repetirá la oferta de ambos museos?
No. El MNAAHP tiene una narrativa muy amarrada a lo arqueológica, es su punto de partida. Luego se integra con una narrativa histórica. Definitivamente se va a ir modernizando también, en la lógica de que los museos cada vez tienen menos exposiciones permanentes y más bien echan mano a su colección para ofrecer exposiciones que van variando. Pero, con respecto al MUNA, no va a ser para nada una repetición. Va a ser una complementación muy necesaria.
Otro tema urgente es el fortalecimiento del Archivo General de la Nación…
Es ya un proyecto del Bicentenario. El archivo tiene ya un expediente aprobado con presupuesto asegurado.
¿La construcción del nuevo local siempre será en Pueblo Libre?
Esa es la idea. Definitivamente es una obra que va con el reconocimiento de lo importante que es salvaguardar nuestra memoria. La nueva infraestructura va a permitir albergar de manera unitaria los archivos, y por lo tanto, dar mejores espacios que permitan una operatividad más eficiente y un acceso más seguro. También se está haciendo el registro digital. Se prevé que, terminado el proyecto infraestructural, el archivo completo haya sido digitalizado al cien por ciento.
¿Se ha avanzado con la investigación sobre el robo del manuscrito de San Martín robado en diciembre pasado?
Todas las denuncias que ha habido están en proceso de investigación.
¿Podremos contar en breve con una nueva Ley del Libro? Los editores ya han señalado al Ministro de Economía como el obstáculo principal.
Todo está avanzando por buen camino.
¿Qué considera un avance?
En que el tema esté ya en las últimas revisiones y socializaciones. Ha habido ya coincidencias y creo que saldremos muy pronto con la posibilidad de una buena noticia.
¿Podemos imaginar un Estado comprando libros para implementar sus bibliotecas?
Se está considerando tener un fondo. Eso es una gran e importante novedad, como lo son los estímulos para la producción artística. Esto no existía antes. Este avance cumple su segundo año, y creo que esa es la línea de crecimiento. Eso nos permitirá ver los impactos que esto tiene en la industria cultural, son los números que necesitamos para decir vamos por esto y más. No tomas buenas decisiones sin buena información.