Callao celebra 179 años: Gente de puerto
Callao celebra 179 años: Gente de puerto

FABRIZIO TEALDO ZAZZALI
 

Los puertos nacieron destinados a ser de avanzada. Es así y punto. Que el resto de ciudades no envidie nada, simplemente son distintas. El mar hizo de los puertos las capitales económicas de sus territorios. Las capitales culturales crecieron en otro lado.

Hombres abiertos al mar, el perfil de los porteños navega entre la alharaca y la picardía, en torno a la viveza de haber crecido alerta para sobrevivir a la criollada, y a ello le debemos el lado bravucón y hasta prepotente que es parte nuestra. ¿Fue el mar y conectar desde nuestro puerto al país con el mundo lo que hace imposible que vivamos nuestra realidad hacia el interior, que la vida para nosotros tenga que ser compartida, vivida hacia fuera, en las calles? Quiero pensar que es así

Pero sé que no siempre fue así. El Callao no siempre vivió en esta atmósfera peligrosa de mala fama. Alguna vez fue pionero de los derechos civiles en el Perú. Las sonadas protestas de los estibadores del muelle y dársena llevaron a que se otorguen las ocho horas laborables a los jornaleros del puerto en 1913, estableciendo un precedente, pues se amplió a escala nacional. También existen casos menos divulgados. El puerto fue escenario del primer matrimonio civil entre no católicos, espacio donde se fundaron los primeros colegios mixtos –de los cuales solo el América sigue en pie–, ahí también crecieron cementerios para aquellos que optaban por una religión ajena a la apostólica romana.

En el Callao tuvo influencia Thomas Wood, pastor metodista nacido en Indiana, Estados Unidos. Él fundó el Callao High School, hoy colegio América. Wood fue uno de los abanderados de la libertad de culto en el Congreso peruano, ley aprobada hace 100 años. Wood no aparece en Wikipedia, un síntoma del olvido. Lo mismo sucede con esos hitos de los derechos civiles, como si de la avanzada chalaca solo sobreviviera la maña. La vanguardia progresista naufragó en alguna barraca, la mataron a balazos.

Por eso, de la gente de avanzada queda el porteño avezado, característica de los puertos del resto del mundo. Con el muelle tan cerca, no tardaron en crecer alrededor los comercios de todo tipo, los informales por un lado, los clandestinos por otro, y alrededor de todos la viveza que hace hombres a la gente de puerto más rápido que al resto. No tardaron tampoco en instalarse extranjeros para trabajar e iniciar comercios, extranjeros que buscaban antes que nada sobrevivir o hacer plata, y que al hacerlo no tuvieron a la moral como imagen sino la maña.

Sobran los ejemplos. Nueva York, ciudad tan peligrosa por décadas, fue el corazón de la mafia; Barcelona se estableció como símbolo de la resistencia antifacha franquista, que tenía en Madrid su fortaleza, y de ahí el aire progresista y cosmopolita de los catalanes; Río de Janeiro es una ciudad feliz, que vive para celebrar el cuerpo y el ocio, en culto al hedonismo, no se diga más; de Buenos Aires sabemos que es la cuna de la soberbia y de todo lo que es encantador; el italiano carga el bagaje que hace al hombre de puerto reconocible a la primera, jovial y prepotente. Y no es casual que Italia fuera el eje comercial del Mediterráneo del Medioevo hasta el Renacimiento, un país plagado de puertos, un país portuario de por sí desde entonces hasta hoy. Y puedo seguir pero me detendré en el contraste más claro entre metrópoli y puerto que encontré alguna vez. Sucedió entre Santiago de Chile y Valparaíso. Santiago es una ciudad ordenada, ejemplo de civilidad, mucho más grande que Valparaíso, pero le falta personalidad, esa que a Valpo le sobra. Desde que pisé Valparaíso me sentí acogido por el ruido. Es raro pero es así. Caminaba en casa en una ciudad peligrosa, de gente viva que dan ganas de tocar, y completo cuando al fin vi el mar.

El Callao creció relegado a Lima, en una oposición que en vez de reducirlo, lo fortaleció, convirtiéndolo en el puerto más recio. Es un territorio al que los limeños temen, no tanto por peligroso, sino porque su gente siempre estará a la vanguardia del carácter. Prefieren evitarlos, porque para trafear a un chalaco tienes que haber nacido en algún puerto de otra gente de avanzada.

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